martes, 31 de enero de 2012

OPTIMISMO SELECTIVO

En ocasiones, he comentado los conflictos de interés del sell-side, los analistas financieros de los bancos de inversión que hacen recomendaciones sobre acciones. Los analistas saben que los clientes hacen más operaciones de compra y venta en mercados alcistas, cuando creen que es una buena oportunidad de compra, y que paralizan operaciones cuando las bolsas caen y acumulan pérdidas. Sistemáticamente, el número de recomendaciones de "compra" supera ampliamente a las de "venta". Probablemente, las recomendaciones de "venta", frente a las de "compra" o "mantener", no serán mayoría ni el día del juicio final, porque no le conviene nada al sector que realiza esas recomendaciones, la banca de inversión.

Hoy te doy números de otro sesgo del que se habla poco, el del colectivo de los CEOs (Chief Executive Officer) de las empresas cotizadas. Los altos directivos de las empresas cotizadas tienden a ser casi permanentemente optimistas con sus empresas. Son vendedores de sus empresas ante la comunidad inversora. Estos saben que la caída de sus acciones tiene varios efectos negativos: dificultan conseguir recursos vía ampliación de capital, crean malestar entre los accionistas, ponen en riesgo la continuidad de los máximos directivos, y por último, aunque no menos importante, dañan el valor de sus stock-options.

De hecho, muchos CEOs juegan a manipular, más o menos sutilmente, a los mercados, a los analistas y gestores que seguimos sus presentaciones de resultados y conferencias. Todavía recuerdo los malos resultados trimestrales presentados por una compañía americana que conozco bien, hace algo más de un año. En mi opinión, los directivos querían que los mercados hicieran caer la cotización ese día pues, contrariamente a lo que suele ocurrir, maquillaron los resultados a la baja, atribuyéndose una tasa impositiva irreal del 40%, cuando tenían bases imponibles a compensar de aquí a muchos, muchos años. Ese día, la cotización cayó un 10% (muy a mi pesar, pues mis fondos tenían muchas acciones). Recuerdo que le comenté a mi equipo: "seguro que hoy compran los directivos o emiten stock-options para el equipo directivo. Casi un semana después, la dirección de la compañía comunicó (como es su obligación) que había emitido stock-options para su equipo gestor. ¿Adivinas qué día se las dieron? Ese en que la cotización cayó un 10%, es decir, pudieron adquirir su plan de acciones a mejores precios. ¡Qué afortunados! 


Normalmente, los CEOS prefieren maquillar al alza sus perspectivas y calentar, dentro lo posible, al sell-side, a los analistas que han de realizar recomendaciones sobre su compañía. De hecho, antes de presentar resultados, los gestores de la compañía saben perfectamente qué expectativas de ventas, márgenes o beneficios manejan los analistas.


Desde un punto de vista empírico, tengo claro que les resulta más rentable, para la cotización de su compañía, inflar números durante varios trimestres, y luego fallar estrepitosamente en uno. La caída en cotización por ese "warning" (rebaja de sus propias estimaciones realizada por la propia compañía) suele ser menor que el calentón alcista generado por "sorprender" con mejores perspectivas de lo esperado durante varios trimestres.

Una encuesta de PricewaterhouseCoopers International en 60 países a 1258 CEOs mostraba que un 48% eran negativos con la economía, un 34% neutros, y un 15% optimista. En cambio, cuando les preguntaban por las perspectivas de ventas para la compañía que ellos dirigen, un 40% dijo estar "muy confiado" en que sus ventas crecerán. ¡Imagínate cómo se lo tomarían los analistas si los CEOs les digeran lo contrario¡

Cuanto optimismo para sus empresas y pesimismo para el resto de la economía. Esto me recuerda a cuando los países venden sus proyecciones futuras confiando en la exportación para mejorar notablemente su crecimiento. Entonces, ¿quién importa si todos exportan?

Termino con un reflexión: desde este blog, muchas veces he criticado y reclamado responsabilidades para muchos colectivos sociales, políticos y económicos (gobernantes, bancos centrales, agencias de rating, analistas financieros, CEOs, medios de comunicación, ciudadanos y empresas, etc). Si miras desde una perspectiva amplia, entenderás que las burbujas que sembramos en el pasado (y han reventado) y las que hoy seguimos sembrando son el resultado de un complejo y circunstancial cúmulo de conflictos de interés en diferentes ámbitos de nuestra sociedad. En cada caso, un colectivo hace lo que más le beneficia frente a lo correcto, óptimo, o justo. El resultado final ya lo conoces: primero inflamos burbujas, placenteras mientras se forman y que nadie quiere pinchar, y después sufrimos social y económicamente los efectos nocivos cuando éstas revientan. Nuestra máxima es "Show must go on".

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