jueves, 7 de febrero de 2013

EL SHORT SELLING EN ESPAÑA

A finales de enero, expiró la prohibición de abrir posiciones cortas en la bolsa española. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), organismo dependiente del gobierno que supervisa, y regula en cierta medida, los mercados financieros en España, decidió no prolongar esa prohibición temporal. Como hay mucho desconocimiento social sobre las posiciones cortas, o bajistas, hoy creo que es bueno explicar qué son y qué incidencia tienen en las cotizaciones y las empresas.

En la mayoría de sectores, por ejemplo el inmobiliario, en la industria textil, etc, si yo creyera que va a haber un deterioro de la actividad empresarial y de sus resultados empresariales (ganar menos o incluso afrontar pérdidas), seguramente decidiría no invertir ahí. En los mercados financieros, ya sea bolsa, bonos, divisas, o materias primas, si yo creo que algo está caro es porque mis perspectivas para ese activo son peores que las que estima el mercado, que es más optimista. En los mercados, pueden invertir al alza (posición larga), que es lo estándar y habitual en cualquier sector, o podrías invertir a la baja porque crees que ese activo está caro. Conceptualmente, eso implica pedir prestado ese activo, y venderlo hoy con el compromiso de recomprarlo más adelante (con la expectativa de hacerlo a un menor precio), y devolverlo. Esta inversión (especulativa) consiste en tu expectativa de que eso vale menos de lo que hoy cotiza y que en un futuro próximo lo reflejará. Entonces, tú comprarás ese activo más barato que tu precio de venta (hoy), y ganarás la diferencia.

Las ventas a corto, o short selling, (así se llama vender algo que no tienes hoy, con el compromiso de recomprarlo más adelante al precio que esté, y devolverlo), no siempre son operaciones especulativas, sino que a menudo son operaciones de cobertura para los profesionales de un sector. Por ejemplo, si yo tengo un cartera con varias acciones, y quiero mantenerlas porque creo que esas empresas están baratas (o incluso porque podrían ser compradas por algún competidor), pero a la vez creo que los mercados han subido demasiado y pueden caer, puedo cubrir mi riesgo haciendo dos cosas:
  1. Vender total o parcialmente esas acciones (que es algo que no quiero hacer). 
  2. Abrir una posición corta, por ejemplo vendiendo un futuro del IBEX, de tal manera que si la bolsa española baja, yo ganaré por ese futuro vendido más alto que al precio actual (que sería el de recompra si cerrara entonces la operación). Ese beneficio tendería a compensar la posible pérdida que yo me temo que podría sufrir en mi cartera, que no quiero deshacer.
Es decir, las posiciones cortas son  tanto un instrumento puro y duro de especulación, como una herramienta imperfecta pero útil de reducir el riesgo de una cartera en el corto plazo. Empresas no financieras, como las petroleras, venden futuros del crudo en la búsqueda de estabilidad y visibilidad de su cuenta de resultados (se aseguran el precio de venta en los próximos meses de una producción que todavía no han generado, sin ganar ni perder porque ese crudo suba o baje (si baja, ese futuro le compensará el menor precio de venta de sus barriles, si sube, el futuro le generará una pérdida que se compensará con el mayor precio de venta de sus barriles en el mercado. Muchas otras empresas productoras de un bien (de cítricos, de electricidad, de oro, etc) utilizan esos instrumentos "cortos" para dar estabilidad a su negocio (aunque a veces también los usen para especular cuando creen que el precio del mercado es insosteniblemente alto).

Se puede discutir largo y tendido sobre si tene sentido permitir que alguien venda hoy algo que no tiene pero que se compromete a tener y entregar (al comprador) en un futuro, bajo su riesgo de asumir pérdidas (si ese activo sube mucho y debe comprarlo mucho más arriba de lo que costaba al inicio). Lo que para mí no tiene lógica es lo que hacen las autoridades de diversos países, como España: primero permiten las posiciones cortas, pero si ha caído mucho el precio, entonces las prohíben. ¿Quién decide a dedo si han caído mucho, o no, si el nuevo precio de ese activo es realista con las nuevas prespectivas, o no? ¿Todavía no hemos aprendido de la historia lo que ocurre cuando los precios los ponen los gobernantes y no la oferta y la demanda? El colmo es ya cuando las prohiben temporalmente para un sector, por ejemplo el financiero, y no para el resto, que equivale a decir a los especuladores: estos barcos cotizados no los podéis hundir, pero os quedan esos otros. Sea por ignorancia, o por amiguismo hacia el lobbie catigado en bolsa, bonos, etc, es otra forma de intervencionismo arbitrario al que nos vienen acostumbrando de forma generalizada las autoridades desde el inicio de la crisis.

Para no eternizar este artículo te cuento los pros y contras que se argumentan, y porqué probablemente no se prohiban salvo que un día haya grandes catástrofes. Argumentos a favor de permitir las posiciones cortas (bajistas):
  • Aportan liquidez. Es cierto, al haber más vendedores, además de los compradores y los vendedores que ya había, ese activo gana liquidez, facilitando la compra/venta. Cuando un activo es poco líquido, por ejemplo una casa, se paga una prima de iliquidez, es decir, en igualdad de condiciones, un comprador y un vendedor pactarán un precio menor al comerciar con un activo que sabes que nadie va a quitártelo de las manos, del que no te deshaces rápidamente. La iliquidez reduce el precio teórico de un activo.
  • Aporta eficiencia a los mercados. Se supone que la masa de borregos (la mayoría de inversores), cuando se deja llevar por la euforia, sobrevalora los activos, entonces, el smart money (los chicos listos, como los traders de los bancos de inversión o los hedge funds), ayuda a templar ese precio al ponerse corto y presionar el precio a la baja. Este argumento es, en mi opinión, un mero acto de soberbia. A estas altura de este blog, ya sabrás que yo tengo claro que la gran manada de borregos actúa mal tras tiempo de bonanza y euforia, pero el mercado ya tiene medios naturales para deshacer esos excesos: vender ese bien quien lo posee. Un empresa, para hundirse y reflejarlo en bolsa, no necesita que se abran posiciones cortas (bajistas) en contra de su cotización, si su prespectiva empresarial empeora, quien compre ya lo hará a un menor precio. La verdadera cuestión de fondo es, dado que el mercado ya tiene un mescanismo natural para reflejar una pérdida de valor de un activo, la venta a un precio inferior al anterior, ¿es legítimo permitir que alguien gane con un activo del que no es propietario? Esta cuestión equivale, en cierta medida, a preguntarse si sería legítimo que muchos españoles apostaran contra otros muchos sobre si yo pagaré o no mi hipoteca. En la quiniela futbolística sí se hace.
Desde hace muchos años, en EEUU, existe el debate sobre si deberían o no prohibirse las posiciones cortas, si dañan más al sistema de lo que aportan. En los mercados, en ocasiones exiten los córners, cuando muchos especulan en contra de alguien porque saben que debe realizar una operación en un plazo corto de tiempo. Por ejemplo, si los almacenes chinos de cobre están bajo mínimos de inventario, los trades internacionales compran futuros del cobre (haciendo subir el precio actual) porque creen que en poco tiempo, los traders chinos tendrán que comprar más cobre para rellenar sus almacenes vacíos. 

Esta dinámica ocurre en otros muchos sectores entre clientes y proveedores de bienes, la diferencia es que aquí hay unos financieros que intentan beneficiarse de esa situación que se da en la economía real. En ocasiones, cuando una empresa tiene problemas en su negocio que hacen temer por el pago de su deuda, los inversores invierten a la baja (posiciones cortas), lo que hace caer más el precio de la acción, y esto agrava sus problemas, pues si ha de ampliar capital será a un precio mucho menor. Las posiciones cortas en gran magnitud, sólo sostenibles cuando todo el mercado se cree realmente que esa empresa se puede hundir pues sino comprarían y subiría el precio, pueden llegar a ser la picota que hunda definitivamente a una empresa en la economía real. Probablemente, no sería el primer caso de la historia en que los especuladores venden las acciones (que no poseen) y compran los bonos para quedarse la empresa a precios de derribo, ganando además por la caída de las acciones. 

Aunque esto me dificultaría notablemente mi trabajo, yo sería partidario de prohibirlas parcialmente, es decir, limitar más su uso (algunos límites sí hay en la operativa) para permitir la cobertura pero no la salvaje especulación que actualmente existe, que me recuerda al tópico de los cachas de la clase dando una paliza y robando el bocadillo al más débil. Creo que el conjunto del sistema sería más sano. ¿Sabes por qué es tan difícil que se prohiban? Porque cuando se prohiben baja brutalmente el número de operaciones que se realizan en el mercado, lo que significa muchísimas menos comisiones para la banca, como bróker que intermedia en la operación, para las plataformas bursátiles (NYSE, NASDAQ, Euronext, Chicago Mercantile Exchange, Bolsa y Mercados, etc), y ahora con las nuevas tasas financieras, para los gobiernos. ¿A quién le podría interesar cambiar esto por unos mercados menos especulativos?, ¿al ciudadano que sufre los efectos de las turbulencias financieras en su empresa? Pues nada, para cuando mande el ciudadano.

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