Hace más de un año empecé a escribir este artículo. Pensé que las decisiones políticas y monetarias para abordar esta crisis eran bombas de relojería, pero me lo guardé, dando así a la realidad futura e incierta el beneficio de la duda. Quise esperar y ver si, como me temía, Grecia era absolutamente insolvente, y la economía mundial se apagaba cada vez que se diluía el efecto de los estímulos monetarios. Hoy, tras otro rally en los mercados financieros fabricado por los Bancos Centrales, no por la bonanza económica, cero que ha llegado el momento de acabar mi artículo. Quizás sea porque, como en 2007, identifico casi dos decenas de cosas relevantes que no me cuadran.
Parece claro que la crisis actual está activando grandes cambios en todo Occidente. Cosas que antes eran implanteables, como la insolvencia de los gobiernos, o las manipulaciones masivas oficiales de los mercados financieros, hoy son realidad. La mala noticia es que el sistema socioeconómico occidental, tal y como lo conocemos y como lo hemos vivido, toca a su fin. La buena, que estos procesos duran años, así que sigue durmiendo tranquilo. No mires a largo plazo, vive el momento. Sigue pensando ingenuamente que la última inyección de dinero de los Bancos Centrales es la buena, que será la última porque a partir de mañana todo será económicamente mejor para todos. Esto es lo que llevamos años esperando entre continuas promesas, pero el cáncer no retrocede. Quizás esta medicina no sea efectiva (yo nunca creí que lo fuera), y sus efectos secundarios pueden ser devastadores. Quizás sólo sea un sedante que reduce temporalmente el dolor mientras te daña por dentro. Las políticas aplicadas actualmente minan las bases más esenciales de la economía de mercado, porque anulan la justicia social que ésta aporta (los ciudadanos premian con sus recursos a quien les mejora la vida) y destruyen su eficiencia (el mercado refleja las libres decisiones de los consumidores/inversores). Verdad o mentira, no importa. Si sirve para sentirnos mejor, si suena optimista, ya es política y socialmente correcto. Total, llevamos décadas haciéndolo.
Por desgracia, llevar décadas haciendo cosas cuyos efectos nocivos ves pero voluntariamente ignoras no garantiza que puedas seguir haciéndolo eternamente. Los Imperios no caen en un día, sino que requieren años de autocomplacencia, injusticia, e inadaptación a la realidad del entorno. Como sociedad, nuestro egocentrismo nos impide ver lo que ocurre a nuestro alrededor, y nuestra cobardía silencia cualquier neurona que nos sugiera la necesidad de realizar importantes cambios y/o sacrificios.
Quizás pienses que exagero porque sólo ves lo que hay hoy y legítimamente te agarres al realismo de "vale, las cosas no van tan bien como hace cuatro años, pero no están tan mal". Es cierto, pero que tus brazos o tus piernas estén hoy como ayer, no es signo inequívoco de que no tengas una enfermedad grave. Para mí, y muy a mi pesar, sí hay signos inequívocos de grandes cambios en proceso. Los grandes cambios traen grandes efectos, y nunca los reyes ni sus señores feudales, o cualquier otra forma de casta dominante, han cedido ni alegre ni pacíficamente su poder. Espero que esta vez sea diferente, incluso deseo que no sea necesario ese cambio evolutivo.
Parece claro que la crisis actual está activando grandes cambios en todo Occidente. Cosas que antes eran implanteables, como la insolvencia de los gobiernos, o las manipulaciones masivas oficiales de los mercados financieros, hoy son realidad. La mala noticia es que el sistema socioeconómico occidental, tal y como lo conocemos y como lo hemos vivido, toca a su fin. La buena, que estos procesos duran años, así que sigue durmiendo tranquilo. No mires a largo plazo, vive el momento. Sigue pensando ingenuamente que la última inyección de dinero de los Bancos Centrales es la buena, que será la última porque a partir de mañana todo será económicamente mejor para todos. Esto es lo que llevamos años esperando entre continuas promesas, pero el cáncer no retrocede. Quizás esta medicina no sea efectiva (yo nunca creí que lo fuera), y sus efectos secundarios pueden ser devastadores. Quizás sólo sea un sedante que reduce temporalmente el dolor mientras te daña por dentro. Las políticas aplicadas actualmente minan las bases más esenciales de la economía de mercado, porque anulan la justicia social que ésta aporta (los ciudadanos premian con sus recursos a quien les mejora la vida) y destruyen su eficiencia (el mercado refleja las libres decisiones de los consumidores/inversores). Verdad o mentira, no importa. Si sirve para sentirnos mejor, si suena optimista, ya es política y socialmente correcto. Total, llevamos décadas haciéndolo.
Por desgracia, llevar décadas haciendo cosas cuyos efectos nocivos ves pero voluntariamente ignoras no garantiza que puedas seguir haciéndolo eternamente. Los Imperios no caen en un día, sino que requieren años de autocomplacencia, injusticia, e inadaptación a la realidad del entorno. Como sociedad, nuestro egocentrismo nos impide ver lo que ocurre a nuestro alrededor, y nuestra cobardía silencia cualquier neurona que nos sugiera la necesidad de realizar importantes cambios y/o sacrificios.
Quizás pienses que exagero porque sólo ves lo que hay hoy y legítimamente te agarres al realismo de "vale, las cosas no van tan bien como hace cuatro años, pero no están tan mal". Es cierto, pero que tus brazos o tus piernas estén hoy como ayer, no es signo inequívoco de que no tengas una enfermedad grave. Para mí, y muy a mi pesar, sí hay signos inequívocos de grandes cambios en proceso. Los grandes cambios traen grandes efectos, y nunca los reyes ni sus señores feudales, o cualquier otra forma de casta dominante, han cedido ni alegre ni pacíficamente su poder. Espero que esta vez sea diferente, incluso deseo que no sea necesario ese cambio evolutivo.
En la vida económica, se van sucediendo épocas de expansión con otras de moderación o contracción. Estas últimas son necesarias para absorber los excesos cometidos en las primeras. Las políticas de apoyo social de los gobiernos ayudan a que los ajustes sean socialmente menos dolorosos, y también menos duraderos, porque la transferencia de riqueza hacia los que han reducido drásticamente sus recursos hace que éstos reduzcan menos su nivel de actividad, lo que hace que la crisis coyuntural sea menor que sin la ayudas. Por desgracia, también asistimos a una transferencia arbitraria de riqueza hacia los que más tienen, pero por vías diferentes (subvenciones, avales, adjudicaciones, haciendo subir el precio de sus activos, etc). La políticas monetarias de los Bancos Centrales, bajando los tipos de interés, favorecen la reactivación económica, abaratando la financiación de nuevas inversiones y nuevo consumo, y reduciendo la presión existente en los sobreendeudados. Sin embargo, si se aplican de forma extrema generan daños colaterales como la inflación en los alimentos, la energía, burbujas especulativas, turbulencias financieras, etc.
¿Cuál es el problema de las políticas actuales? El mismo que en casi todas las facetas de la vida, los excesos son malos, y tendemos a cometerlos en las cosas que nos hacen disfrutar. Dicen que tomar una copa de vino tinto en la comida reduce las probabilidades de infarto, pero es evidente que tomar un botella es contraproducente. El problema es que nuestros dirigentes políticos y monetarios abusan de esas buenas políticas económicas y sociales porque anteponen criterios electorales y de amiguismo a los sectores influyentes, frente a otros racionales, fruto de siglos de estudio. Las consecuencias son claras, mejoras una situación hoy a costa de empeorar mucho más el futuro. Cada crisis, repetimos el proceso magnificando el problema. Cada vez, la mochila de la realidad está más llena de ajustes naturales pendientes, por eso, cada vez necesitamos crear un burbuja mayor para compensar el estallido de la creada anteriormente.
Es imposible salvar a todos los bancos, gobiernos, empresas, y ciudadanos del mundo que son insolventes. Es además injusto porque lo son POR SUS PROPIAS DECISIONES y que han disfrutado durante años. No existe dinero suficiente, y si lo creas manualmente desde los bancos centrales, no creas riqueza, sólo distribuyes la existente dándosela a dedo a unos y quitándosela a la mayoría, además de crear distorsiones peligrosas para la economía y la convivencia social. Esas decisiones incentivan a los beneficiados arbitrariamente a seguir siendo igual de ineficientes, de temerarios, etc, porque piensan que podrán seguir saltando con red, por eso son absolutamente contrarias a los principios de la economía de mercado. Además, necesitarás repetir el proceso periódicamente en la medida en que esos sujetos sigan cometiendo excesos que acaben chocando con la realidad. ¿Acaso crees que la banca a es hoy muy prudente porque Obama salvara, con cargo al contribuyente, a American International Group para que aquella no perdiera los €50.000M que le debía? ¿Crees que las operativas de alto riesgo, tanto en mercados organizados como entre particulares (Over The Counter), han sido sustituídas por algo de prudencia? Te prometo que no. En ese sentido, te recuerdo que hace poco que UBS perdió más de $2.000M por las operaciones de un solo empleado (y no era ningún alto directivo), y que MF Global, Primary Dealer de la Fed, ha quebrado por las pérdidas generadas en inversiones apalancadas entre 30 y 40 veces, parecido al apalancamiento de Lehman Bros.
Cuando parecía que los Bancos Centrales ya habían llegado al peligroso extremo de mantener durante varios años tipos de interés nominales cercanos a 0, y reales negativos (menores que la inflación), siguieron dando más vueltas de tuerca. Decidieron crear dinero a troche y moche, y no por necesidades de la economía sino para regalarle a la banca beneficios fáciles y rápidos y a sus gobiernos (vía la banca) seguir gastando sin límite.
En mi opinión, una de las mayores actuales fuentes de riesgo sistémico global es que el sistema financiero da por hecho que los Bancos Centrales les van a prestar hasta el infinito (algo lógico visto lo visto), que meterán el dinero necesario para hacer subir los mercados y así enriquecerles a ellos, y que los gobiernos no les dejarán caer por muy insolventes que sean (véase Dexia, las Cajas en España, o la próxima recapitalización de los bancos griegos con dinero público). Creo que Occidente está siguiendo al pié de la letra el manual de "autodestrucción" de su nivel de vida actual, creando una burbuja, para salvar principalmente a los bancos y a los gobiernos de las que se han creado y disfrutado anteriormente. Esta sensación de absoluta seguridad/impunidad sobre las posibles consecuencias negativas de mis actos la veo totalmente instaurada en los mercados financieros. Es otro paso de gigante en el proceso de autodestrucción. No quiero que me creas, quiero que lo pienses por ti mism@.
Hace poco leí una expresión que me pareció bastante acertada: cuando se desconecta el riesgo de sus consecuencias, todo el sistema está en riesgo. En eso ha consistido precisamente la reacción oficial a esta crisis: los errores de algunas empresas, ciudadanos e instituciones públicas los pagamos todos los ciudadanos mediante la implementación de una serie de políticas orientadas a transferir la riqueza presente Y FUTURA del prudente al imprudente, de diligente al negligente, del que se esfuerza al que despilfarra, del eficiente al que vive del cuento. Y lo peor, lo visten de bondad social, cuando la realidad es que, muchos que ni las han hecho ni las han disfrutado, sufren las consecuencias de estas duras circunstancias y no son precisamente los beneficiados con las medidas aplicadas.
Que nos suban brutalmente los impuestos para ayudar a cada día más gente sin hogar, o con problemas para alimentar a su familia, es algo que creo que la mayoría aceptamos. Pero ver que se sigue utilizando para seguir metiendo dinero público en empresas no solventes (por ejemplo una aerolínea), en fundaciones afines a la ideología del partido gobernante, para pagar a las concesionarias de autopistas porque su proyecto no les ha salido bien, o para regalar beneficios a un sector, no tiene nada que ver con la solidaridad social. Simplemente, es el deporte global de moda: privatizar beneficios (cuando las cosas va bien) y nacionalizar pérdidas (cuando van mal).
Otro daño que crean estas políticas es el descontento social y arriesgan la convivencia pacífica. Aunque sea intuitivamente y de forma poco exhaustiva, la población ve como sufre y se empobrece mientras detecta beneficios a dedo para algunas castas sociales. En los últimos meses he oído demasiadas veces "por menos hubo dos guerras en Europa". Si crees que Grecia, Oriente Medio, o el Norte de África son casos aislados, creo que te equivocas. Piénsalo, ¿qué probabilidad le habrías dado hace pocos meses a que cayeran casi simultáneamente diversos dictadores instaurados en el poder desde hace décadas? Yo ninguna.
No te ciegues por los titulares de las noticias o por los datos publicados, busca más a dentro para calibrar la realidad. No es que las buenas noticias y/o datos que te cuentan no sean ciertas, es que suelen faltar otros detalles que las templan. En eso consiste la autocomplacencia de una sociedad, y es lo uno de los principales frenos al cambio, a la evolución natural, al instinto de supervivencia. Desde arriba se tienden a dificultar los cambios porque suelen conllevar sustituciones en el liderazgo de la manada.
Cuando asistamos a algunos cambios bruscos en nuestra sociedad, algunos máximos responsables dirán que ha sido mala suerte, circunstancias imprevistas, pero no será cierto. Mala suerte es un terremoto de escala 9 seguido de un tsunami que entra hasta 5Km en tierra firme. Lo nuestro será, como dicen los anglosajones, "an accident waiting to happen".
Termino con una pregunta: ¿conoces algún país que haya conseguido mejorar su nivel de vida a base de crear billetes de forma masiva? Yo no. A los mercados, sin embargo, les gusta agarrarse al "esta vez será diferente".
No hay comentarios:
Publicar un comentario