lunes, 2 de julio de 2012

LA CRISIS ENTENDIDA DESDE LA MACROECONOMÍA

Haciendo algunas simplificaciones, pensemos un poco sobre lo que le pasa hoy a nuestra economía. Imagina una sociedad más o menos capitalista como la nuestra. En ella, los ciudadanos tienen un cierto dinero. Entonces, se plantean qué hacer con él. Una opción es ahorrar, por ejemplo, haciendo un depósito bancario a cambio de unos intereses. Otra es consumir, comprando un coche, saliendo a cenar, o haciendo un viaje. Paralelamente, las empresas reaccionan a esas decisiones. Por ejemplo, más consumo hace que vendan más, lo que les lleva a invertir más dinero en hacer otra fábrica, y aumentar su producción. Para que el sistema sea viable a largo plazo, necesitas un cierto equilibrio entre todas las variables: ahorro, consumo, e inversión.

El ahorro se puede destinar al consumo hoy, o posponerlo al futuro a cambio de la expectativa de tener más para consumir cuando llegue ese día. El consumo (la DEMANDA de bienes y servicios), se sostendrá en el futuro alimentado por lo que anteriormente se ahorró. Las empresas aumentan su inversión en capacidad productiva (la OFERTA de bienes y servicios) porque el crecimiento del consumo les lleva a pensar que podrían vender más si produjeran más. El hecho de aumentar la capacidad (más fábricas, más empleados, más materias primas, más seguros, más consumo eléctrico, etc) retroalimenta, en cierta medida, el consumo actual, pues se genera más actividad económica en muchos frentes socioeconómicos. 

Todo esto es muy bonito pero, ¿dónde está el problema? El problema de este sistema que te describo es el tiempo, o para ser más preciso, la velocidad de ese crecimiento. Está claro que al consumir más, se aumenta la actividad económica y al aumentar la capacidad productiva (para hacer frente a ese incremento de la demanda), también. Sin embargo, el consumo de hoy se alimenta del dinero que hay hoy, que es lo que ya ahorraste, por lo que la velocidad a la que crecemos económicamente se ve limitada por la velocidad a la que se va generando nuevo ahorro. Cuando las economías maduran, es decir, sus ciudadanos ya tienen cubiertas gran parte de sus necesidades más básicas, éstas crecen a menor velocidad (porque queda menos renta disponible para seguir consumiendo y porque la base comparativa es mayor que cuando uno no tiene nada y consume muy poco).

La ralentización del crecimiento al madurar la economía hizo que las autoridades buscaran formas de acelerar ese crecimiento, tan beneficioso para incrementar el nivel de vida de los ciudadanos, que se ralentizaba porque el ahorro no crecía proporcionalmente tan rápido como antes. Entonces entró en juego el crédito. Con él, se podía crecer más rápido que la tendencia natural existente. El crédito es lo contrario del ahorro: anticipa consumo, inversión etc. Para conseguir que las economías maduras siguieran creciendo a buen ritmo, las autoridades favorecieron el crédito. En las últimas décadas, los Bancos Centrales han ido sistemáticamente inundando el sistema de nuevos billetes (vía préstamos a la banca) y han ido bajando tendencialmente los tipos de interés de referencia para faverecer el crecimiento del crédito. Con todo ello, han espoleado durante años el crecimiento del consumo y de la inversión empresarial (más allá del generado por el ahorro). De hecho, y este es uno de los pilares que hemos derrumbado y hoy sufrimos, la tendencia al ahorro ha ido reduciéndose porque los tipos bajos lo hacían cada vez menos atractivo (ten en cuenta que extremo en cierta medida los conceptos para hacerlos más comprensibles). Tras muchos años, nos encontramos con algunos hechos como que:
  • el ahorro que generamos dista mucho de poder sostener esos niveles de consumo e inversión empresarial a que estamos acostumbrados (uno de los motivos por el que el ajuste es lento y la crisis es larga),
  • el crecimiento del crédito es quien ha complementado al ahorro como motor del crecimiento económico desde hace muchos años. Cuando ya no tengo dinero para consumir más, el banco me presta y sigo consumiendo más tiempo... hasta que toca devolverlo y mis ingresos que hubieran sido para consumir deben ir a devolver el crédito, lo que genera freno económico (la actual fase de desapalancamiento).
  • El constante y exacerbado crecimiento experimentado en el crédito confiaba en la creencia de que éste siempre estará disponible y barato (¿se te ocurre mejor forma de crear burbujas que dirigiendo ese exceso de liquidez hacia diversos activos?),
  • el crecimiento desorbitado del crédito se ha permitido porque frenar el crédito era frenar el crecimiento, algo negativo social y electoralmente.
  • Ninguna autoridad mundial se atrevió a desactivar esa bomba alimentada durante décadas (por el punto anterior), y fue la realidad la que paró la música de la fiesta.
  • El crédito fue a muchos activos, entre los que destaco a los inmuebles. 
  • Los ciclos de aceleración/desaceleración económica se suceden (ajustes periódicos por el crecimiento demasiado rápido de la demanda o de la oferta) cada 3-5 años.
  • En este ciclo coyuntural de ajuste (freno económico), el mucho apalancamiento (endeudamiento) acumulado ha llevado a que se planteen dudas sobre la solvencia del sistema (algo que tenía que pasar antes o después dado que el crédito crecía sin descanso).
El crédito no es bueno ni malo porque sólo es una herramienta. Su uso responsable o irresponsable marca el signo de sus consecuencias. La debilidad humana hizo que los ciudadanos compraran casas y coches que no podrían pagar, y que los bancos se lo prestaran, que las empresas hicieran inversiones excesivamente apalancadas (a crédito), que los gobernantes pudieran gastar hoy, para ganar las elecciones de hoy, más de lo que ingresan, sin encontrar nunca el buen momento electoral para gastar menos de lo que ingresan y devovler los créditos (¡eso que lo haga el siguiente!). Los Bancos Centrales han sido colaboradores necesarios, han sido los promotores y financiadores de semejante burbuja monetaria, y actualmente, la inflan más todavía utilizando la estrategia del miedo: "uso medidas monetarias 'no convencionales' - un adjetivo muy elegante para las tradicionales polítcas monetarias de las repúblicas bananeras - porque si no, se acaba el mundo".

Por su parte, la banca lleva años desapalancándose, es decir, reduciendo su tamaño a base de dejar vencer créditos y no conceder nuevos. Esto ocurre porque les exigen más capital relativo en la composición de su pasivo (si soy más pequeño, mi capital actual representa un porcentaje de solvencia mayor), y porque han ido reconociendo progresivamente la porquería guardada debajo de la alfombra contable con el beneplácito de las autoridades (la pérdida de valor de muchos de sus activos inmobiliarios y préstamos, entre otros). Por eso, hoy descubres que Bankia no vale 0 sino que vale €-13.000M, sin haber pasado progresivamente hasta este nivel. Es lo que ocurre cuando permites conscientemente que la contabilidad no refleje la imagen fiel del patrimonio empresarial sino una imagen adulterada "a mejor" para "generar confianza". En esa línea, si España llega a impagar su deuda en los próximos años, descubrirás la realidad de toda esa cartera de deuda soberana que le han obligado a comprar a la banca española y que hoy le permiten no valorar a precio de mercado (ya sabes, ¡el mercado es una una mala persona!, y ellos son muy buenos poniendo los precios que conviene que creamos). Así nos va, con una oligarquía que decide qué es bueno conocer para nosotros, y qué no. 

De cara a buscar soluciones a la crisis, el keynesianismo sugiere atacar el problema sosteniendo temporal y artificialmente la demanda vía más gasto del Estado. Yo le veo tres problemas a eso: la injusticia social y la ineficiencia que supone dar dinero a dedo, frente a la posibilidad de que sean los ciudadanos quienes lo asignen libremente a quien satisfaga mejor sus necesidades. El tercer problema es el riesgo de debilitar demasiado las finanzas públicas y arriesgar su solvencia (por la creencia de que más deuda es la solución a un exceso de deuda), que es lo que hoy ocurre con los eslabones más débiles de Occidente (Grecia, España, etc). La austeridad que proponía el austríaco Hayek pretendía atacar el problema ajustando a la baja el exceso de oferta (de capacidad productiva, de gasto, de estructura laboral, etc) generado durante años. En líneas generales, yo coincido más con esta teoría pues es lo inverso del exceso acumulado durante décadas y que nos ha traído hasta esta situación.

Yo hubiera apoyado un híbrido entre ambas teorías, aunque el tercer problema, ninguna lo solucionaba. En 2009, yo me preguntaba si Occidente ya había pasado "el punto de NO RETORNO" de la solvencia, es decir, ambas teorías debilitan las cuentas públicas en el corto plazo (vía más gasto público en el primer caso, y vía menores ingresos fiscales por una menor actividad, en el segundo).

La falta de ahorro acumulada año tras año asegura que esta crisis sea larga y profunda. Por eso, cuando hablan de medidas para el crecimiento, que implican más déficit y descuadre de las cuentas de los Estados, yo hubiera apoyado aquellas bajadas de impuestos para empresas (vía rebaja de las cotizaciones sociales) y para los ciudadanos (justo socialmente y eficiente económicamente), porque así hubieras acelerado el ajuste de ese déficit de ahorro. 

Algunas medidas actuales de España, crujir a impuestos a los ciudadanos (lo que reduce la renta disponible para ajustarse) mientras mantienes una superestructura laboral pública, me parecen contraproducentes. Algunos estudios de diversas crisis sugieren que los países que antes se recuperan son los que recortan más rápido el gasto (y la estructura) del Estado y que aumentan la renta disponible de sus ciudadanos vía bajadas de impuestos. Esto es lógico puesto que tú eres un gestor más eficiente de tu dinero, un bien limitado, que el Estado, y la sociedad acepta mejor recortes (menos crispación social) cuando ve que son para todos y no que se exprime a muchos para beneficiar a dedo a unos pocos lobbies. Entonces, ¿por qué no se hace? Porque eso supondría que los políticos decidieran voluntariamente dirigir una fragata económica cuando hoy llevan un portaaviones, algo contrario a su ego personal y a sus intereses de partido. Erigirse en garantes del bienestar social es la falsa bandera que se atribuyen con éxito, pues Occidente vota al populismo frente al realismo llano y responsable (para mí, un ejemplo político es el republicano Ron Paul).

La actual aplicación práctica del keynesianismo es contraproducente y quizás acabará con nuestro nivel de vida, cuando reviente este globo monetario virtual. En mi opinión, dicha aplicación no está realmente basada en una argumentación ideológica (aunque algunos pretendan vestirlo así) sino en la más pura y llana debilidad humana, la falta de inteligencia para ver de dónde viene nuestro problema y la falta de voluntad para aceptar que la única solución es muy dolorosa. Cuando era pequeño, en el colegio aprendí que la inteligencia y la voluntad era lo que distinguía al hombre de los animales. De ese bonito sueño desperté hace ya mucho tiempo.

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