La reunión del G20 de este fin de semana ha dejado claro que nada ha cambiado, cada uno sigue en sus trece. Todos están de acuerdo en el diagnóstico, pero no en la solución. El diagnóstico es que hay crisis, que hay un problema de exceso de deuda en los países desarrollados, que una quita griega (default) puede arrastrar a otras economías y bancos (¡QUÉ GRAN VALOR AÑADIDO, ¿EH?). En cuanto a la solución hay dos corrientes:
- Apoyada por EEUU, Francia, y los PIIGS. El ex-asesor presidencial americano Larry Summers la resumió bien cuando dijo que paradójicamente, una crisis de deuda y exceso de gasto que han generado desconfianza necesita primero que vuelva la confianza, y que ésta se consigue incrementando temporalmente la deuda y el gasto. Al margen de mi opinión sobre esta teoría keynesiana, yo sólo le haría una pregunta al Sr. Summers: ¿Qué llevan haciendo durante los últimos tres años, sino gastar brutalmente? ¿Existe algún límite teórico de (mal)gasto en esa políticamente agradable teoría, o es válida hasta que reviente el sistema financiero global? ¿En algún momento se puede concluir que esta estrategia no funciona o siempre será porque no gastamos lo suficiente?
- Liderada por Alemania y apoyada por otros como Holanda, Austria, o Finlandia. Éstos opinan que el problema de confianza generado tiene su origen en la indisciplina fiscal de las cuentas públicas de algunos países, en su insostenibilidad y falta de credibilidad presupuestaria. Como solución a esta crisis de confianza proponen ajustar los presupuestos a la realidad actual, la austeridad frente al gasto más allá de los ingresos. Tanto a Alemania como a otros países europeos le repelen los eurobonos como a los vampiros el ajo. Saben que, en cuanto se metan ahí, serán presa segura de los gobiernos indisciplinados, que les arrastrarán con sus deudas, sus gastos descontrolados, y sus políticas populistas.
- Existe un tercer grupo: los emergentes. Éstos están dispuestos a prestar sus reservas acumuladas durante años a Europa pero con las garantías de todos los países (especialmente Alemania), es decir, eurobonos. Juegan a dos bandas y no tienen prisa, pues cada vez son más necesarios. Su estrategia sería: “aplicar la solución que os dé la gana, pero que os avale Alemania, por si no es la correcta. Yo soy emergente, pero no idiota.”
Concluyo con el humor negro que ofrecieron los dos alemanes y disidentes ideológicos del BCE, el Ex-presidente del Bundesbank Axel Weber, y el dimitido miembro del BCE Jürgen Stark. Éstos bromeaban sobre qué es peor, si no tener un plan, como los EEUU, o tener uno inverosímil, como Europa.
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