Resulta imposible entender las políticas aplicadas por los Bancos
Centrales en la crisis sin conocer el papel que éstos le otorgan a la
inflación. La inflación es el aumento de los precios y la deflación lo
contrario, la caída de los precios. En circunstancias normales, la economía
convive con una cierta inflación. Esta se produce porque la demanda de bienes
y servicios aumenta y la oferta (de los productores) necesita tiempo para
aumentar su producción y hacer frente a dicho incremento de la demanda. La
deflación sería la inversa, cuando sobra capacidad productiva para satisfacer
la demanda existente, entonces, los precios bajan.
La primera cuestión relacionada con la inflación es cómo medirla, es
decir, qué bienes y servicios incluyo y con qué peso para hacer la media del
crecimiento/decrecimiento de los precios. Habitualmente hablamos del IPC
(Índice de Precios al Consumo), aunque existen muchos otros indicadores. Los
servicios oficiales de estadística realizan una “teórica cesta de la compra”,
es decir, deciden qué bienes y servicios se incluyen en el índice.
Por ejemplo, el IPC americano indica una subida anual de precios próxima al 3%, sin embargo, según la forma de cálculo subiría mucho más. El American Institute for Economic Research realiza ese cálculo quitando algunos elementos que no suelen cambiar de precio y que distorsionan el índice, por ejemplo, la cuota de la hipoteca, que se mantiene constante. El resultado es una subida del 8%, donde elementos como el combustible y los costes de transporte han subido del orden del 20%. En la reciente comparecencia de Bernanke ante el Comité Financiero del Senado, el Senador presidenciable Ron Paul acusaba a aquél de mentir cuando minimiza la inflación. La inflación es un tema importante para valorar las políticas de la Fed porque éstas afectan al nivel de los precios.
Por ejemplo, el IPC americano indica una subida anual de precios próxima al 3%, sin embargo, según la forma de cálculo subiría mucho más. El American Institute for Economic Research realiza ese cálculo quitando algunos elementos que no suelen cambiar de precio y que distorsionan el índice, por ejemplo, la cuota de la hipoteca, que se mantiene constante. El resultado es una subida del 8%, donde elementos como el combustible y los costes de transporte han subido del orden del 20%. En la reciente comparecencia de Bernanke ante el Comité Financiero del Senado, el Senador presidenciable Ron Paul acusaba a aquél de mentir cuando minimiza la inflación. La inflación es un tema importante para valorar las políticas de la Fed porque éstas afectan al nivel de los precios.
La profundidad y duración de la crisis ha hecho que el consumo caiga y
se tienda a la deflación. Un ejemplo claro son los sueldos. Al haber un exceso
de capacidad productiva mundial, las empresas han reducido sus recursos
productivos, entre otros, el personal. Esto ha hecho aumentar el paro
notablemente. En consecuencia, hoy las empresas pueden contratar más barato y/o
mantener los sueldos actuales sin aumentos.
A los dirigentes de los Bancos Centrales Occidentales les da pánico la
deflación, porque Japón entró en crisis hace dos décadas y no ha conseguido
terminar con ese permanente ajuste de precios a la baja. Personalmente, creo
que confunden causa con efecto. La deflación no es el problema sino el síntoma,
el efecto del problema existente, de la misma forma que la fiebre es un
indicador de enfermedad y no su causa. Tengan razón o no los Bancos Centrales
en su miedo a la deflación con Japón como referencia, lo que es evidente es que
están haciendo lo mismo que hizo el Banco de Japón. Están inundando la economía
de liquidez, no porque a ésta le falte sino porque intentan solucionar el
problema de solvencia de la banca con un exceso de liquidez, creando bancos "zombies".
También están cometiendo otra irregularidad, están creando billetes para financiar a sus
gobiernos porque los mercados, que son quienes suelen, pueden y deben financiarlos, no
están dispuestos a seguir financiando a unos gobernantes irresponsables de sus
cuentas, y que llevan muchos años haciendo promesas que nunca cumplen. El
tiempo dirá, y quizás tú recordarás este artículo, si los Bancos Centrales son
capaces de subir los tipos y dejar de regalar dinero a bancos y gobiernos, si
esas medidas temporales (que duran ya 3 años) realmente lo son, si el sistema
financiero es capaz de curarse de su actual adicción al dinero fácil sin
quebrar en el proceso. Como ya sabes, yo no creo que nunca hubiera una
estrategia analizada de salida de esta extrema situación, sólo una entrada en
una huida hacia delante que terminará cuando el sistema financiero global sufra
algún tipo de colapso.
Como he comentado en otros artículos, yo no creo que el problema sea
la inflación (subida de los precios) ni la deflación (caída de éstos), sino la
magnitud del movimiento. Las expectativas de cambios importantes en los precios distorsionan el comportamiento racional de los consumidores y las empresas por la incertidumbre que generan. Estos aceleran o retrasan sus operaciones, no por necesidad real sino
para evitar pagar/recibir más/menos en un futuro.
Cuando la inflación americana se acercó a 0, Bernanke intentó crear inflación imprimiendo billetes, aumentando la masa monetaria. Bajo el programa Quantitative Easing 2 metió $600.000M en los mercados financieros. Como era previsible, eso hizo subir las bolsas, los bonos corporativos, las materias primas, e hizo depreciar el dólar. La inflación subió, pero no porque mejorara la actividad de forma sostenible, ni porque se acelerara la creación de empleo sino porque se produjo una subida, sostenida a día de hoy, de algunas materias primas como los alimentos. La Fed quiso manipular los mercados financieros jugando a ser quien pusiera los precios de los activos. Decidió sustituir a la economía, que está formada por las libres decisiones de millones de ciudadanos y que produjo una caída en los precios por la debilidad económica de la crisis, por su criterio.
En consecuencia, a la banca, además de prestarle muchísimo y barato, les regaló
la subida de los mercados, y a los que perdieron sus sueldos, encima les ha castigado
con una subida en el precio de los alimentos del 24%, según el índice de
alimentos de la Food and Agriculture Organization de Naciones Unidas (ver gráfico). Por si
fuera poca la injusticia de dichas medidas, estas políticas generan además
grandes movimientos especulativos en los mercados, lo que supone una dosis
importante de riesgo sistémico.
En resumen, la inflación reduce el poder adquisitivo de los ciudadanos
y de las empresas. Los Bancos Centrales intentan crearla para que valga menos
el exceso de deuda de los bancos y de los gobiernos. Eso es una mera
transferencia de riqueza, un impuesto a todos para esos dos colectivos, que se
añade a los impuestos de los gobiernos.
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