Cuando uno hace
un experimento, parte de unas premisas, unos planteamientos iniciales a partir
de los cuales espera obtener unos resultados que analizar esperando que le
lleven a nuevas conclusiones que amplíen su conocimiento. Cuando creas una
divisa común, la macroeconomía te facilita el deducir algunos efectos, pero
otros te los irás encontrando por el camino. Como suele decirse, la experiencia
es un grado.
Tener tu propia
divisa y tu Banco Central implica poder regular tu masa monetaria, el dinero en
circulación, y el tipo de interés al que se paga/recibe en el corto plazo. Esto
es importante porque la divisa es un
factor natural de ajuste de una economía. Si tu país es poco eficiente, tiende
a importar (comprar fuera) más que exportar (vender fuera), lo genera un goteo
de salida de dinero de tu país hacia otros (netamente exportadores). Eso
tenderá a depreciar tu divisa, a hacer que valga menos, pues el dinero fluye
hacia otras. Esa pérdida de valor hará que importar sea más caro, y exportar,
más barato. Es decir, la fluctuación de la divisa produce, entre otros efectos,
un cierto ajuste de la eficiencia, del mismo modo que el handicap de los
jugadores de golf sirve para medir de forma relativa a los jugadores de un
torneo.
El tipo de
interés que tu Banco Central establece es la referencia a la que presta y paga
al sistema bancario (bancos y cajas) más/menos un diferencial. Los Bancos
Centrales utilizan esta herramienta para diferentes fines como: acelerar la
economía (bajando los tipos de interés que luego se trasladan a los créditos),
para enfriarla (subiéndolos cuando hay riesgo de mucha inflación en los
precios), para influir en la divisa (atrayendo capitales en busca de un tipo de
interés superior a los de otros países), etc.
La unión monetaria conlleva renunciar a esas
herramientas de ajuste, lo que creará desequilibrios a lo largo del tiempo que
acabarán en bruscos ajustes. La
teoría que subyace en el euro es que, si esos países compiten de igual a igual,
las eficiencias tenderán a ajustarse, de la misma forma que dos aguas juntas
tienden a igualar sus temperaturas. Pero esa eficiencia no se ha cumplido, o no
en una medida suficiente para evitar grandes desequilibrios tras una década de
experimento. Las diferencias culturales, de idioma, etc han jugado en contra.
Es decir, tras una década, los jugadores del “golf sin handicap” no tienden a
jugar todos igual de bien que los mejores, sino que unos suelen ganar mientras
otros suelen hacerlo fatal. Tras una década, los desequilibrios pasan factura,
y el experimento de “vamos todos a la misma velocidad cual pelotón ciclista”
demuestra que esa teoría de equilibrio generalizado, en las circunstancias
expuestas, no funciona.
Analicemos un
poco las consecuencias de la unión monetaria para países como Grecia, España,
etc.
- En el lado positivo: la estabilidad de una gran divisa ha favorecido el crecimiento al reducir las turbulencias financieras que dañan la economía. La reducción de costes por divisas y la certidumbre en la planificación empresarial y del consumo también irían en esa línea. En primer lugar, cronológicamente hablando, has recibido “fondos de cohesión”, regalos/cebos temporales de entrada en el club a los socios más pobres por renunciar al “handicap”.
- Lo negativo: los menos eficientes han tenido que competir con jugadores mejores, y llevan tiempo “perdiendo”, es decir, saliendo dinero del país ineficiente al eficiente. Además, tu divisa ha permanecido más fuerte que si hubieras estado tú sola/o (porque hay economías más fuertes que tú en ese grupo), lo que ha hecho que exportes menos durante estos años al exterior, y también a los de tu divisa (porque ya no hay handicap que ajuste). Los tipos de interés oficiales se han mantenido demasiado bajos para ti porque era lo que les convenía a las economías de los que mandan en Europa. Por un lado, ha crecido más la demanda interna (al contrario que la externa) espoleada por los créditos baratos. Por otro lado, ha generado burbujas (entradas de capitales excesivas/anormalmente grandes en algunos activos) que han acelerado el crecimiento temporalmente para luego colapsarlo cuando han reventado.
¿Y ahora qué? Una
opción, impracticable en mi opinión, es que los países más eficientes/ricos acepten
una quita por década de los menos eficientes. Lo único sostenible para la continuidad del euro es que los menos
eficientes lo sean más y se aproximen al resto, lo que pasa por una austeridad y
devaluación “interna” (bajadas de sueldos) difícil de vender políticamente porque
es duro socialmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario