martes, 2 de septiembre de 2014

¿QUIÉNES SON NUESTROS AMIGOS?

¿Tú qué crees, el amigo del enemigo de tu amigo, que es también enemigo del enemigo de otro amigo, es tu amigo? ¿No te aclaras? Pues eso es precisamente lo que le ocurre a Occidente, en general, y a EEUU en particular.

En los últimos años, la globalización de la información ha permitido expandir brutalmente el conocimiento. Las noticias también han sido globalizadas a gran escala. En ese sentido, las acciones de los gobiernos son cada vez más difíciles de ocultar. Todo tiende a saberse. Algunas veces porque los gobiernos desclasifican información pasada y muchas otras por las filtraciones de personajes como Assange (Wikileaks) o Snowden. Por ejemplo, aunque no sea portada de los diarios, hoy sabemos que el Premio Nobel de la Paz que retiró a sus tropas de Iraq, Obama, ha descubierto la gran utilidad de los drones como forma de guerra sucia, mucho más barata y menos impopular que la convencional, aunque igualmente injusta.

La globalización de la información ayudó al levantamiento civil en dictaduras del Norte de África y Oriente Medio como la de Libia, Egipto o Túnez. Siria lleva años en guerra civil en un intento de romper la dictadura reinante. El papel de los gobiernos occidentales, y especialmente de EEUU, suele ser todo, menos pasivo. Occidente financia y apoya al que le interesa en cada momento, vendiendo la imagen pública de que eso es lo correcto. El problema es que el aliado revolucionario de hoy, en bastantes ocasiones, es el enemigo de mañana. La CIA de EEUU ayudó durante años a Bin Laden, quien luego se convirtió en su mayor enemigo. Bush derrocó a Sadam con el argumento de unas armas de destrucción masiva que nunca se hallaron. Luego se justificó en que Sadam era un dictador y claro, quien no apoyara la invasión sería sospechoso de antidemócrata. Sí, la pregunta más evidente y sensata, "¿por qué sólo atacas a esa dictadura y permites otras?", se obvió. La respuesta "porque allí hay petróleo", también.

Cuando el levantamiento civil vivido en el norte de África se extendió a Siria, Occidente apoyó a los insurgentes (eran los amantes de la libertad del momento según los medios de comunicación). El dictador Al Asad era aliado tradicional de Irán y contaba con el apoyo de Rusia. Ahora, algunos de esos insurgentes se han extendido por Oriente Medio (Iraq) creando el Estado Islámico, el bonito nombre que una banda de criminales le ha dado al rastro de sangre inocente que han ido dejando a su paso. Occidente no sabe qué hacer o, para ser más exacto, sabe que debe deshacer lo hecho, es decir, bombardear hoy a quien ayudaba hace poco tiempo. Igualmente, eso implica ayudar hoy a quien hace poco tiempo criticaba por ser un dictador.

El galimatías internacional de amigos/enemigos cruza el Globo. En Oriente Medio, se suma a lo comentado anteriormente el omnipresente conflicto paletino-israelí. En Asia, China y Japón flirtean militarmente por la territorialidad de unas islas. Vietnam y China también mantienen una disputa similar. Las tensiones entre las dos Koreas son ya un clásico de los libros de historia. En Europa del Este, las ambiciones de Rusia vienen de largo. En 2008 Rusia combatió a Georgia por Osetia del Sur. Más recientemente, Rusia apoyó la independencia de la región ucraniana de Crimea. Ahora, son otras zonas de Ucrania las que Rusia anhela (no olvidemos que hay mucha población pro-rusa en los Estados que se establecieron con la caída de la URSS en 1991).

¿Quiénes son los buenos y quiénes los malos? Quizás debería preguntar ¿quiénes son los malos y quiénes los peores? Occidente no tiene ni idea de cómo afrontar tan difícil situación. El propio Obama ha reconocido que no hay una estrategia clara. Por eliminación, por falta de soluciones no drásticas, se recurre a las sanciones económicas. Es la reprimenda de Occidente a las dictaduras con arma nuclear que contravienen sus intereses. Las que no la tienen pero sí tienen crudo tienden a ser invadidas, para asegurarse de que a Occidente no le falle el suministro de petróleo y gas. Las que no tienen ni arma nuclear ni crudo se convierten en un mero campo de batalla donde los clientes de las empresas de armamento liquidan inventarios.


Eduardo Olano
SMART GESTION GLOBAL
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