viernes, 12 de agosto de 2011

VOLATILIDAD: LA FACTURA DEL BCE Y LA FED

Estos convulsos días en los mercados financieros agudizan la imaginación de los analistas, periodistas, etc para decir estupideces sobre aquello que no entienden. 

Sabemos que estamos en la mayor crisis en siete décadas, pero entender las reacciones de los mercados requiere conocer el proceso seguido por dicha crisis. Durante meses hemos denunciado que las políticas extremas de Trichet y Bernanke no son gratuitas. La volatilidad que hoy vivimos en los mercados no es tanta irracionalidad como algunos denuncian sino que es, en gran medida, el coste que pagamos por sus políticas monetarias, por medidas como la compra de bonos soberanos, el Quantitative Easing, o la ZIRP (Zero Interest Rate Policy). Estas herramientas monetarias utilizadas han empujado a la mayoría de especuladores (operadores a corto plazo) a invertir a crédito en los activos con riesgo durante varios trimestres. Es decir, en gran medida, las políticas de los bancos centrales han apoyado, financiado, y fomentado la especulación hasta niveles estratosféricos. Cuando se han ido terminando las subvenciones de los gobiernos y se ha ido mostrando la verdadera recuperación económica, una débil y mediocre frente a una crisis titánica,.esos especuladores han dejado de creer en que Trichet y Bernanke seguirían garantizándoles sus beneficios, por lo que deshacen sus apuestas. Al deshacerlas muchos de ellos en un plazo corto de tiempo, se producen grandes caídas. 

Hace algunos meses escribí que si la economía se debilitaba tras las ayudas (y ese era mi temor), Bernanke descubriría lo que ocurre cuando te quedas sin Donettes. Hoy es ese día. Los especuladores que hoy convulsionan los mercados son los amigos que utilizó Bernanke para manipular los mercados al alza durante los últimos trimestres. Entonces no eran odiados por los periodistas, ni los políticos. Es la doble moral que acompaña a menudo a la ignorancia y que dice que un mercenario es bueno cuando lucha a mi favor. Cuando prefiere el otro bando pasa a ser una mala persona. 

Cuando uno piensa en medidas políticas, económicas, sociales, financieras, etc para mejorar la situación actual se le ocurren muchas. Sin embargo, pocas hay tan fáciles y claras como una que reduciría muchísimo la volatilidad en los mercados, y por extensión, el daño que ésta produce en la economía productiva. Bastaría con que los contratos de derivados financieros (principal instrumento de los operadores a corto plazo) requiriesen mantener unas garantías diarias muy superiores a las actuales. Por ejemplo, algunos futuros de índices bursátiles exigen garantías diarias de aproximadamente el 8% de la inversión. Si lo subieran al 40%, habría mucha menos especulación porque un inversor debería “aportar” €40 para invertir €100, frente a los €8 actuales. Cuando se debilitara la confianza en la economía y los inversores vendieran sus posiciones, éstas supondrían un importe mucho menor, lo que presionaría mucho menos los precios a la baja.

Entonces, ¿si es tan sencillo por qué no lo hacen? Porque la banca de inversión genera gran parte de sus beneficios en las comisiones que cobra por intermediar, por ejecutar las operaciones en mercado para sus clientes (brokeraje). Al exigirse más garantías se cruzarían menos contratos, o sea, menos comisiones para la banca. Además, los traders (empleados que operan para beneficio o pérdida del banco) no podrían apalancarse brutalmente como hacen en la actualidad, invirtiendo a crédito mucho más de lo que tienen. Esta medida reduciría el riesgo del banco pero esas operaciones también serían menos rentables. Para terminar, recuerda que Goldman Sachs donó dinero a los dos presidenciables en las últimas elecciones.

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