miércoles, 24 de abril de 2013

VISUALIZANDO LA BURBUJA

Como te he comentado en diversas ocasiones, vivimos en un burbuja monetaria global. La crudeza y profundidad de una crisis sembrada durante muchos años a base de acumular grandes excesos hizo que los Bancos Centrales, en plena desesperación, optaran por inflar otra burbuja en un intento de compensar temporalmente los efectos de la ralentización que sufría la economía por los ajustes que tenían lugar. Esta vez han creado una burbuja monetaria en esencia, financiera desde el origen. El mecanismo utilizado para inflar esta burbuja ha sido la emisión de dinero nuevo por parte de los BCs y, posteriormente, la inundación de los mercados financieros. Hoy no voy a criticar los bonitos mensajes vertidos oficialmente para justificar esa política monetaria, lo que voy a hacer es mostrarte gráficamente esa burbuja.

¿Sabes cómo funcionan hoy los mercados financieros y especialmente la bolsa? La tendencia natural sería pensar que los inversores compran lo que les parece barato y venden lo que consideran caro. También tendemos a creer que se invierte el dinero que se tiene y no más, y que la cotización es el resultado de las compras y las ventas tras analizar las acciones con criterios racionales. No es que ese análisis no tenga lugar sino que hay otras operativas adicionales con gran incidencia en las cotizaciones que no siguen esa pauta del análisis racional de la empresa cotizada. Por ejemplo, cuando la gente invierte a crédito (apalancada) está metiendo o sacando en ese activo más dinero del que tiene líquido, lo que tiende a magnificar la tendencia al alza o a la baja en el precio. Si invierte comprando un índice, el efecto financiero es que se tiende a hacer subir el precio de las principales acciones que componen ese índice.

Otra operativa que distorsiona en gran medida cualquier aproximación teórica individual es la gestión relativa. Si creo que Telefónica está más barata que Deutsche Telekom y eso me hace pensar que la cotización de Telefónica se comportará mejor que la de D. Telekom, podría comprar Telefónica y vender (invertir a la baja en) D. Telekom. De esta forma, independientemente de que la bolsa suba o baje, yo ganaré si Telefónica sube más o si baja menos que D. Telekom, pues estoy invertido al alza en Telefónica y a la baja en D. Telekom. Si ambas suben o bajan igual, lo que gano o pierdo con una se compensa con lo que pierdo o gano con la otra.

Entre las operativas que pueden distorsionar la relación entre el precio de una acción y cualquier aproximación teórica a su valor no podemos olvidar la gestión cuantitativa. Existen diversos tipos, pero uno clásico sería la gestión donde las órdenes de compra o venta las da un programa (algoritmo) informático que, tras analizar la evolución de los precios de multitud de acciones, cree identificar en alguna una tendencia, y la intenta aprovechar. Esto la magnifica al comprar o vender.

Cuando digo que los mercados no reflejan la realidad sino que están condicionados por las políticas de los BCs me refiero a que se mueven más por las noticias y rumores de nuevas inyecciones de dinero público en los activos cotizados que por la economía o las perspectivas de resultados empresariales.

Cuando los BCs crean dinero, lo que hacen es aumentar el tamaño de su balance. Entonces, algunos especuladores cuantitativos compran índices bursátiles confiando en que ese dinero irá parcialmente a la bolsa y la hará subir más, generándoles ganancias. En los últimos años, he podido observar día tras día como los índices americanos subían cuando, a media tarde hora europea, la Fed hacía público sus múltiples operaciones de inyección monetaria en los mercados. A continuación te muestro un gráfico que resume esta tendencia. El gráfico inferior compara el valor de las acciones que cotizan en la bolsa de Nueva York (New York Stock Exchange) con la evolución del balance de la Fed.



Lo que este gráfico te indica es lo siguiente: con la crisis cayó el valor de las acciones cotizadas. Después, la supuesta gran recuperación económica que los mercados festejan es más bien la celebración del dinero público que los BCs crean, aumentando su balance, y que meten en los mercados, haciendo subir su valor. Termino con una última observación: antes de la crisis, no existía tanto paralelismo entre el valor de las acciones y el balance de los BCs, es decir, la cotización de éstas no era el reflejo fiel de la máquina de hacer billetes de Bernanke. ¿Y todavía te crees que vives en una economía de mercado? Esto se llama economía de planificación centralizada y la historia no la deja nada bien como forma de mejorar el nivel de vida de la sociedad. Como siempre nos gusta creernos, supongo que esta vez será diferente.

domingo, 21 de abril de 2013

REINHART Y ROGOFF

Para desgracia de los economistas, la economía no es una ciencia exacta. El motivo es que ésta intenta modelizar una realidad con un número excesivamente grande de variables y cuya interrelación con el modelo va cambiando constantemente. En consecuencia, los modelos son aproximaciones siempre distantes a la realidad. Este hecho es más difícil de asumir para los profesionales del mundo de la docencia, acostumbrados a que los modelos les definan la realidad de forma cuantificable y hasta con varios decimales. Los que vivimos del mundo de la inversión en los mercados financieros no tenemos más remedio que relativizar esos modelos y su aplicación.

En los últimos años, los profesores de Harvard Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff han conseguido gran popularidad en el campo de la economía. En 2008 publicaron un libro titulado "This time is different", el cual analizaba 66 crisis financieras que tuvieron lugar en los últimos doscientos años. Entre sus conclusiones, los autores opinaban que los países que más rápidamente se han recuperado en dichas crisis fueron los que recortaron el gasto y estructura del Estado y bajaron los impuestos. Como te he comentado alguna vez, esta idea es lógica pues supone dejar de dedicar tantos recursos, que son limitados, en áreas redistributivas de riqueza y/o menos eficientes (pues se asignan arbitrariamente), para mantenerlas en el lugar original de generación de riqueza, la cuenta corriente de las empresas y los consumidores. Con estos recursos, estos dos grupos consiguen más rápidamente adaptarse a la crisis y seguir generando riqueza, parte de la cual servirá para mejorar las finanzas públicas y continuar redistribuyéndola socialmente. En definitiva, supone aligerar temporalmente el peso del carro económico a los que tiran de él.

Esta semana, Reinhart y Rogoff han sido noticia porque tres economistas de la University of Massachusetts han criticado la metodología que éstos utilizaron en su estudio de 2010 donde concluían que la acumulación de deuda pública superior al 90% del PIB genera desaceleración en el crecimiento.

Independientemente de si es correcta o no la crítica a dicha metodología, de si esas conclusiones eran válidas o no, o de si lo son total o parcialmente, quizás te preguntarás el porqué de esta noticia. El motivo es uno de los más habituales: la política.

En EEUU hay un debate abierto entre los legisladores demócratas y republicanos sobre los recortes del gasto público, el control del déficit, la acumulación de deuda pública, etc. Algunos políticos republicanos han utilizado como argumento para reclamar a Obama austeridad y reformas del sistema público los estudios de economistas como Reinhart y Rogoff. Ahora, los demócratas tienen su herramienta teórica para cuestionar ese apoyo intelectual.

Personalmente, creo que es sano que el conocimiento pueda ser y sea cuestionado con argumentos, al margen de que en este caso yo desconozca quién tiene razón total o parcialmente. Yo trabajo en los mercados financieros y, aunque éstos estén hoy muy intervenidos por las autoridades, considero importante seguir analizándolos utilizando como referencia el mundo que nos rodea (más allá de la versión oficial). Visto desde la distancia del que no tiene más remedio que lidiar diariamente con la realidad, resulta interesante sociológicamente ver cómo la clase política se agarra cual clavo ardiendo al manuscrito que más le conviene. Este tipo de show lo vi hace tiempo con el debate sobre el cambio climático, sobre si sus causas son naturales o consecuencia de la mano del Hombre, también lo vi con la cuestión de las armas de destrucción masiva en Iraq, y lo vuelto a ver recientemente con el shale gas. 

Lo que más me llama la atención es que, cuando algún argumento se tuerce total o parcialmente, sus seguidores siguen creyendo en éste en igual medida. Es como si la realidad, la verdad, o la certeza que oficialmente buscamos, no fueran más que herramientas que se utilizan cuando nos permiten ir donde queremos. Cuando no van en nuestra dirección, o un poquito menos, las abandonamos porque ya no son útiles para justificar nuestra posición. Somos una raza interesante.
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