domingo, 22 de enero de 2012

LA RACIONAL IRREALIDAD DEL LUDOPATA

Si yo utilizara la lógica de los actuales dirigentes políticos y monetarios te diría que "tengo un sistema infalible para ganar en la ruleta". El sistema consiste en lo siguiente: tú apuestas X euros al rojo o al negro. Si ganas, te guardas las ganancias y vuelves a empezar el proceso. Si pierdes, vuelves a apostar al rojo o al negro (da igual a cual pues ambos tienen la misma probabilidad) pero esta vez doblas la apuesta, es decir, 2X. Si ganas, habrás recuperado lo perdido anteriormente y ganado una vez X, y vuelves a empezar. Si pierdes vuelves a doblar la última apuesta. Siempre debes doblar la apuesta cuando pierdes.

Este proceso hace que, cuando ganes, recuperes lo perdido desde la última vez que ganaste y además ganes X. Cada vez que pierdes debes doblar la apuesta anterior. El sistema es infalible, puesto que algún día ganarás, quizás a la primera, a la segunda, o a la vigésimo quinta, pero seguro que algún día ganarás y lo recuperarás todo, e incluso ganarás X. Entonces, ¿Por qué no se hace rico todo el mundo, si es tan fácil, tan lógico? ¿Donde está el punto débil de esta teoría? El punto débil está en actuar como si tu solvencia fuera infinita, como si los demás tuvieran que fiarte hagas lo que hagas, aunque quemaras los billetes prestados en una chimenea. Esta teoría no tiene en cuenta que no tienes capital infinito para seguir apostando siempre. En el mundo real, tú solvencia empeora a medida que acumulas pérdidas (deuda). La vida es muy fácil cuando siempre te concedes otra oportunidad, cuando nunca llega el momento de pagar tus facturas, de deshacer tus excesos, cuando puedes volver a empezar el partido cuando pierdes, cuando estimas que tu tiempo es infinito. Pero eso no es real, porque nada es eterno y, además, no vives sólo en el mundo. Las opiniones y libertades de los demás también existen, aunque a veces no te gusten.

Este ejercicio teórico me sirve para explicar por qué es mala la gestión de la crisis que están haciendo las autoridades. Primero no vieron la crisis, como la mayoría. Esto no se lo reprocho, aunque muchos profesionales del mundo económico si viéramos grandes riesgos en 2007. Después la subestimaron, tanto en magnitud como en profundidad. No entendieron (y muchos aún no lo han entendido) que era un punto de inflexión en una práctica histórica de Occidente, la de magnificar el crecimiento económico a base de aumentar sistemáticamente el endeudamiento fruto de la acumulación de déficits.

La realidad actual muestra que los gobiernos tienen grandes déficits, que gastan más de lo que ingresan porque la crisis ha reducido sus ingresos, y por tanto deben endeudarse más todavía para poder financiar ese sobregasto. La cuestión es: ¿qué deben hacer? La primera opción es seguir excusándose en el keynesianismo más radical, como en las últimas décadas, para justificar el seguir gastando y endeudándose. Para mí, las medidas monetarias que se están aplicando actualmente son como utilizar drogas, no bajo prescripción médica, sino a gusto del consumidor, el drogadicto.

El planteamiento racional para seguir gastando es que recortar gastos empeora la coyuntura en el corto plazo, y seguir gastando favorece el aguantar. Es cierto, como es cierto que dejar de tomar drogas genera el síndrome de abstinencia, o hacer régimen, o recibir quimioterapia, no es algo apetecible pero sano y/o necesario. El problema de seguir jugando a que un día nos levantaremos y todo habrá mejorado y ya no será difícil/necesario recortar gastos es que supone ignorar que, en el mundo real, igual que en nuestro ejemplo, las cosas tienen un límite. Ni el tiempo, ni la solvencia son infinitas, y meter dinero en la economía de forma arbitraria y prolongada conlleva el riesgo de generar burbujas (en los precios), distorsionar los flujos de capitales en los activos afectados (que luego desencadenan crisis), e incluso sembrar desórdenes sociales.

La evidencia empírica nos muestra que los gobiernos rara vez encuentran el momento bueno para adelgazar, para ahorrar, para sanearse. Su verdadero principio teórico para gastar más de lo que ingresan es: “porque puedo y da votos”. Realmente, no hay un plan de futuro y sólo recortan cuando les obligan. Históricamente, los gobiernos han vivido con déficits casi permanentemente desde hace décadas. ¿No te parece suficiente evidencia del mal uso que hacen del keynesianismo? ¿Les prestarías tú dinero?

Pensando en el futuro, creo que es importante hacerse algunas preguntas como: ¿Cuánto crees que durará la crisis? ¿Crees que los ajustes necesarios en las empresas han acabado? ¿Eres consciente de que la débil coyuntura actual incluye trillones en ayudas globales desde 2009? ¿Cuánto aguantarán los ratings soberanos antes de convertirse en bono basura como los de Grecia? Si los gobiernos siguen resistiéndose a ajustarse de verdad y siguen acumulando grandes déficits año tras año a la espera de que todo mejore, ¿cuántos años/décadas estaremos pagando esa deuda? Si tensan tanto la situación que finalmente hay que recortar brutalmente, ¿cuánto ajuste social aceptará nuestra sociedad antes de peligrar la convivencia? ¿Realmente aceptarán los actuales jóvenes trabajar como esclavos en el comunismo para pagar la deuda de los excesos y las pensiones de sus padres? ¿Con qué derecho una generación vive a costa de la siguiente?

Yo no abogo por la versión más extrema, pero sí que creo que el capitalismo es la forma menos mala de organización económica. Hoy, el capitalismo está muriendo, pero no por sus defectos, sino por sus virtudes. A los gobernantes no les gusta porque conceptualmente no regala el dinero público a dedo a sus amigos, no premia a los que lo hacen mal, no financia ni salva a los irresponsables, no justifica cualquier sinsentido, y cuando comete errores, los corrige y hace asumir responsabilidades. Por el contrario, premia a quien satisface las necesidades de la sociedad según el libre criterio de ésta. En resumen, todo lo que odia el dictador que llevamos dentro.

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