Se cuenta que el Caballo de Troya fue el instrumento que utilizaron los griegos para tomar la ciudad fortificada de Troya. Lo que los griegos no lograron por la fuerza lo hicieron mediante una ingeniosa estrategia. Se retiraron militarmente y dejaron allí el monumento de un gran caballo de madera. Los troyanos, quizás por temor a los dioses o quizás porque simbolizaba su victoria sobre el invasor, llevaron ese caballo a su ciudad. En su interior había varios griegos escondidos que aprovecharon la noche para abrir las puertas de la ciudad para que su ejército la tomara. Desde entonces, se utiliza la expresión Caballo de Troya o troyano al que logra algo sin mostrar sus intenciones. En la actualidad, esta expresión ha llegado hasta el mundo de la informática, donde sirve para llamar a aquellos virus que actúan sin ser detectados, aparentando normalidad de funcionamiento en el sistema.
El Banco Central Europeo (BCE) es hoy la herramienta de poder más relevante que la élite gobernante europea tiene sobre los líderes de dicha Unión. Los gobernantes europeos durante la creación del euro, en 1999, probablemente no podían ni imaginarse esta realidad. Debían pensar que al unificar la moneda y la dirección monetaria dando poderes el BCE simplemente renunciaban a dirigir unilateralmente la creación de moneda y a decidir los tipos de interés con que el Banco Central presta y remunera a las instituciones bancarias en sus transacciones de corto plazo. Hoy, en unas economías absolutamente financierizado, donde todo pasa por el crédito y la disponibilidad de liquidez, el amo de esa caja es, de facto, el rey del lugar.
En el artículo La libertad (del pueblo) da miedo a los que mandan te detallé algunas palabras del expresidente de República Checa Vaclav Klaus, entre las que te recuerdo "La destrucción de la democracia europea puede estar en su fase final." Klaus teme las intenciones de Barroso (hasta ahora ocultas) clamando por una federación europea (donde mandaría Alemania).
¿Quién manda hoy realmente en Europa? Quien dirige el BCE, es decir, los gobernantes a los que los miembros obedecen. ¿Cómo impone el BCE la voluntad de sus jefes? Amenazando con cerrar el grifo del dinero con que el BCE refinancia diariamente a los bancos.
Antiguamente, para someter a un reino debías invadirlo físicamente con tus tropas. Por eso, los regentes a menudo situaban la capital en el centro geográfico, en un intento de alejarse de un potencial invasor. En la época moderna, con la llegada de la democracia, el objetivo teórico sería tomar militarmente el Parlamento, eje del Estado de Derecho. Lo del BCE es mucho más sofisticado. Por ejemplo, que Irlanda no seguía la recomendación de Bruselas de aceptar el rescate bancario (y las medidas que lo acompañaban), pues el BCE le cerraba el grifo a sus bancos y éstos no duraban ni 48h. En cuanto el BCE les cierra el grifo de acceso al crédito, ningún banco se atreve a hacer negocios con ellos, pues su solvencia se ve gravemente amenazada sin acceder al crédito. Piensa que cerca del 90% del pasivo de los bancos son recursos ajenos. Sin poder refinanciarlos es imposible sobrevivir.
Más descarado fue el caso de Berlusconi, quien optó por no acatar las convenientes recomendaciones de Merkel y Sarkozy. Il Cavaliere osó amenazar con salirse del euro, con abrir la caja de los truenos. En ese instante, se activó el arma disuasoria monetaria. Dos días de caídas de la bolsa y especialmente de la banca italiana bastaron para que Berlusconi tuviera que dimitir, tras el cual esos grandes demócratas europeos sugirieron un nuevo líder, su amigo Monti. Independientemente de la animadversión que me genere la figura de Berlusconi, me repele la forma en que estos caciques europeos depusieron a un gobernante democráticamente electo para poner al suyo. Esto tiene un nombre y es contrario a la democracia.
Quizás pienses que exagero, por lo que voy a proponerte un ejercicio teórico. Imagina que hay un nuevo gobierno en un país europeo como, por ejemplo, Portugal. Imagina ahora que el nuevo gobierno no acata las políticas que exigen desde Bruselas o, para ser más preciso, desde Berlín con el apoyo (hasta día de hoy y ya veremos en 2014) de París. ¿Qué puede hacer ese legítimo gobernante si el BCE le amenaza con cerrar el grifo a sus bancos, que habitualmente son los principales compradores de la deuda de ese gobierno? No importa que probablemente yo coincida más con las recetas de Merkel que con las de ese nuevo gobierno. Ante todo, creo en la democracia, en la legitimidad antes de entrar a discutir ese contenido.
La crisis ha hecho mella en los sistemas socioeconómicos y políticos mundiales. La incapacidad de los gobernantes de superar una gigantesca crisis sembrada durante varias décadas de excesos está dando alas políticas a los partidos radicales. La precariedad económica es el mejor caldo de cultivo para el extremismo mientras que el desarrollo favorece el centrismo. En los próximos años veremos avanzar a partidos radicales de izquierda y derecha. El día que uno de esos partidos llegue al gobierno de un país europeo veremos la realidad identitaria que subyace en la Unión Europea. Un gobernante que gane las elecciones con sus argumentos radicales probablemente no tema las amenazas de la Merkel de turno de cerrarle el grifo, pues dará prioridad a librarse del dictado extranjero. Toma nota de lo que hoy te digo, que todavía queda mucha década.
Termino con una reflexión: todavía espero a que alguien me explique las ventajas de la unión bancaria europea, esa a la que Merkel ha relegado en la práctica hasta 2026. Personalmente, me alegro de que Merkel aplace esa nueva vuelta de tuerca hacia el totalitarismo europeo, aunque no lo haya hecho por su gran sentido democrático sino para evitar que otros se unan, pongan luz y taquígrafos en sus leprosas Cajas alemanas, y hasta les obliguen a declararse en quiebra.
Termino con una reflexión: todavía espero a que alguien me explique las ventajas de la unión bancaria europea, esa a la que Merkel ha relegado en la práctica hasta 2026. Personalmente, me alegro de que Merkel aplace esa nueva vuelta de tuerca hacia el totalitarismo europeo, aunque no lo haya hecho por su gran sentido democrático sino para evitar que otros se unan, pongan luz y taquígrafos en sus leprosas Cajas alemanas, y hasta les obliguen a declararse en quiebra.
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