viernes, 18 de enero de 2013

CHINA CUENTA CUENTOS CHINOS

En la última década y media, China ha basado su modelo de crecimiento económico principalmente en la inversión. Hace ya años, se convirtió en la fábrica (barata) del mundo. Eso permitió a todo el planeta (a través de la multinacionales de todos los países) crecer sin demasiada inflación. Si los costes nacionales se disparaban al alza (ya fuera por sueldos, coste de la energía, etc), aumentaba allí la presión por no ser competitivo, y surgía la amenaza del traslado de producción a China. Las empresas de los países desarrollados ganaban más fabricando en China a bajo coste. No obstante, cabe comentar que EEUU ha perdido, de media, unos 50.000 empleos manufactureros mensuales desde que China entró en la OMC (Organización Mundial del Comercio).

En este proceso global, China se ha beneficiado atrayendo muchísimo capital extranjero durante muchos años. Todas esas fábricas y esos proyectos de desarrollo de infraestructura han mejorado el nivel de vida ciudadano. Sin embargo, China, como le ocurre a todos los países que viven un momento económico dulce, no hizo suficientemente los deberes en el intento de reconducir su economía, desde un modelo basado principalmente en la inversión, a dar más peso al consumo, porque eso suponía frenar crecimiento a corto plazo. Para hacerlo, debería haber permitido que su divisa se apreciara más rápidamente, lo que hubiera frenado el ritmo de crecimiento de las exportaciones y de nuevas inversiones (sus costes serían más altos). A cambio, la economía hubiera sido más equilibrada, pues nadie recibe dinero inversor eternamente, ya que los costes tienden a aproximarse entre economías con los años. En ese sentido, su población hubiera consumido más los productos extranjeros (porque serían más baratos) y también hubieran invertido más en el extranjero. Además, se hubiera desarrollado más la demanda interna del país. Pero no lo hizo.

Ahora, cuando ha llegado su crisis, cuando ya no es claramente el más barato, se encuentra con que les cuesta más captar dinero extranjero. ¿Sabes cuánto aumentaron las inversiones mensuales de los extranjeros en China en el último semestre de 2012? No aumentaron, cayeron aproximadamente un 4,5% frente al mismo mes del año anterior. Esto, como suele ocurrir, acelera el proceso de explosión de sus burbujas inmobiliaria y del crédito, infladas en la bonanza. Como dice Warren Buffet, cuando baja la marea, descubrimos quien nada desnudo.

En los últimos trimestres, diversos bancos de inversión (principalmente americanos) que invirtieron hace años en China, se han ido saliendo. Tanto es así, que hace pocos días, el recién instaurado nuevo gobierno ha anunciado que permitirá a las empresas extranjeras aumentar su peso en el accionariado de empresas chinas. ¿Por qué este cambio? Es evidente, porque ya no entra tan fácilmente el dinero como antes. La India también está haciendo algo similar.

Dicen que los males nunca vienen solos. En este caso, yo creo que no es que vengan varios males, sino que forman parte de un mismo paquete. Me explico. China nunca ha sido transparente en sus estadísticas oficiales, como nunca ha sido una democracia. Durante años, al mundo desarrollado no le ha importado tanta mentira ni tiranía, pues fabricaban barato, así que "no nos vamos a hacer daño". La moral popular del amor a las libertades, y bla, bla, bla, quedó tapada por los billetes. Ahora que ya no tienen tanto interés allí los bancos de inversión, ya critican lo que antes ya pasaba allí.

Hace pocas semanas, con el nuevo cambio de gobierno, se tomaron algunas medidas para intentar maquillar un poco el "hard landing" que sufre su economía (¿o creías que Bernanke y Draghi tenían la exclusiva en maquillar?). En ese intento, no se les ocurrió otra cosa a los chinos que decir que, en diciembre, las importaciones habían subido un 6% frente al año anterior, y las exportaciones un 14,1%. Eso es difícil de vender si pensamos que el ritmo de actividad en diciembre en EEUU, en Europa, y en Japón, no ha sido mucho más fuerte que en noviembre u octubre. En consecuencia, diversos bancos de inversión están crucificando públicamente las estadísticas chinas argumentando que la actividad de los puertos no se corresponde ni de lejos con esos números. Además, yo te añado, que las concesiones de crédito en China han bajado hasta niveles no vistos desde diciembre de 2009. Como añadido, publicó Financial Times que dos tercios de las empresas chinas cotizadas, en su última presentación de resultados, mostraron un aumento de la morosidad. Algo llamativo en un mundo financiero inundado de liquidez, y donde apenas se deja caer a nadie, pues toda la deuda insolvente es refinanciada para no reconocer hoy pérdidas, y si Dios quiere, hasta puede que sea cobrable algún día. Ya sabes, la ilusión como principal argumento económico.

Según parece, los creadores de opinión en el mundo financiero empiezan a hacer girar el rodillo de "ojo con China". No digo que no tengan razón, pues algunos ya lo decimos desde hace tiempo, pero es que éstos lo dicen a partir de que les va bien decirlo.

Por cierto, con España, tres cuartos de lo mismo. Los mercados mundiales de bolsa, de bonos, y de divisas (por el euro), llevan de rally casi medio año a pesar de la rebaja generalizada en expectativas de crecimiento económico y de beneficios empresariales. Les ha bastado con las palabras chulescas y son contenido concreto de Draghi cuando dijo "haré lo necesario para salvar al euro, y créame, será suficiente", y con el QE3 y QE4 de Bernanke. Pues ahora coincide que varios bancos de inversión, a la vez, dicen que "ojo con España, que sigue siendo insostenible". Es cierto que España es insostenible, que tendrá que pedir el rescate, y que no será el único en Europa, pero ya lo era a mitad de 2012. Sin embargo, ahora que sus traders ya han ganado durante meses alentando rallies especulativos basados en Draghi y Bernanke, nos dicen las verdades del barquero. ¡Y algunos que se creían que la banca había cambiado con los rescates!

martes, 15 de enero de 2013

EL (DES)ACUERDO DE BASILEA III

Hace pocos días, la prensa nos informó de que, a nivel internacional, se había llegado al acuerdo de posponer los requisitos de capital impuestos a la banca mundial, conocido como Basilea III. El plazo se extendía de 2015 a 2019. Quizás para ti fuera una noticia nueva, para mí era "an accident waiting to happen", algo cantado que sabía que pasaría desde hace años. Y es que la película oficial tiene poco que ver con la realidad.

La versión oficial es que llegaron a un acuerdo para quitar presión/urgencia a la banca por acumular los ratios de capital exigidos, lo que reduciría la velocidad actual de desapalancamiento del sector (reducción del balance) y así favorecería la concesión de créditos. Esta versión, dice cosas parcialmente ciertas, como la consecuencia descrita en la frase anterior, pero miente sobre las causas, y omite otros aspectos imoprtantes.

Ahí va lo ocurrido realmente, según mi opinión. Hace cinco años llegó la mayor crisis en más de siete décadas. Esta crisis era muy larga y profunda porque sacaba a la luz y obligaba a corregir excesos (públicos y privados) acumulados durante muchísimos años. Como es habitual, cada empresa, sector, ciudadano, institución, etc buscó la forma de protegerse de los nocivos efectos de la crisis. A nivel mundial, algunos sectores, como el financiero, disfrutan habitualmente de privilegios por su proximidad al poder, a los gobiernos, y utilizaron esta influencia para que les ayudaran a escapar del tsunami macreoconómico que se nos vino encima.

La forma de ayudar a la banca fue diversa: inyecciones de capital público (salvando parcialmente a accionistas y totalmente a bonistas y depositantes), giganstescos préstamos (mayoritariamente opacos a la opinión pública), avales, cambios contables para permitirles ocultar las pérdidas que salían a flote, mientras, también les seguían dejando mantener otras opacidades contables que ya disfrutaban (banca off-balance), etc. Para que todo ese amiguismo no lo pareciera y la población no se violentara ante semejante intervencionismo favorable a los que siempre han vendido las virtudes de la economía de mercado, los gobernantes dijeron dos cosas:
  1. La ayuda a la banca es una ayuda a ti, porque si no lo haces, se acaba el sistema financiero, el mundo, etc.
  2. Vamos a exigirles más capital a la banca mundial para que sea más solvente, y así justificamos mejor el rescate, damos un mensaje de confianza en el sistema, y de responsabilidad por parte de los gestores públicos (los políticos).
La primera afirmación nunca la sabremos. Es evidente que reconocer pérdidas y permitir caídas, es algo justo y necesario para la salud de cualquier sistema económico, pues si no hay o se impiden los mecanismos de ajuste, el sistema prolongará esos excesos que benefician a los que los hacen, hasta reventar totalmente. No cabe duda que, en el corto plazo hubiera habido más miedo a la verdadera situación del sector, con sus consecuencias económicas (como también las tiene para un enfermo enterarse de que tiene cáncer y no una pneumonía), pero tampoco tengo ninguna duda que, varios años después, estarían saneados, prestarían, y sí podríamos saber cómo está la banca, y hoy siguen maquillando a lo bestia sus riesgos, sus ayudas recurrentes, etc. En mi opinión, hubiera sido peor inicialmente, y mejor después, pero, sobre todo, hubiera sido más justo para la sociedad, más sano para el sistema, y peor para los banqueros (que hubieran pagado por sus errores como disfrutaron de sus aciertos).

En referencia al punto 2, ya dije en su día que el problema de la banca no era que las exigencias de capital fueran bajas sino que no las cumplían realmente, porque engañaban al sistema aprovechando agujeros legales. Los gobernantes, en vez de tapar esos agujeros legales, para dar más transparencia y confianza, cuando les contaron la ingente cantidad de mierda que había realmente oculta dentro del sistema financiero, los atemorizados legisladores prefirieron sacar pecho haciendo el papel de "salvadores mundiales y castigadores de esa banca tan avara" ante el pueblo, y les impusieron unas mayores exigencias de capital. ¡Eso fue una estupidez!, pues estaba claro que no ampliarían mucho el capital para cumplir, sino que harían lo inverso: reducir el tamaño de su balance, lo que conlleva dejar vencer créditos y no sustituirlos por otros. En cualquier caso, yo tenía muy claro que suavizarían esas exigencias a la banca antes de llegar a hacerse realidad, porque se trataba de ayudarles hoy de facto, exigirles públicamente para pasado mañana, y mañana, ya retrasaremos esa exigencia.

El nuevo acuerdo de Basilea es en realidad la prolongación del plazo que las autoridades mundiales se dan para acabar con un desacuerdo existente que no han sido capaces de solucionar en cuatro años. Como te comenté hace bastantes meses, las buenas intenciones en las negociaciones iniciales de Basilea III para hacer una banca mundial más segura se fueron diluyendo tras el rescate bancario. Una vez que una banca "humilde y sometida" obtuvo sus múltiples ayudas, ya no aceptaba cualquier condición de la sociedad que les había salvado mientras la mayoría de los miembros de ésta no habían tenido tanta suerte. Cada país defendió los intereses de su banca nacional y por ello no consiguieron entonces, ni hoy, ponerse de acuerdo en cómo medir ese concepto de capital y de los activos ponderados por riesgo. En consecuencia, hoy alargan ese plazo de implementación obligada a la banca mundial que prometieron cuando les salvaron con dinero público, y, en vez de reconocer su incapacidad para ponerse de acuerdo, lo visten de que lo hacen para que la banca tenga menos prisa en desapalancarse y así pueda prestar más. Entonces, ¿por qué impusieron ese plazo desde el principio, si era sabido que conllevaría la restricción al crédito?
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