lunes, 30 de marzo de 2015

KRUGMAN Y SU DISTORSIONADO KEYNESIANISMO

En varias ocasiones te he comentado que Keynes se volvería a la tumba si hoy levantara la cabeza y viera cómo algunos famosos economistas están manipulando la aplicación de sus teorías económicas. Y es que las teorías económicas, como la mayoría de las cosas, tienen su lugar y su momento apropiado, fuera del cual pierden buena parte de su sentido, de su aplicación. Por ejemplo, cuando Keynes proponía que el Estado gastara más en tiempos de crisis para suplir temporalmente la caída de actividad del sector privado lo hacía desde un punto de partida de su época: los Estados no estaban hiper endeudados como ocurre hoy, tras varias décadas gastándose el dinero que no tenían y, consecuentemente, acumulando una deuda gigantesca.

Si partimos del absurdo actual de que un banco central puede crear tanto dinero nuevo como quiera sin apenas consecuencias, entonces estoy de acuerdo con Paul Krugman y otros hooligans del dinero fácil en que los déficits no importan, ni la deuda emitida para poder financiarlos. De hecho, se podría (mal) gastar infinito dinero sin que importara, dado que se crearía infinito dinero para pagar la infinita deuda que originaría ese infinito exceso de gasto sobre ingresos (déficit).

Esta teoría es absurda porque equivale a decir que no importa si las cosas cuestan 3 ó 3000. ¿Por qué sí importa la cantidad de dinero en circulación? Porque, dado que la escasez de un bien lo hace más valioso y su exceso lo deprecia, la cantidad de dinero, importa. La inflación refleja la pérdida de poder adquisitivo real de dichos excesos (la inflación de activos, su aumento de precio, también cuenta). Aunque no guste, hay más efectos colaterales a la creación de dinero, por ejemplo, la pérdida de poder adquisitivo a nivel exterior vía depreciación de esa moneda frente a otras (proporcionalmente más escasas ahora en cantidad). Otro ejemplo de lo dañino de una política monetaria orientada a maquillar la sensación de riqueza a base de crear más dinero son las burbujas que inevitablemente se generarán por la concentración de entradas dinero en un determinado activo, y el aumento de la desigualdad social que sufrirá la sociedad (¿por qué creías que ese dinero iba a repartirse equitativamente en la economía y en la sociedad?). 

Te adjunto unas fotos de Krugman que cuestionan su ideología económica.


Yo, a Krugman le haría una reflexión: Es evidente que para el sector privado no es igual 3 que 3000, ni al hablar de deuda, ni de ingresos, ni del coste de fabricar las cosas ni del de comprarlas. Entonces, ¿cómo puede serlo para el sector público, o es que viven en planetas económicos diferentes? ¿Acaso los excesos monetarios de uno (el público) no incidirá sobre el otro (el privado)? ¿Para qué sirve que la sociedad se esfuerce en investigar, inventar, organizar, mejorar, producir cosas o desempeñar servicios si basta con crear más billetes y dárselos a la gente para que vivan igual... pero sin el esfuerzo que todo ello conlleva?

El Banco Internacional de Pagos (BIS), de Basilea, ha criticado en diversas ocasiones la anarquía monetaria implementada desde los bancos centrales con la excusa de la crisis. En su último informe trimestral, cuestiona además ese tabú de que lo bueno es inexorablemente la inflación y lo malo la deflación. En esa línea, el BIS sugiere que la solución contra una burbuja que explota no es inflar otra, y que un problema de exceso de deuda no se soluciona simplemente con más deuda. Los del BIS no saben que con tanto sentido común no se consiguen Premios Nobel.

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