La Unión Europea fue la prolongación del Mercado Común Europeo. La Unión monetaria, la creación del euro, data de hace poco más de una década, 1999, y supuso la culminación de ese proceso. Para un país como Alemania, la Unión Europea, y sobre todo monetaria fue algo más que un plan ideológico, fue una inversión.
Los Fondos de Cohesión eran una ayuda económica que recibían los nuevos miembros cuando tenían un nivel de vida inferior a la media de sus nuevos socios, para apoyar su desarrollo. Países como España los disfrutaron muy alegremente, sin darse cuenta que eso era una ayuda que después habría que pagar de una forma poco convencional, lo que hizo que parecieran un regalo.
El coste de dicha ayuda era que desaparecía la opción de favorecer los productos nacionales frente al resto, especialmente con la eliminación de la divisa como factor de ajuste competitivo (si la deprecias, exportas más porque eres más barato). Los países más ricos (normalmente más eficientes) podrían competir en igualdad en los mercados de sus socios menos eficientes (tanto nacionales como aquellos donde exportaban). Los Fondos de Cohesión eran un caramelo inicial para animarte a competir contra alguien que juega al golf mucho mejor que tú, a cambio de olvidaros del handicap. El resultado es que él ganará sistemáticamente y tú no, salvo que mejores hasta su nivel.
La teoría macroeconómica suponía que, al haber una sola divisa, la competitividad se igualaría, como cuando juntas el agua de dos recipientes y se igualan sus temperaturas. El problema es que la teorías económicas tienen en sus fundamentos premisas que no se cumplen en el mundo real. Sirven como aproximación pero no como predicción detallada. Por ejemplo, la proximidad cultural (del idioma, la historia, etc) pueden hacer que un fabricante holandés prefiera comprar un producto intermedio a un productor alemán en vez de a uno italiano, aunque el de éste sea más barato.
Alemania recoge desde hace años los frutos sembrados hace casi dos década. Durante años, subvencionó la entrada de nuevos socios en el club europeo, mientras empezaba a poder competir de tú a tú con ellos en sus países, fuera de ellos, y fuera de la zona euro. Además, tener una divisa con socios más débiles supuso tener una divisa más débil de la que tendría sola, lo que le hizo más competitiva fuera de la zona euro.
El coste de dicha ayuda era que desaparecía la opción de favorecer los productos nacionales frente al resto, especialmente con la eliminación de la divisa como factor de ajuste competitivo (si la deprecias, exportas más porque eres más barato). Los países más ricos (normalmente más eficientes) podrían competir en igualdad en los mercados de sus socios menos eficientes (tanto nacionales como aquellos donde exportaban). Los Fondos de Cohesión eran un caramelo inicial para animarte a competir contra alguien que juega al golf mucho mejor que tú, a cambio de olvidaros del handicap. El resultado es que él ganará sistemáticamente y tú no, salvo que mejores hasta su nivel.
La teoría macroeconómica suponía que, al haber una sola divisa, la competitividad se igualaría, como cuando juntas el agua de dos recipientes y se igualan sus temperaturas. El problema es que la teorías económicas tienen en sus fundamentos premisas que no se cumplen en el mundo real. Sirven como aproximación pero no como predicción detallada. Por ejemplo, la proximidad cultural (del idioma, la historia, etc) pueden hacer que un fabricante holandés prefiera comprar un producto intermedio a un productor alemán en vez de a uno italiano, aunque el de éste sea más barato.
Alemania recoge desde hace años los frutos sembrados hace casi dos década. Durante años, subvencionó la entrada de nuevos socios en el club europeo, mientras empezaba a poder competir de tú a tú con ellos en sus países, fuera de ellos, y fuera de la zona euro. Además, tener una divisa con socios más débiles supuso tener una divisa más débil de la que tendría sola, lo que le hizo más competitiva fuera de la zona euro.
De entrada, la crisis es mala para todos. Sin embargo, cuando ésta se prolonga, hace perecer a los competidores más débiles (muchos ubicados en los países menos ricos y menos competitivos). Las empresas más fuertes (muchas ubicadas en los países más ricos y competitivos como Alemania), captan el negocio de las que han perecido, lo que hace realidad eso de "salir fortalecido de la crisis".
A nivel nacional ocurre algo similar. Los países más fuertes en sus finanzas (normalmente los más competitivos) reciben grandes flujos de dinero que huyen temeroso desde los países más débiles. En Europa, mientras Grecia, Irlanda, Portugal, España e Italia sufren fuertes salidas de capitales de ciudadanos/inversores nacionales e internacionales que les debilitan más. Otros como Alemania disfrutan riadas de dinero entrando en sus fronteras, lo que mejora todavía más su economía. La falta de mecanismos macroeconómicos de ajuste, como la divisa, mejoran al que está mejor y empeoran al que está peor. Mientras unos (España, Italia, Irlanda, Portugal y Grecia) pagan un 5, 10, ó incluso 20% de interés anual al emitir bonos a 10 años, otros como Alemania se financian a menos del 2%, y en los plazos cortos hasta ha llegado a subastar a menos del 0%. También su mercado bursátil recibe dinero extra de los inversores internacionales.
En ese sentido, Alemania hoy se beneficia de esta prolongación de la crisis europea. Sin embargo, esta situación privilegiada no le durará siempre. Cuando se rompa el euro o se solucione de verdad, ese dinero volverá a salir de Alemania, creando turbulencias financieras que dañarán a su economía. Algo parecido le está pasando a China, que ha recibido dinero constantemente de inversores internacionales desde hace más de una década. Sin embrago, ahora, el temor a que se ralentice fuertemente su economía y a que pueda reventar su burbuja inmobiliaria y del crédito hace que parte de ese dinero huya, lo que incrementa sus problemas.
No me cansaré de repetir lo que les digo periódicamente al equipo comercial: si me das la máquina de hacer billetes, yo te hago una economía en la Luna. Te creo naves y las llevo hasta allí, creo centros comerciales, etc. El problema llega cuando dejo de meter dinero en el sistema y tiene que sostenerse por sí solo. Entonces la actividad se derrumba.
Mi metáfora no es más que un reflejo de lo que pasa en las economías cuando entra mucho dinero rápidamente. Todo es dulce. Se genera confianza hasta el exceso, y la prudencia queda guardada en un cajón. Mientras entra dinero, el sistema soporta casi cualquier forma de ineficiencia (la corrupción, el despilfarro, las inversiones fallidas, etc). Es después cuando llega la noche de los cuchillos largos, cuando hay que empezar a vivir/gastar/invertir haciendo números. Entonces, la realidad nos imprime con sangre en nuestras autocomplacientes y vanidosas mentes cuan idiotas e irreales hemos sido. Este principio sirve para la bonanza del que recibe dinero porque crece más que el resto, del que recibe dinero porque huye de sus vecinos con problemas, y para las inyecciones de dinero fácil de los Bancos Centrales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario