sábado, 10 de septiembre de 2011

¿MOBBING EN LAS ALTAS ESFERAS?

Primero fue el teórico sucesor de Trichet, el entonces Presidente del Bundesbank, Axel Weber. Tras dimitir, dijo que él era “demasiado ortodoxo”. Es decir, a la clase política europea no le gustaba porque no estaba dispuesto a romper cualquier principio macroeconómico ni las normas del BCE para seguir financiando lo que el sector privado no quiere: unos déficits soberanos gigantescos, crecientes, y eternos. Luego fue el recién dimitido CEO de S&P, por rebajar el rating del Todopoderoso Obama. Según parece, al que no traga con las políticas irresponsables de los actuales gobernantes, lo pasan por la piedra.


Juergen Stark y Axel Weber
Hace pocos días leíamos las críticas a Lagarde por decir, ahora que está en el FMI, lo que ya sabemos: que la banca europea debe recapitalizarse, digan lo que digan sus “adaptados” ratios de solvencia. Si merece alguna crítica Lagarde es el no haberse atrevido a decirlo cuando era Ministra en Francia (en contra de su exjefe y sus colegas).

El viernes, la estrella del día fue el estrellado Juergen Stark, otro miembro del BCE que se opone a que éste se dedique a hacer de cajero automático (con cuenta en descubierto, obviamente) de España, de Italia, o de cualquier otro país que quiera seguir viviendo por encima de sus posibilidades. Ayer, Stark anunció su dimisión por motivos personales.

Quizás sería el momento de sugerirle a Trichet algo similar a lo que propuso un asistente a la conferencia que dio S&P tras rebajar el rating de EEUU: ¿Por qué no nos bajan los impuestos a 0 a todos los ciudadanos españoles (IVA, IRPF, IS, etc), que nos vendría muy bien? Seguro que algunos partidos del Hemiciclo hasta lo apoyarían. Al Estado, que lo financie él, total sólo tiene que crear más billetitos y comprar más deuda soberana española.

Entre tantas buenas noticias, las bolsas europeas se dejaron ayer un 4%. ¿Por qué? A las 17h, Grecia desmintió que este fin de semana fuera a anunciar una suspensión de pagos, y unos minutos después Alemania anunció que ellos tenían un plan de protección para sus bancos. Ese mismo día, el diario Spiegel Online publicaba que el FDP (Free Democratic Party) promueve un referendum sobre el plan de ayuda a Grecia. Desde el otro lado del Atlántico, el Ministro de Finanzas canadiense Jim Flaherty decía que Grecia podría verse obilgada a dejar el euro si no seguía adelante con sus planes de recorte de gastos. Más tarde, Grecia decía estar comprometida con la plena implementación de los requisitos del plan de rescate. Entre tanto revuelo, el viernes los CDS (instrumentos financieros de protección contra insolvencia) soberanos griegos subieron como un misil.

jueves, 8 de septiembre de 2011

KEYNESIANISMO A GRANEL

En cierto modo, esta crisis está poniendo a prueba algunas teorías económicas modernas, pero sobre todo está evidenciando lo que ocurre cuando las teorías económicas se modulan a conveniencia del director de orquesta, cuando éste elige sólo aquellas partes de la teoría que le gustan, o sea, la politización de la economía.

Por ejemplo, la economía de mercado no es mala porque haya una gran crisis, sino que la gravedad de la crisis es el resultado de contravenir y distorsionar interesadamente las normas del mercado. Los reguladores sucumbieron a los encantos (aportaciones en las campañas electorales) de los grandes lobbies, permitiéndoles asumir riesgos mayores. Los supervisores miraron a otro lado ante esos riesgos evidentes, para que nadie les acusara de “parar la música”. La economía de mercado no dice que unos políticos, en nombre del bien común, puedan dedicar dinero público a salvar de las consecuencias de sus actos a quien ellos quieran, sino todo lo contario. Para que el sistema funcione, los individuos/empresas deben sufrir/disfrutar los efectos de sus decisiones. Cuando eso no ocurre, el sistema resulta ineficiente e injusto, y se siembran tensiones sociales. 

Muchos economistas llevan años recomendando aplicar el keynesianismo como medida contra la crisis. Esta teoría económica sugiere que, cuando la economía está débil, el Estado sea el motor, gastando más. Obviamente, es la opción más apetecible para un político.  En mi opinión, la forma en que se está aplicando tiene dos defectos:
  1. La decisión de gasto gubernamental es ineficiente (porque las empresas y consumidores son mejores gestores de esos recursos limitados) e injusta (porque la sociedad percibe como unos son beneficiados a dedo mientras otros agonizan financieramente). 
  2. Es contraproducente cuando la crisis es estructural, de mayor calado, más larga, y requiere fuertes ajustes. Puede tambalear el sistema pues la capacidad financiera de los gobiernos no es ilimitada, tal y como algunos están descubriendo. 
¿Quieres ejemplos prácticos? Piensa en las noticias publicadas últimamente sobre pequeños aeropuertos españoles casi nuevos y que no son viables por la falta de actividad, trayectos del tren de alta velocidad sin pasajeros. Decisiones tomadas con criterios políticos, sin la responsabilidad del que sufre las consecuencias de sus actos. Algo que sí le ocurre a la empresa y al consumidor.

Creo que hemos llegado a un keynesianismo ludopático que podríamos resumir en: si la economía no crece, que el Estado malgaste el tiempo que haga falta hasta que ésta crezca, y si el exceso de deuda acumulada supone un problema, dobla la apuesta. 

En un artículo del 5 de agosto, la columnista de Bloomberg Caroline Baum comentaba como, tras un década aumentando la cantidad de deuda del Estado en EEUU pasando de $5.95 trillones a $14.3 trillones, hoy su desempleo supera el 9%, hay un gran excedente de viviendas vacías, la economía apenas crece, y lo que queda es una gran montaña de deuda. Creo que es una forma imprecisa y algo sesgada (por no explicar las circunstancias intermedias que han llevado a esa situación), pero bastante práctica de resumir dónde lleva, o puede llevar, el keynesianismo a largo plazo. Dada nuestra naturaleza, para el animal político, al igual que para cualquier otro ser humano, siempre es apetecible gastar más y nunca lo es apretarse el cinturón. 

Por el contrario, empresas y consumidores, quizás por prudencia o por no tener elección, optaron por la austeridad y el recorte de gastos como fórmula de adaptación a la crisis. Tras tres años de crisis, las empresas y consumidores todavía sufren, pero es que las finanzas de algunos gobiernos están al borde del colapso, en la UVI del Banco Central y con respiración asistida.

martes, 6 de septiembre de 2011

UNA PARTIDA DE RISK

Todo el mundo tiene asumido que China, desde hace años, utiliza su divisa para exportar más, manteniéndola artificialmente débil. Eso le ha llevado a una disputa comercial con EEUU, que es su principal contrapartida comercial, el principal comprador de sus exportaciones.

Con la crisis, la economía mundial y/o su crecimiento se han reducido, lo que significa que el pastel a repartir entre todos los sujetos económicos que forman la economía mundial y su crecimiento es más pequeño. En igualdad de condiciones, toca a menos por cabeza. El problema es que nadie quiere renunciar a seguir creciendo, a un trozo más grande del pastel, pues eso afectaría muy negativamente a su nivel de vida. En consecuencia, tal y como ya advirtió Greenspan hace varios años, estamos viviendo una oleada de proteccionismo. Esta se está canalizando en intentos por parte de los gobiernos de manipular su divisa a la baja, para exportar más. El problema de los movimientos de divisa es que, en el corto plazo, son un juego de suma cero, es decir, lo que gana uno, lo pierde o deja de ganar otro, lo que beneficia a la exportación de uno, es menos exportación para el otro país. En resumen, en el corto plazo, los movimientos de divisas no tienden a crear riqueza sino a cambiar la distribución de ésta.

Con la crisis, la FED ha aplicado políticas, como por ejemplo el Quantitative Easing (QE) o los tipos a cero (ZIRP), que buscaban entre otros objetivos debilitar su divisa. Países como Brasil o Korea del Sur se quejaban hace meses de que dicha política americana estaba desestabilizando su divisa, mediante la entrada de gigantescas oleadas especulativas en los mercados financieros. Estos países impusieron importantes tasas fiscales a la inversión extranjera en algunos activos como los bonos del estado para intentar frenar esa tendencia.

En los últimos meses, la incertidumbre económica y la volatilidad de los mercados han llevado a muchos inversores a comprar francos suizos, lo que ha provocado la apreciación de dicha divisa. Históricamente, el franco suizo ha disfrutado del status de moneda refugio, entre otros motivos, por su estabilidad política, económica, y financiera. Por eso, Suiza lleva meses quejándose de la fortaleza de su moneda y, a su vez, el Banco Nacional de Suiza (BNS) interviniendo en el mercado, para intentar debilitarla. Todo ello sin demasiado éxito … hasta ahora.

Esta mañana, con el franco suizo a 1,11 euros, el BNS ha anunciado que realizará una intervención masiva de su divisa, comprando ilimitadas cantidades de las otras, para que cotice como mínimo a 1,2 euros. En el día, el franco suizo se está depreciando más de un 7% contra sus principales contrapartidas (euro, dólar, yen). Es decir, otro Big Brother del casino financiero global acaba de poner sobre la mesa sus armas nucleares para que todos las veamos. Soy consciente de las tensiones políticas que genera la crisis económica pero ver al BNS lanzando un órdago tan grande, me pone los pelos de punta. El mundo financiero empieza a parecer un tablero de RISK. Todo apunta a que el próximo jugador en actuar será el BCE, bajando los tipos de interés.

lunes, 5 de septiembre de 2011

LAS DROGAS MONETARIAS Y SUS EFECTOS (2ª Parte)

6 Genera adicción en la economía y los mercados, que se acostumbran a vivir con subvenciones/estímulos y se resienten cuando éstas se acaban. Acto seguido, reclaman más drogas/estímulos/regalos y los dirigentes no se atreven a negárselas porque conllevaría debilitar la economía en el corto plazo (la inversa de lo que generó al inicio). Lo vimos a mitad del año pasado tras el QE1 y ahora tras el QE2. 

7 Distorsiona la economía. Los bancos centrales pretenden simular artificialmente los efectos de cuando la economía va bien para generar confianza. Por ejemplo, cuando el consumidor tiene dinero y confianza consume mucho y eso genera una presión al alza en los precios, o sea, inflación. La FED pretende fabricar inflación induciendo subidas especulativas en los precios de las materias primas que los fabricantes sufrirán e intentarán traspasar a los consumidores. También, pretende subir las acciones, como harían los inversores si tuvieran dinero y confianza económica. El BCE compra bonos del estado como podrían hacer libremente los inversores si confiaran en los gobernantes que han de pagarles. O sea, en vez de centrarse en exigir a sus gobernantes medidas positivas para la economía y la confianza de los ciudadanos prefieren dedicar tiempo y dinero a aparentar lo que no hay, a maquillar la realidad económica sustituyendo al consumidor, al inversor en los bonos del estado, o a quien haga falta.

Por si fuera poco lo expuesto, considero que el QE2 fue un absoluto fracaso porque no consiguió algunos objetivos y otros han durado poco más de lo que ha durado el programa. El principal objetivo era bajar el tipo de interés de los bonos del estado. Estos subieron durante casi todo el programa y han bajado realmente cuando éste se ha acabado, que es cuando los inversores han comprado los bonos como refugio ante la recaída económica y bursátil. Las bolsas avanzaron casi un 30% con el QE2, y pocas semanas después del programa, han reculado entre la mitad y dos tercios de dicho movimiento especulativo. Varias materias primas también han perdido buena parte de lo ganado. No es el caso del oro y la plata, que siguen altos porque aglutinan a muchos disidentes ideológicos de la política de la FED. Debilitar el dólar es el único objetivo logrado y claramente mantenido en la actualidad.

En resumen, las autoridades pretenden arreglar una crisis de exceso de deuda generando más deuda, una crisis de confianza, manipulando y negando la dura realidad para que parezca bonita, lo que genera desconfianza. Sus políticas pretenden minimizar los efectos de una burbuja que ha reventado no adaptándose a la realidad sino inflando otra, una burbuja monetaria global. No han aprendido nada de la crisis de Japón. Tampoco de la crisis tecnológica de hace una década. Entonces, se bajaron mucho los tipos de interés para favorecer a las empresas excesivamente endeudadas, pero se creó involuntariamente una burbuja en el crédito y en un sector muy sensible a los bajos tipos de interés, el inmobiliario.
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