jueves, 23 de mayo de 2013

TENGO VS PRODUZCO

En economía, existen multitud de herramientas de medición. Una de las variables más difíciles de medir es el concepto de riqueza, porque conlleva gran subjetividad. Esta dificultad, también presente en otros muchos conceptos económicos, hace de los modelos y teorías económicas meras aproximaciones a la realidad. Por eso, me parece un disparate utilizarlos como un molde de alta precisón para justificar medidas extremas de política fiscal y monetaria.

Dos elementos intuitivamente relevantes a la hora de cuantificar la riqueza material son "lo que poseo o tengo", y "lo que produzco o genero". Lo que poseo hoy me permite teorizar lo que aproximadamente podría obtener hoy en términos de bienes y servicios. En personas físicas podríamos referirnos al patrimonio. En las empresas podríamos aproximarlo a través del balance de situación. Lo que genero y/o espero poder generar en un futuro próximo, que podríamos identificar como la cuenta de resultados de un empresa o los ingresos de un individuo, me orienta sobre lo que potencialmente podría obtener en el futuro, los bienes y servicios que considero que podré adquirir.

Esta teorización no la hago para aburrirte sino para que entiendas, desde la raíz, la crisis que vivimos y las grandes y relevantes carencias conceptuales de la argumentación utilizada para implementar la respuesta oficial a la crisis.

Las crisis no son más que un empeoramiento de esas expectativas de lo que produzco y creo que produciré próximamente. Si ésta te coge con muchas reservas (poca deuda y/o mucho patrimonio), la crisis en menos profunda, menos grave, lo que la hace también menos duradera, porque tardarás menos en estabilizar tus cuentas y tu patrimonio, y necesitarás realizar menos ajustes, los cuales tienden a ralentizar/agravar más todavía la actividad y, por extensión, el problema.

Cuando llega una crisis, los individuos y las empresas que la sufren tienden a equilibrar sus cuentas (ingresos menos gastos) para equilibrar también su patrimonio o balance, que tenderá a incluir activos que ahora valen menos que antes, deudas que no han bajado de valor, y mayor dificultad para poder alargar la vida de esas deudas (refinanciarlas) para ganar tiempo que permita suavizar ese ajuste.

Normalmente, los anglosajones suelen utilizar mucho el ajuste mediante el "write-down", es decir, si tengo un activo que compré y/o valoré a $100 y ahora vale aproximadamente $70, pues lo reconozco hoy como una pérdida y en el futuro ya provisionaré más, si sigue cayendo su valor, o me daré un beneficio extraordinario al desprovisionarlo si recupera valor. Este era un principio de prudencia aplicado habitualmente hasta esta crisis. ¿Por qué se cambió la contabilidad para permitir evitar esa práctica? Porque ésta hubiera mostrado "insolvente" al conjunto de la banca mundial, con grandes pérdidas para el sector, los directivos, accionistas, y otros muchos. Por eso, las autoridades les dieron herramientas contables para no ajustar tanto a la baja su balance, para maquillar lo que poseo o tengo. La compra de activos cotizados por parte de los Bancos Centrales es otra forma arbitraria, socialmente injusta, y peligrosa para el sistema, de maquillar esos balances, ese "lo que tengo".

El siguiente paso fue centrarse en "lo que genero". Los tipos bajos ayudaron a suavizar los intereses de las empresas e individuos endeudados. Sin embargo, esta ayuda está siendo especialmente beneficiosa para la banca, que puede prestar mucho más caro de lo que le cobra el Banco Central, y las empresas cotizadas, que pueden emitir deuda barata como nunca en unos mercados financieros inundados de liquidez por esos mismos Bancos Centrales. A nivel macroeconómico, los gobiernos han preferido no ajustar mucho sus gastos a la espera de que sus ingresos fiscales vayan subiendo a medida que llega la recuperación. Como es habitual, esta decisión no ha respondido a criterios económicos argumentables sino al más puro populismo electoral de vender optimismo irreal frente al realismo.

Como esa recuperación no llega porque es una gran crisis la que hay que purgar, los gobiernos han justificado hasta el extremo el "gastar para producir" (aumentar el PIB) y así colaborar a que mejore la economía. ¿El precio? Aumentar radicalmente su endeudamiento, deteriorando sus finanzas públicas como jamás se ha visto. Como dato, quédate con que, antes de la crisis, la deuda pública de los gobiernos occidentales rondaba el 65% y hoy el 100% del PIB, y subiendo a velocidad meteórica.

¿Cómo justificas el no apretarte el cinturón público cuando tus números son todo menos amigos de la solvencia? Primero te agarras cual garrapata a una teoría económica conveniente y elaborada en un entorno económico muy diferente al actual, como la teoría keynesiana. Cuando Keynes proponía que, en época de crisis y ajuste del sector privado, los gobiernos dieran un empujón temporal a la actividad económica con un mayor gasto público, los gobiernos no tenían unas finanzas tan precarias por haber financiado muchos años de excesos en el gasto público. Es decir, hoy muchos argumentan sobre la necesidad y bondad de más gasto público como el que resume un partido teniendo en consideración sólo los veinte minutos en que su equipo fue superior al contrario.

Segundo, dices a todos que el balance no importa (para quitar importancia al descontrolado crecimiento de tu deuda) y que sólo importa lo que produzco, categorizando absurdamente al PIB como medida interplanetaria de la riqueza humana. Es entonces cuando muchos alaban la política de Obama y Bernanke porque su PIB crece a ritmos moderados frente al decrecimiento del de Europa. A nadie se le ocurre comentar que ese moderado crecimiento se forja con una nueva deuda pública que, como bien define Pedro Schwartz, no es más que un impuesto diferido, pues alguien tendrá que pagarla algún día. Yo añadiría una puntilla a esa buena definición de deuda pública: "impuesto diferido CON INTERESES ACUMULATIVOS". 

Fíjate hasta donde llega la estupidez de justificar medidas monetarias y/o fiscales que chocan con el sentido común. Todo se mide por el crecimiento del PIB, sin importar su calidad, es decir, si es sostenible por sí mismo o creado por medidas extraordinarias, si crece eficientemente, fruto de la economía de mercado, o a dedo por el dinero fácil y especulativo de los amos de la economía planificada, los Bancos Centrales.

¿Crees que exagero? Pues mira este ejemplo. Los desastres naturales son, evidentemente, un drama humano. Sin embargo, desde un punto de vista puramente económico, eventos excepcionales como el tsunami de Japón, el huracán Sandy, o los fuertes tornados de Oklahoma, son una bendición para la actividad económica según el absurdo de medir toda mejora en base al PIB.  

Me explico. El sentido común te dice que, el hecho de que el tsunami de Japón destruyera una riqueza estimada en cerca del 10% del PIB nipón, unos $500.000 millones, o que los tornados de Oklahoma ya se estime que puedan superar los $2000 millones en daños, es algo negativo económicamente, pues se ha destruido riqueza. Sin embargo, eso sería cierto si la riqueza no fuera EXCLUSIVA del PIB, algo que se da por intelectualmente correcto hoy, y que justica casi todo. Cuando ocurre un evento de ese tipo, la actividad económica se paraliza durante unos días, dañando el cómputo del PIB de ese trimestre. Sin embargo, tras unas pocas semanas, empieza el trabajo de reconstrucción, lo que genera grandes crecimientos económicos comparado con el ritmo de actividad que había previamente a los sucesos. Es decir, mercados y autoridades celebran económicamente lo absurdo, que parte de la riqueza se ha evaporado y que ahora empiezan a volver a crearla. Metidos ya en plena estupidez, que se financie esa reconstrucción con más deuda porque no hay dinero ahorrado, tampoco importa.

Keynes, como la mayoría de teóricos, dijo cosas razonables y alguna que otra absurda, por ejemplo cuando explicó que para reducir el paro, el gobierno podría contratar a parados para hacer hoyos en el suelo y luego volverlos a tapar. Es decir, si se crea algo, aunque sea inútil para la humanidad, lo contabilizamos como riqueza a través de la maravillosa herramienta que mezcla churras con merinas y que se llama PIB. Cuando pienso en nuestros dirigentes y sus medidas me viene a la memoria aquella frase de Winston Churchill sobre los americanos: "Americans always do the right thing... after exhausting all the alternatives."

domingo, 19 de mayo de 2013

¿CUESTIÓN DE SUERTE?

¿Crees en la suerte, en el azar? Se supone que cuando vas al bingo o al casino, el azar tiende a marcar el resultado final. En los mercados financieros, manipulaciones e información privilegiada a parte, el corto plazo tiene un gran componente de azar, porque las noticias que hoy puedan surgir y condicionar las cotizaciones son inagotables y, en buena medida, impredecibles (hablo de la época en que la noticias y los datos económicos afectaban a las cotizaciones).

Si yo te dijera que mi equipo de fútbol ha ganado todos los partidos del último trimestre, ¿pensarías que es suerte, que mi equipo es infinitamente mejor que el resto, que hace trampas? Si añadiera que, en ese trimestre han jugado cinco partidos a la semana y han ganado todos, ¿no te resultaría difícil creer que hayan ganado todos sin algún tipo de ayuda (arbitral)? Si te dijera que he ido cada día laborable al casino y que ganado todos los días (unos 60 al trimestre), ¿no te parecería imposible, anti estadístico?

Lo que para la mayoría es anitestadístico, para la banca no lo es, es algo casi habitual en muchos trimestres del año.  En el primer trimestre de 2013, ¿sabes cuántos días han tenido pérdidas por trading Bank of America y JPMorgan? 0. Morgan Stanley, 8 días ha sufrido pérdidas, y Goldman Sachs, 2 días. JPMorgan llegó a ganar en un día $200 millones. Bank of America ha mejorado, pues en el trimestre anterior sufrió pérdidas la friolera de 2 días.

Cualquiera que sepa cómo funcionan los mercados sabrá que es algo incuestionablemente imposible siguiendo las reglas del juego. Ni la evolución histórica que me enviaban de los fondos de Madoff era tan perfecta, y en aquel caso no dudé en comentar con mi equipo que eso parecía un fraude con todas las de la ley. Tampoco los gestores de mayor prestigio mundial aciertan en todas sus inversiones, Y MENOS A UN DÍA VISTA (hablamos de operaciones de cortísimo plazo). Si yo fuera fiscal y quisiera combatir los delitos económicos, estoy convencido de que ahí tendría un filón. 

Que cada uno piense lo que quiera. Yo vivo diariamente en los mercados financieros y te doy mi opinión: juegan con más cartas, con más información oficial y extraoficial, gracias a sus contactos políticos, su estrecha relación con la Fed, con las plataformas de negociación oficial y con otras opacas al público general. Disponen de dinero adicional oficial y barato para doblar las apuestas y enmendar errores, Fed mediante, y su contabilidad les ayuda a dosificar el reconocimiento de pérdidas (cuando las hay).

Lo que más me alucina de todo esto es que se atrevan a explicarlo públicamente, sin necesidad de esconderlo. ¿Te atreverías tú a presumir de que te ha tocado 15 veces seguida la lotería o pensarías que te iban a investigar (Hacienda, la Policía, etc) ante semejante conjunción de eventos improbables? Supongo que es la seguridad del que tiene buenos amigos y se siente muy cómodo en el sistema. Recuerda el dicho: "todos somos iguales, pero unos más que otros".
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