Estimadas señorías,
Les escribo desde La Tierra, ese planeta que financia su forma de vida y la de sus compañeros y del cual conocen tan poco. Por aquí las cosas no están en su mejor momento, supongo que eso ya lo sabrán pues imagino que les debe haber afectado a su nivel de vida tanto como al de mis conciudadanos. Recientemente, he leído que van ustedes a aprobar un cambio en la Constitución para limitar el déficit público, que es la diferencia negativa entre lo que ingresan y lo que gastan las Instituciones Públicas. Se lo explico porque, que lo vayan a votar no significa que sepan lo que es.
Lo que no entiendo es por qué lo han hecho. Para los que vivimos del análisis de la economía (y por tanto le dedicamos muchas horas cada día), es fácil de entender que, a largo plazo, nadie sobrevive gastando sistemáticamente mucho más de lo que ingresa, ni una familia, ni una empresa, ni un Estado. Pero ustedes, los de su colectivo profesional, llevan décadas generando déficit casi sin parar a descansar. ¿Por qué ahora ese cambio? ¿No será que les están imponiendo desde Europa algo que ustedes no entienden? ¿Y no será que a los políticos de Europa el mercado les está imponiendo algo que ellos tampoco entienden? Quizás el único que entiende lo que quiere sea el mercado. Yo, como un miembro más de ese mercado sé lo que quiero: quiero, que si le presto a alguien el dinero de mis clientes, ese alguien me aporte una perspectiva razonable de que me podrá devolver lo que debe cuando debe. De momento, la trayectoria histórica de los de su planeta no me genera mucha confianza, por lo que llevo algún tiempo prestándole a sus vecinos del planeta de al lado en vez de a ustedes.
Según tengo entendido, sus cambios exigirán que el déficit público se equilibre (sea casi cero) como máximo en 2020. De nuevo, hay algo que no entiendo: ¿Por qué 2020? ¿Por qué no 2050? Al fin y al cabo, también es una cifra redonda, es par, acaba en cero, pertenece al mismo siglo, y muchos de los que hoy tienen responsabilidades de gobierno ya no las tendrán ni en una fecha ni en la otra. Su lógica económica resulta difícil de entender pues para generar más déficit son ustedes rapidísimos (cheque bebé, reducción de 400 euros, subvenciones por la compra de coches, aumento del gasto de los ayuntamientos, etc). Bueno, aunque no adivino el criterio económico sí veo una similitud con esa medida de alargar la edad de jubilación, cuya aplicación práctica también posponían hasta la siguiente década.
En mi planeta, a diferencia de su Olimpo, el tiempo importa. Aquí, hay matrimonios que no duran ni un año, y ustedes pretenden vender promesas a una década vista. Probablemente, para entonces, sean otros miembros de su logia los que tengan que dar explicaciones, o vender otra ilusión que comenzará, imagino, en 2030.
Por desgracia, yo no tengo tanto tiempo pues mis clientes no aceptan promesas a década vista, especialmente sin argumentos ni convicción. Por eso, de momento, este miembro del mercado seguirá prestando el dinero de sus clientes a otros planetas diferentes al suyo. No obstante, cuando llegue el 2020, prometo analizar sus promesas "cumplidas" y así tendrán la oportunidad de volver a convencerme para que les preste a ustedes.
Brillante y totalmente de acuerdo.
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