Hace tres años, empezó la negociación internacional de las nuevas normas
bancarias de Basilea. Dicho organismo comenzó hablando de grandes exigencias
para la banca, pero luego, el lobby del sector de cada país defendió sus intereses,
presionando en favor de su realidad nacional. Por ejemplo, a los franceses les
penalizaba el requisito de capital asociado a las filiales, porque tienen
muchas. Los japoneses defendían que las pérdidas acumuladas (tienen muchas),
que pueden ser compensadas con beneficios futuros, se consideraran capital. Por
desgracia para la banca española, su entonces Presidente Rodríguez Zapatero
estaba centrado en extender por nuestro sistema solar la Alianza de
Civilizaciones, y se le olvidó de defender los intereses internacionales de su
banca.
Básicamente, la banca española se vio perjudicada en dos aspectos. Primero,
las provisiones genéricas, que son el colchón de seguridad generado en los años
buenos reconociendo pérdidas no materializadas para cuando vengan malos
tiempos, no computan en el cálculo de Basilea. A mi entender, esto es absurdo y
perjudica a las entidades españolas, cuyo prudente sistema de provisiones es
envidiado por la banca internacional. El segundo factor que penaliza a la banca
española es que las acciones preferentes no computen como capital. A diferencia
de lo que ocurre en otras legislaciones, las preferentes españolas no suelen
ser convertibles en acciones.
Cuando trabajé como asesor comercial conocí las acciones preferentes.
Los folletos informativos te dirán que son un híbrido entre acciones y bonos.
Lo que no te explicarán es que tienen lo peor de los dos mundos. Si las cosas
van bien, sólo aspiras a cobrar el dividendo, mientras que los accionistas ganan
mucho más. Si la entidad va mal, si no tiene beneficios, puedes dejar de cobrar
el dividendo y, si las cosas empeoran, respondes de las obligaciones contraídas
por la entidad después de sus accionistas pero antes que los bonistas. Creo que
no somos pocos en el sector los que las consideramos un engañabobos, una trampa
que utiliza como cebo un cupón/dividendo alto, pero del cual no puedes salirte
una vez que estás dentro. Cuando quieres venderlas, descubres que no hay
liquidez, y que la propia entidad ofrece hacer de intermediario (buscar un
comprador) a precios, a menudo, inferiores al 100% que tú pagaste al comprarlas.
Como práctica bancaria me parece vergonzosa. Recuerdo dos entidades
que hace aproximadamente un año y medio se dedicaban a recomprar al 45% ó 55%
(es decir, a la mitad de cuando las emitieron) unas acciones preferentes en
manos de sus clientes mientras a otros clientes les colocaban una nuevas
similares al 100%. Es decir, le sacaban los ojos a sus clientes, y todo ello con la mirada impasible del regulador.
En las últimas semanas, varias entidades han anunciado una oferta de
recompra de sus acciones preferentes, en varios casos al 100%. El motivo es que
consume recursos y no computa como capital en las nuevas normas que deberán
aplicar a mitad del año que viene. Este hecho es una muy buena noticia para los
propietarios de acciones preferentes a los que podríamos decir que casi les ha
tocado la lotería. La necesidad de la banca de liquidar ese instrumento les va
permitir deshacer una inversión horrorosamente ilíquida al 100%, es decir,
recuperar toda su inversión. Un aspecto legislativo importante en esta operativa
es que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha decretado que
ahora las preferentes deben cotizar, es decir, la banca no podrá seguir
comprándolas y vendiéndolas internamente al precio que a ellos les dé la gana, por ejemplo, comprándoselas baratas a un cliente con problemas de liquidez, y vendiéndoselas más caras a una abuelita a la que encandilan con el cobro de un buen cupón/dividendo. Un flanco menos para que la banca exprima/engañe a sus cilentes. Una buena noticia consecuencia de la mala gestión de ZP.
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