jueves, 3 de abril de 2014

EL HISTORIAL DE LOS TIPOS DE INTERES

En varias ocasiones te he hablado del tipo de interés oficial del dinero. Ese es el tipo de referencia que utiliza el Banco Central de cada divisa en las operaciones de préstamo y depósito a corto plazo con las instituciones financieras. Normalmente, el Banco Central presta a la banca al tipo oficial más un diferencia, por ejemplo, 25 puntos básicos (0,25%), y remunera los depósitos de la banca al tipo oficial menos un diferencial.

Un concepto crucial y muy ligado al tipo de interés es el crédito. Del crédito y sus implicaciones he escrito mucho en este blog y te he detallado más en mi libro ¿Alguna vez fuimos ricos? En realidad, cuando yo hablo de los problemas que genera el crédito no estoy diciendo que éste sea malo sino que lo estamos utilizando mal, porque nuestra sociedad se ha apoyado en él excesivamente para crecer, hasta el punto de intentar sustituir el dinero sano que genera la creación de riqueza con dinero barato a crédito.

No puedes entender el arma de destrucción masiva con la que estamos jugando sin antes entender su funcionamiento, su cronología. Conceptualmente, tú puedes crear un sistema monetario en el que los bancos prestan a los que quieren crédito (para invertir o consumir) el dinero de los depositantes (ahorradores). Es decir, el excedente de ahorro de unos sirve para financiar a otros. En ese escenario, la cantidad de crédito es el reflejo aproximado de la cantidad de ahorro que se canaliza hacia él.

Cuando tú tienes ese sistema monetario relativamente equilibrado te preguntas lo siguiente: si el dinero que unos prestan otros lo utilizan y lo remuneran, ayudando entre todos a que haya más actividad económica y, por extensión, más creación de riqueza, ¿por qué no creo yo artificialmente más dinero para que haya más que prestar y también más actividad? Entonces, antes de hacer nada, miras hacia la historia y ves que cuando un Banco Central ha creado muchos billetes a su gusto (el de su jefe gobernante, para ser más exacto), la cosa acaba mal. Acaba mal porque cuando un bien es escaso, sube su valor y cuando sobra, vale menos. Normalmente, este exceso de dinero creado se ha traducido en inflación (subida generalizada de los precios), burbujas (subida selectiva de los precios en aquellos activos que han acaparado grandes entradas de dinero en un plazo históricamente corto) y hundimiento (gran depreciación) de una divisa porque nadie la quiere. La inflación supone una pérdida de poder adquisitivo a nivel nacional, la depreciación de tu divisa es una pérdida de poder adquisitivo a nivel internacional (y más te vale no ser una economía muy importadora de bienes y servicios sin sustituto nacional). Las burbujas generan aceleración y posterior frenazo económico, algo malo para la economía y la vida de las personas que, como la mayoría de este planeta, se adaptan mejor a cambios progresivos que bruscos.

Ese sistema monetario inventado podría evolucionar hacia el patrón oro, como era hasta 1971 el sistema monetario en el que vivimos. Allí, el Banco Central haría billetes por valor del oro que acumulara. El oro es una referencia de valor habitual en la historia del Hombre, dado que no es fácil de falsear ni de obtener. Sin ser yo un defensor del patrón le reconozco el mérito de obligar al Banco Central a seguir un orden en la creación de billetes frente a la tentadora opción autodestructiva del gobernante de turno de obtener dinero gratis e infinito a base de crear más billetes.

Si en tu sistema monetario hipotético empiezas a crear billetes de forma desmesurada (como ha ocurrido en el mundo real desde 1971), durante algún tiempo, las cosas irán mejor que si no lo hubieras hecho. ¿Durante cuánto tiempo? Pues mientras la sociedad tenga capacidad de aumentar su endeudamiento, dado que ese sistema en que te metes tiene la característica de ser adictivo, necesariamente incremental para sostenerse. Si pides un crédito de €100 a un 5% durante un año, ayudarás a que crezca la economía. Si quieres que éste siga creciendo, dentro de un año deberás pedir otro crédito mayor que €105 (para devolver 100, más 5 de intereses y además generar nuevo crecimiento). Es decir, cada año deberás añadir más y más crédito.

El nuevo sistema inestable que estás creando crece más que el que no se basaba en alimentar el crédito con nuevo dinero creado a dedo... hasta que la ciclicidad que caracteriza a este planeta te haga un roto. En ese momento, tu castillo de naipes monetario se tambaleará. Entonces, tú podrás optar por dos alternativas: primera, aceptar el recorte temporal de la actividad (con el daño social y político que esto genera) para permitir que la economía sanee sus excesos. Y segunda, intentar solucionar las consecuencias de un exceso de crédito con más crédito. Los anglosajones lo llaman "kicking the can down the road" y nosotros podríamos aplicar el "pan hoy y hambre para mañana". Es decir, con la esperanza de que mucho dinero nuevo se sume a la economía y ésta se reactive, lo metes arbitrariamente (con todo el daño que genera la arbitrariedad en los pilares de la economía de mercado).

Meterte en ese sistema finito (¿conoces muchas cosas infinitas?) de vorágine crediticia es fácil, es agradecido social y políticamente, pero es tan peligroso como sembrar múltiples minas en el jardín de tu casa. Cuanto más tiempo pasa, más exceso crediticio y distorsión arbitraria acumula tu sistema monetario, el cual ha disfrutado de unos años de mayor crecimiento. Como te puedes imaginar, en este sistema de permanente festival crediticio, los primeros que se benefician son aquellos que reciben el dinero barato del Banco Central para poder hacer negocio, esto es, la banca.

Un handicap inevitable para cualquier sistema que crees es la dificultad a largo plazo del crecimiento porcentual. A medida que algo crece, su aumento de tamaño dificulta progresivamente el mantener altas tasas de crecimiento. Un factor en la economía que ejemplariza ese handicap es la maduración de una economía a medida que ésta se desarrolla.

Todo este rollo teórico te lo he explicado para que entiendas el caso práctico en el que vivimos.
Fed-Funds-GDP-032014

El gráfico superior te muestra cómo el tipo de interés oficial en EEUU ha ido tendiendo a la baja para intentar mantener altas tasas de crecimiento económico (con menos intereses crece más el crédito).
Fed-Funds-SP500-032014

Este otro gráfico te muestra lo bien que le sienta a la bolsa convivir con un escenario de tipos en declive. Faltaría por adjuntar el gráfico de las minas sembradas en este proceso, es decir, ¿cuánto ha crecido el crédito para favorecer todos esos movimientos económicos? Esto es importante porque, a más pólvora, mayor explosión. Ahí va.

Ahora pregunto yo y piensas tú: si los tipos ya están casi a 0, ¿cómo continuará la fiesta?
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