domingo, 16 de agosto de 2015

TIPOS DE INTERÉS A 0%: ¿SOLUCIÓN O CAUSA DE MÁS PROBLEMAS?

Desde que EEUU decidió en 1971 abandonar el patrón oro, que limitaba la cantidad de dinero que se "fabricaba" según la cantidad de oro que poseía el país, la "administración" del tipo oficial del dinero por parte de los bancos centrales junto con otras medidas monetarias han tenido una gran relevancia. El deseo de los bancos centrales, quizás "el sueño", ha sido utilizar el tipo de interés y la creación de dinero (que se convierte en crédito a través de los bancos) para intentar acabar con los ciclos empresariales, para desterrar el concepto de ciclicidad en la economía. En mi opinión, un desafío al sentido común propio de los que se creen dioses.

Cuando la economía va bien, los tipos de interés oficiales se ponen altos, por parte del banco central. Cuando llega una bajada del ciclo, se bajan y así facilitan la financiación y con ello, la recuperación económica. Lo bueno, que en el corto plazo las recesiones duran menos de lo que durarían si se produjera el ajuste natural (manteniendo los tipos). Lo malo, que en el largo plazo, los bancos centrales sistemáticamente han sucumbido a la tentación de crear dinero más y más fácil y el camino termina con los tipos a 0. Ciclo tras ciclo, los tipos se han ido bajando cada vez más, y cuando se han tendido a subir ha sido hasta un nivel menor al del ciclo anterior. Paralelamente, el endeudamiento en todo el sistema ha crecido de forma sistemática y brutal.

Algunas cuestiones importantes hoy serían: ¿es sano para la economía mantener unos tipos de interés tan bajos durante tanto tiempo (casi siete años)? ¿Son realmente eficaces los tipos tan bajos? ¿Hace más bien el dinero ultra barato que mal? Para hablar de ello voy a hacer referencia a algunas reflexiones
interesantes de Guy Haselmann, de Scotiabank.

Si te duele algo y mejora el dolor tras tomar una pastilla, ¿no deberías tomarte 100 de esas para sentirte mucho mejor? Si una copa de vino es saludable ¿no deberías tomarte una botella? En la economía, como en otras facetas de la vida, la cantidad importa. Una cosa puede tener un efecto y, si se magnifica mucho, el contrario. Por ejemplo, si subes un poco los impuestos, tiendes a recaudar un poco más. Si los subes mucho, llega un momento que recaudas menos (le quitas a las empresas y a los consumidores demasiada renta disponible con la que crear riqueza, incentivas el cambio de domicilio fiscal a otros países con mejores condiciones, incentivas la economía sumergida, etc). Los tipos de interés demasiado bajos también generan efectos contraproducentes.

Con los tipos muy bajos, el banco central se mete en una trampa de liquidez (liquidity trap), donde el sistema requiere más y más cantidades de dinero fácil para poder seguir funcionando (y al ralentí). Cualquier intento de poner el sistema en equilibrio de nuevo (normalizar los tipos) genera en el corto plazo una importante recesión y destrucción de riqueza (precisamente la que diferiste, que no evitaste, al recurrir al dinero fácil para alargar los ciclos económicos expansivos y acortar los recesivos).

Entre los desequilibrios que generan los tipos bajos está el pulverizar el ahorro que busca poco riesgo, el propio de la clase media. Es decir, ayudas a muchos endeudados pero desincentivas totalmente el ahorro y reduces el poder adquisitivo de la clase media. El ahorro es una cara de la moneda económica tan importante como la otra, el consumo, aunque hoy en día las autoridades lo obvien.

Los tipos muy bajos fomentan el crecimiento explosivo de la especulación. Resulta muy barato financiarse e invertir a crédito en los mercados y es un gran incentivo a ello saber que las autoridades están empeñadas en manipular los mercados eternamente al alza. Los tipos bajos crean zombies, empresas ni vivas ni muertas. Éstas empresas, insolventes, nunca podrán devolver tanto crédito acumulado, pero siguen funcionando como zombies, sin crecer, ni generar más empleo, ni más inversiones, ni más I+D. Todo por no reconocer la realidad y hacer una quita, recapitalizarse, etc. Los tipos excesiva y permanentemente bajos son un regalo a los malos gestores (de empresas, de hogares, de instituciones públicas, de Estados, etc) para seguir haciéndolo mal, normalmente a costa de aumentar la magnitud del problema.

Además, los tipos bajos y las herramientas monetarias no convencionales (como el Quantitavie Easing) distorsionan los precios de los activos cotizados, distorsionando su papel económico. Los bancos centrales son tan borregos que piensan que, si ellos manipulan al alza los precios de los activos, los propietarios de esos activos, que son pricipalmente los ricos, se sentirán tan ricos que no pararán de gastar, invertir y crear más empleo (aunque sea hoy evidente que un país mejora sólo si su clase media mejora). Además de resultarme intelectualmente pueril ese argumento positivo no puedo obviar otras consecuencias negativas de esa política. Los mercados financieros sirven como referencia en muchos ámbitos económicos. Las cotizaciones de los bonos del Estado, las divisas, los múltiplos que se pagan en el mercado de acciones, etc permiten orientar sobre cuáles son las expectativas que contempla el conjunto de agentes del mercado en referencia al crecimiento económico, a la inflación, a la establidad política, etc. Hoy, esas referencias están adulteradas como el altímetro de un avión. ¿Te atreverías a aterrizar?

Termino con algunos comentarios de Guy Haselmann, de Scotiabank, que abordan bien el problema de los tipos de interés muy bajos:
  • Interest rates that are held lower than the ‘natural or normal rate’ (discussed in a moment) may have short-term benefits, yet there are longer-term costs that aggregate and eventually need to be addressed. These costs are then typically dealt with by lowering interest rates even farther away from the normal or natural rate.  Eventually the Fed ends up worsening the very business cycles they intended to smooth out.
  • The fact that rates today have reached zero means that the day of reckoning is quickly approaching, because monetary policy has reached the practical limits of what it can do.  Thus, the multi-decade credit era is coming to an end.
  • Sustainable growth is better for an economy than boom-to-bust cycles.  A marathon is won by a distance runner with a steady pace, not by a runner who alternates between sprinting and walking and risking injury. 
  • Credit-based consumption is unsustainable. 
  • The S&P over this same 30-year period has returned just over 6% adjusted for inflation, while real GDP has been just above 2%.  The market has risen 3 times faster than national output in real terms. A  sizable equity market correction could happen merely because the bubble-blowing machine is losing its wind.  Certainly, the magnitude of the monetary and debt-based fuel that has powered equities in the past will not be available going forward.
  • According to David Stockman, the amount of total credit outstanding (household, corporate, government and financial) has expanded by over $50 trillion in the past 30 years, while GDP has expanded by only $13 trillion... An economy runs most efficiently in the long-run when the price of money, i.e., the official interest rate, does not veer too far from the level where savings and investment can find a clearing price (i.e., the natural rate of interest).  This is called the Wicksellian Differential, i.e., the difference between the money rate and natural rate of interest.  It postulates that when the natural rate is higher than the money rate, the disequilibrium will drive credit expansion. Destructive behavior occurs when the price of money is set too low.  When money is cheap, the lure of easy profit becomes too enticing.  Money is borrowed for speculation.  Since the cost of money falls, borrowed money can be deployed into ever less-productive assets.  The objective of borrowed money is to merely outperform one’s borrowing costs.
  • The Fed has basically borrowed from the future to improve today. 
  • This damaging circumstance is a direct result of rates being held too low, allowing for the inefficient use of capital. Fed policy today and over the past several years may prove to be counter-productive in the long-run.
  • Today’s consumption and market speculation was paid for with huge amounts of accumulated debt.
Eduardo Olano
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