Para mí, fue
entonces cuando dejaste de actuar como un respetable servidor público y
empezaste a comportarte como un trilero en los mercados financieros al servicio
de los intereses particulares de los lobbies y de tu jefe. Desde entonces te
comportas como una "divinidad" manipuladora de los hombres que
implementa medidas que principalmente enriquecen a los más ricos y
colateralmente empobrecen a los más pobres, tal y como detalla el informe de la
Fed de Dallas o el del Banco de Inglaterra sobre el Quantitative Easing.
Creaste dinero
público que utilizaste para comprar la deuda de tu propio gobierno, una
aberración monetaria realizada para que tu jefe, Obama, siguiera gobernando sus
cuentas de forma irresponsable y populista, desde el irrealismo y la
insostenibilidad. Como legalmente no puedes comprar tu propia deuda, cuando él
la emite, envías a tus secuaces, los bancos privados (primary dealers), para
hacer el trabajo sucio de ir a la subasta y luego vendértela a ti (regalándoles
así las habichuelas por intermediar). En 2011, más del 60% de la nueva deuda
que emitía el gobierno de Obama se la comprabas tú. En 2012 ya ha sido cerca
del 75%. Claro, en el mundo real, los inversores libres no quieren la deuda de
alguien tan endeudado y cuyos planes prometen estarlo muchísimo más a cambio de
una rentabilidad ridículamente baja, propia de una burbuja financiera; la
primera que has creado tú solito. El desfase presupuestario de tu jefe es tan
gigantesco que resulta ridículo verle discutir por recortes tan pequeños sobre
el total. Te adjunto el gráfico del "gran recorte" de gasto por el
que tu jefe no es capaz de llegar a un acuerdo con sus contrincantes políticos.
Este gráfico es otra evidencia de cuan optimista hay que ser para creerte que
Occidente puede ajustar a la baja su tamaño público hasta uno sostenible.
Además, contrastaste con los traders del
mercado (operadores a corto plazo) cuántos Treasuries (bonos del Estado) debías
comprar para mover su precio, es decir, estudiaste metódicamente cómo manipular
al alza ("reflacionar" en la jerga oficial) diversos mercados con
dinero público y con mensajes mediáticos desde tu púlpito. Yo también quiero
que suba el precio de los activos, pero de forma sana para la economía, o sea,
fruto de la mejora en las perspectivas económicas y la liquidez en los mercados
financieros y no por la mera voluntad de un dictador desde su despacho oficial.
El hábito no hace al monje, aunque los mercados te rían temporalmente las
gracias mientras les enriquezcas con dinero público. La historia nos ha enseñado
repetidas veces que eso no acaba bien. Sí Ben, sí, te quieren por tu dinero, no
por tus políticas.
Inicialmente, tú
les sobornaste. Con dinero público creaste este monstruo especulativo que
utiliza el dinero casi gratis que le prestas para invertirlo en los mercados
cada vez que tú u otro "proveedor" monetario anunciáis que vais a
meter más dinero en algún activo. Después, el monstruo se ha hecho grande y
ahora es él quien manda, quien te chantajea: "o sigues metiendo dinero
para seguir enriqueciéndome, o vendo mis inversiones y derribo este castillo de
naipes monetario. Ben, la mayor evidencia de lo que te digo es que empezaste
con varios programas monetarios limitados en tiempo y magnitud y ahora no
puedes ni ponerle límite oficial a tu barra libre, pues cada vez que se ha
visto un final próximo, el monstruo ha montado en cólera cual adicto en pleno
síndrome de abstinencia y has tenido que plegarte ante él y darle más dinero.
Ben, ahora eres tú el rehén de tu propia manipulación, algo que pagaremos todos.
Actualmente,
alimentas a tu monstruo especulativo metiendo de media $116 millones por hora,
ó $2784 millones al día. ¡Qué éxito tu recuperación! La tasa de paro ha bajado
del 10% al 7,7% pero, como la propia Oficina Nacional de Estadística ha
reconocido, está positivamente influenciada por los parados que no encontraban
trabajo y se han ido a estudiar.
Como estudiar es
tan caro, los alumnos lo hacen pidiendo créditos, el 90% de los cuales los
avala el gobierno Federal. Vigila porque este otro monstruo de 1 billón de
dólares puede ser la siguiente mina que explote en las cuentas de Obama dado
que, a febrero de 2013, un 17% de los casi 40 millones de alumnos con créditos
acumulaba más de 90 días de retraso en el pago.
Tú ya sabes que las
crisis aumentan la brecha social, pero tus políticas la amplifican. Se
crea poco empleo y además con sueldos bajos. Como tú manipulas al alza los
costes de la energía (crudo y gas) y de las materias primas, lo contrario al
movimiento natural en plena crisis, las empresas defienden sus márgenes despidiendo
y/o pagando menos a sus empleados, ya que hay donde elegir, ya que existe un
exceso de capacidad. A las familias, les añades otro lastre a la renta
disponible ya debilitada por la caída de los ingresos: las subidas que provocas
en los alimentos y la energía (gasolina y electricidad). Hasta tus compañeras
de la Fed Sarah Bloom, Elizabeth Duke y Janet Yellen muestran su preocupación
por esta desigualdad social, que imposibilita un crecimiento económico
sostenible y eficiente. Ben, no nos engañemos, esta consecuencia era
previsible: si ya sabías que el 80% menos rico sólo posee del orden del 5% de
esos activos que manipulas al alza con dinero público, no podía ser de otra
forma. Estás gobernando para enriquecer a ese 20% que posee casi todos los
activos financieros. Por el contrario, si hubieras dejado caer los precios para
que reflejaran de forma natural y sana la debilidad de la demanda, el poder
adquisitivo de los menos pudientes hubiera subido. Pero claro, a ti te da miedo
la deflación.
La deflación
(caída de los precios) os da miedo a muchos economistas porque creéis que es el
origen de los males de Japón. Otros creemos que es el reflejo de los problemas,
no la causa en sí misma, aunque llevada al extremo provoque daños a la economía,
como ocurre con casi todo lo que nos rodea (beber vino, beber agua, hacer
deporte, trabajar, etc). Teméis entrar en una espiral deflacionista en la que
nadie compre (consuma) nada porque piense que dentro de unos meses todo estará
más barato. Sobre eso yo opino dos cosas. Primera, es malo que la gente
posponga las compras por esa perspectiva de caída de precios pero lo es también
que las adelante por la razón inversa, porque tú crees perspectivas de
inflación (de subidas de precios). Segundo, temer tanto a la deflación es no
creer en la más mínima elasticidad al precio de la oferta y la demanda. En
cristiano, es creer que si hoy los Ferraris costaran €50.000 no se comprarían
más, que si la energía costara menos, los consumidores no utilizarían ese
dinero adicional para comprar más zapatos o ropa o viajar o desendeudarse
aunque los precios de todo eso hubiera bajado. Es creerte que se venderán los
mismos helados o cervezas o entradas de cine a $3 que a $30. Es lo contrario a
cualquier evidencia económica, pues esta muestra que la cantidad demanda de
cualquier bien o servicio se ve afectado por su precio en alguna medida. Para
ti, no.
Ben, también has
utilizado más 1 billón de dólares de dinero público para comprarle a la banca,
con precios muy superiores a los que se venían contratando entonces, paquetes
de hipotecas en los que ésta se había quedado pillado. A la banca le has
prestado lo que no está escrito casi sin coste. Dudo mucho que ésta pueda
volver a vivir sin ti y tu maná gratuito, pues tener que refinanciar ese
endeudamiento a precios remotamente normales les volvería a hacer parecer tan
insolventes como antes de los rescates. Las acciones cotizadas, que algunos
dicen que están baratas, están siendo contempladas bajo el prisma insosteniblemente
positivo de que tu jefe y todos los de Occidente sigan gastando muchísimo más
de lo que ingresan (ayudando a sus ventas) y de que tú y tus homólogos nunca
normalicéis los tipos (casi regalándoles la financiación), algo contrario a
vuestros propios argumentos, según los cuales estas medidas que hacen tan
atractiva la renta variable son sólo temporales.
Tú juegas a que
el hábito hace al monje, a que si todos creemos en un espejismo, como la
economía depende mucho de nuestra forma de actuar y ésta de nuestras
perspectivas, podemos acabar haciendo realidad ese espejismo. Por eso destrozas
el activo sin riesgo (bonos del Estado) en la obsesión de que los inversores y
empresas asuman más riesgos, simulando lo que ocurre DE FORMA NATURAL cuando
hay bonanza económica. Sin embargo, si nunca podéis ni pensáis revertir esas
medidas temporales porque sería “game over” para tu espejismo en fase de
materialización, éstas ya no serán temporales y tu espejismo habrá fracasado en
el intento de hacerse realidad. Para que ese espejismo sea real debe haber una
bonanza económica dentro de un entorno económico con características propias de
esa coyuntura, y no de la ley marcial financiera actual. Los Bancos Centrales
lleváis cuatro años prometiendo normalizar la situación en cuanto vuestro
espejismo esté preparado, pero nunca llega ese momento, sólo el de seguir
prometiendo por mucho mas tiempo ese entorno de anormalidad financiera. No es
que nos falte paciencia ni fe sino que muchos pensamos, desde el principio, que
basar el futuro real en una irrealidad temporal que ya nos temíamos sería de
largo plazo, es una bomba de relojería. Creo que vuestras medidas han cavado un
hoyo tan profundo que os resulta imposible sacarnos de ahí. Habéis creado una
burbuja en torno a la deuda soberana y también en la corporativa (la
rentabilidad de los bonos a un paso de impagar ha bajado hasta niveles récord
nunca vistos).