jueves, 6 de febrero de 2014

BERNANKELAND

Ben Bernanke nos ha dejado tras ocho años dirigiendo el mayor Banco Central del planeta, la Reserva Federal. Personalmente, no sé si su marcha es digna de celebración o, como dice el refrán, más vale malo conocido que bueno por conocer. En mi opinión, para Janet Yellen (la nueva Presidenta de la Fed) es difícil sembrar más problemas que los que ha sembrado Ben. Sí, hoy los medios recalcan lo bien que lo hizo Ben, cómo salvó al mundo de sus excesos, de sus propias decisiones, de ejercer sus libertades, y le evitó bruscos ajustes (colapsos, fines del mundo varios, etc). Especialmente en tiempos de crisis preferimos confiar en los cantos de sirena de iluminados (monetarios o políticos) antes que en la racionalidad más básica, la libertad de criterio de los mercados, de los ciudadanos y/o de los profesionales que se juegan su dinero y/o su trabajo (los que sufren las consecuencias de sus actos). Es más fácil creer que "algo harán las autoridades", atribuyéndoles a éstas unos dones de visión y claridad de criterio que no han sido empíricamente demostrados (a menudo, incluso a la inversa).

Yellen tiene algo a favor y algo en contra. La ventaja es la misma que tuvo Rajoy: por mediocre que pueda ser (y lo digo por Rajoy, no por Yellen), es difícil quedar peor que el anterior, porque dejó el listón muy bajo (que me perdone Bernanke por compararle con el descerebrado de ZP). La desventaja de Yellen es que las bombas monetarias que sembró su antecesor ya están maduritas, es decir, le tocará asumir las consecuencias de la anarquía monetaria de Ben. Cuando se empiecen a materializar los tsunamis financieros sembrados por la política monetaria aplicada anteriormente, muchos dirán injustamente que Ben lo hizo muy bien y que Janet no está a la altura. Es una de esas clásicas injusticias laborales que a menudo sufre quien asume un nuevo puesto, ya que habitualmente arrastra consecuencias del pasado. Así es la vida.

Ben nos deja viviendo en Bernankeland, un planeta muy diferente al que había antes. No dependía de él el que todo cambiara, pues era una consecuencia inevitable de tantos años sembrando vientos. No obstante, cada uno debe juzgar, tras informarse diligentemente, qué hizo Ben, qué más podría haber hecho o de qué otra forma.

Soy consciente de que las generalizaciones son injusticias que cometemos con el objetivo de poder entender mejor una realidad que es compleja. Dicho eso, hoy te adjunto un gráfico que, en cierta medida, puede servir de burdo resumen de los logros de Ben.

http://www.zerohedge.com/sites/default/files/images/user3303/imageroot/2013/12/20131213_cross.png
 
Ben se ha encargado de "financializar" un poco más una economía mundial que ya lo era en exceso. Para ello, ha espoleado los activos cotizados y la cuenta de resultados de los cotizados metiendo y prometiendo dinero público. Los excesos financieros del crédito sembrados durante varias décadas por la sociedad mundial cambiaron los papeles dentro de la economía global. La economía financiera pasó de ser una herramienta útil para apoyar el desarrollo y el crecimiento de la economía real/productiva, haciendo de sector bisagra entre carencias y excedentes de capital, a ser una fuente de crecimiento económico es sí misma. Algo parecido a la lotería, la quiniela, un casino o bingo. No se crea directamente riqueza sino que se redistribuye. En los mercados financieros, si movemos dinero sin crear nada se genera un cierto efecto riqueza por los activos que vamos haciendo subir de valor. Pasado un tiempo, esa espiral ha seguido girando por sí sola ante las expectativas monetarias y se ha disociado de los inputs que recibe del mundo real. Ese fenómeno lo llamamos habitualmente burbuja. La historia nos demuestra que tú puedes ignorar la realidad, pero ella no te ignorará a ti. Por ello, todo lo que está sostenido con políticas, tendencias o mecanismos insostenibles acaba virando bruscamente hacia la realidad.

Pero si estas políticas monetarias bananeras se aplicaron para evitar, o más bien ralentizar, ese ajuste hacia la realidad, ¿dónde está el problema? Está en que los gobernantes apenas han aprovechado ese tiempo "peligrosa e injustamente obtenido" para ajustarse a la realidad (siguen gastando muchísimo más de lo que ingresan y eso irá irrevocablemente a peor con buena parte de la población envejecida).

La economía mundial y los mercados financieros viven hoy en una calma aparente. Sin embargo, si indagas bajo la superficie descubres que ese equilibrio está edificado sobre multitud de improvisados desequilibrios selectivos generados por los Bancos Centrales y sus gobiernos.

En el corto plazo, el status quo mediático alaba la calma superficial de Bernankeland. En el largo plazo, será la historia la que dirá si Ben lo hizo tan bien. Afortunadamente para él, ese sapo nos lo comeremos el resto de mortales mientras él probablemente hará como Greenspan o Geithner: disfrutar de su jubilación como asesor en una empresa financiera.

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