lunes, 27 de abril de 2015

ECONOMÍA DE MERCADO: ¿DÓNDE?

En ocasiones, la economía es tildada más de arte que de ciencia, y con razón. Todo lo que hace referencia a números y estadísticas es susceptible de diversas interpretaciones. Como dijo Winston Churchill: "Las únicas estadísticas que me creo son las que he manipulado yo personalmente".

Respecto a la economía americana y los mercados financieros se oyen constantemente opiniones dispares. Aunque la opinión más generalizada sería que la economía crece de forma anormalmente anémica, algunos opinan que la economía está entrando en una fase de fortalecimiento que, esta vez tras varios años de promesas y de espera, es la buena. Otros piensan que los números estadísticos de PIB, inflación, etc, dado que van siendo periódicamente "moldeados" por las autoridades en su cálculo, no reflejan la verdadera debilidad económica que vive hoy la economía. Todo ello mientras los mercados financieros cotizan los precios de los activos como si viviéramos en una época de gran crecimiento y desarrollo.

¿Hasta qué punto cotizan los mercados una bonanza económica muy superior a la realidad? Dado lo interpretativo de contestar dicha pregunta, considero útil utilizar varias referencias gráficas para analizar dicha relación entre cotizaciones y economía.

Las palabras de Bullard sugiriendo la posibilidad de más dosis de Quantitative Easing favorecieron una mayor descorrelación entre cotización en bolsa y evolución de la economía.


Tampoco las expectativas en los beneficios empresariales futuros parecen haber tenido incidencia alguna sobre las cotizaciones.
 

El crecimiento del Producto Interior Bruto tampoco ha sido un "driver" efectivo para las cotizaciones.


Hasta el patrón de los flujos de entradas y salidas de capitales en los mercados ha sido ignorado por las bolsas.


Las referencias históricas son hoy papel mojado para los mercados.


Queda claro quién mueve hoy los mercados, y no es la economía. Actualmente, éstos han dejado, en gran medida, de cotizar su percepción de la realidad económica para sustituirlo por una fe ciega en la planificación centralizada del COMECON moderno, que son los Bancos Centrales. Esperemos que esta época no acabe como lo hizo la antigua URSS, que no se caracterizó por un gran desarrollo en el nivel de vida ciudadano.
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