En los últimos meses, algunos amigos y clientes me consultan
sobre lo animados que están los mercados, principalmente la bolsa. Sus
inversiones les hacen sentir bien porque en general han subido bastante, pero
su sentido común les retuerce las neuronas porque ven que, al margen de la
modesta mejora coyuntural en España, la economía real no está como para tirar
cohetes. Por eso, tanta fiesta bursátil sin motivo aparente, les inquieta.
Yo les digo lo mismo que hace un año: los mercados están
como están, encantados de haberse conocido e ignorando diversos riesgos incluso
cuando éstos se materializan. Lo que hoy les rige es la pura creencia de que Bernanke, Draghi, and company van
a seguir enriqueciéndoles con dinero público sin titubear y hasta el fin de los
siglos. Implícitamente, confían en que los estamentos oficiales no permitirán que los mercados se ajusten a la realidad cuando esa realidad consista en bajar. Por absurdo e insostenible que parezca, y lo es, piensan que los gobernantes van a hacerles ricos con su barita mágica pase lo que pase en el mundo real. Toda una buena definición de "burbuja oficializada".
Hace cuatro años, en el inicio de esta moderada recuperación
económica, se argumentaba que, aunque era moderada y eso no era lo normal
históricamente, con el tiempo iría a más. Por si no tienes claro dónde estamos hoy, te
adjunto el gráfico de la evolución del PIB mundial tras muchos billones de dólares metidos a dedo por los principales Bancos Centrales del planeta. Antes de la crisis, la economía mundial llegó a crecer al 5%.
Igualmente se decía de la creación de empleo, una
variable económica que tarda en reflejar la mejora, que se fortalecería gradualmente. Tras cinco años de peligrosos experimentos monetarios, la
maquinaria apenas funciona a medio gas. Con todo esto justificaban un rally
bursátil tras otro mientras que, en la práctica, era principalmente el anuncio
de más dinero especulativo y barato desde los Bancos Centrales lo que provocaba
los tirones al alza de los mercados.
A menudo, en los mercados económicos existe la opinión sistemática entre sus profesionales de que el futuro será positivo, cuando no boyante. Nunca reconocen que la práctica sectorial puede haberse pasado tres pueblos y que en los próximos años debería moderarse, lo que a menudo supone decrecer temporalmente y, en consecuencia, dejar de ganar tanto. Este realismo es demasiado duro de aceptar cuando uno se ha de levantar todos los días para ir a trabajar a ese sector. Por ello, hay que agarrarse a cualquier clavo ardiendo. Si la estadística me apoya, perfecto. Si no, me agarro al “esta vez será diferente”.
A menudo, en los mercados económicos existe la opinión sistemática entre sus profesionales de que el futuro será positivo, cuando no boyante. Nunca reconocen que la práctica sectorial puede haberse pasado tres pueblos y que en los próximos años debería moderarse, lo que a menudo supone decrecer temporalmente y, en consecuencia, dejar de ganar tanto. Este realismo es demasiado duro de aceptar cuando uno se ha de levantar todos los días para ir a trabajar a ese sector. Por ello, hay que agarrarse a cualquier clavo ardiendo. Si la estadística me apoya, perfecto. Si no, me agarro al “esta vez será diferente”.
En los mercados financieros, tras cinco años de peligrosos inventos
monetarios y ver que “esto sigue sin arrancar”, los hooligans del mercado se
agarran a lo que pueden. En la deuda soberana, saben que, más allá de la
manipulación directa de los Bancos Centrales sobre los mercados de deuda, no
pueden económicamente justificar tipos de interés tan bajos en la deuda
soberana de unos gobiernos súper deficitarios, súper endeudados y que vuelan a velocidad
de vértigo hacia la insolvencia.
En bolsa, la mejora en los beneficios empresariales solía
ser el argumento más sólido y recurrente. Obviamente, nadie reparaba en si esos
crecimientos estaban adicionalmente favorecidos por una contabilidad mejorada para el entorno
que vivimos (frente a cómo se contabilizaba hace cinco años). Tampoco ha importado que casi la mitad del
crecimiento vivido en esos beneficios empresariales en las empresas cotizadas en
estos cinco años haya sido por un extraordinario positivo: las decisiones e
intervenciones de los Bancos Centrales para bajar los tipos de interés oficiales
y artificialmente también en los mercados de deuda.
En realidad, a los mercados les ha importado un bledo que
esa economía no fuera como se estimaba (y sistemáticamente rebajada cuando se materializaba), ni que esos resultados empresariales, aunque crecieran, lo hicieran
también menos de lo estimado. Las tensiones políticas
nacionales e internacionales globales tampoco han sido relevantes. Para los
hooligans sólo existen Bernanke, Draghi, Carney, Yellen, etc y el “show me the money”.
Como sólo cuenta el flujo monetario que el cacique del Banco
Central promete, el apalancamiento (inversión a crédito) ha vuelto a los
niveles sistémicamente peligrosos de hace cinco años, pero con una diferencia,
que entonces eras una bonanza económica la que generaba esa excesiva confianza
en que las cosas durarían bien eternamente, y ahora es una burbuja monetaria en
esencia la que ha empujado a esa arriesgada situación. Bernanke ha aplicado su teoría
del “si manipulo la percepción de la realidad de los borregos durante el
tiempo suficiente, al final se generará esa realidad porque los borregos actuarán como si ésta
existiese de verdad”. Toda una dosis de fanatismo ideológico complementado con un profundo desprecio por las libertades y derechos induviduales.
Actualmente, el Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS)
advierte de que el shadow banking (endeudamiento bancario opaco a las
herramientas habituales de medición de riesgos) vuelve a estar en máximos de
todos los tiempos. S&P también ha advertido de que el endeudamiento
empresarial, medido como deuda neta sobre el EBITDA que se genera, vuelve a niveles récord (esto ocurre porque las empresas se han reestructurado y saneado
y, ante la falta de crecimiento futuro, han preferido endeudarse para financiar
el aumento de los dividendos y la recompra de sus propias acciones más que
invertir en ampliar su negocio). Podemos sumar además todas las advertencias
mundiales sobre posibles nuevas burbujas inmobiliarias que te he comentado recientemente. A todo esto cabe añadir
la carta que la Fed y la Office of Comptroller of Currency ha enviado esta
semana a los grandes bancos pidiéndoles prudencia en la concesión de créditos
comerciales de alto riesgo, los cuales se sitúan en niveles previos a la
crisis. En EEUU, la morosidad de esa burbuja de un billón de dólares en préstamos a estudiantes sigue haciendo nuevos máximos. También crecen sin tregua el número de americanos que participa de los programas de ayuda nutricional: casi 50 millones.
El siguiente gráfico muestra otro prisma de esa misma realidad
donde hoy vivimos: los bancos centrales han inundado de dinero el mercado monetario, pero la banca, por diversas razones que te he comentado muchas veces,
no lo presta al sector privado sino que lo guarda en el Banco Central o sólo lo
presta al gobierno. Otra evidencia de lo que ocurre cuando me empeño en
gobernar cambiando realismo por fanatismo ideológico+amiguismo. No hace falta
ser un genio para deducir cómo lo pasa la economía privada en un sistema socioeconómico moderno, habituado
al crédito abundante, creciente y barato, cuando éste desaparece. Es un Titánic
macroeconómico y los asientos disponibles en los botes de salvamento no son
para el conjunto socioeconómico sino para unos pocos privilegiados.
Como hoy sólo importan los flujos de capitales baratos que inyectan los Bancos Centrales, y el resto son parafernalias que sirven para rellenar diarios e informes de analistas, te adjunto un gráfico que es una de las mejores radiografías de ese sistema especulativo aplicado a la bolsa: las posiciones especulativas a crédito medidas a través de las garantías exigidas para poder mantenerlas (abiertas). Buena parte de la subida bursátil de los últimos cinco años está siendo financiada con el dinero fácil que los BCs han prestado a sus cercanos (los bancos) y también aplicado a los mercados, en vez de con el ahorro generado fruto de la creación de riqueza. Un sistema insano por su creciente adicción al crédito (fácil). En vez de crear riqueza, que es lento y requiere esfuerzo, crean billetes nuevos.
¿Exuberancia irracional? ... ¿ya te has olvidado de cómo termina?
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