Con tanta preocupación por las tensiones de liquidez y la solvencia de la banca europea, resulta razonable preguntarse si vuelve el “too big to fail” (demasiado grande para dejarlo caer). En realidad no vuelve, es que siempre ha estado ahí, nunca se fue.
Otro término relacionado con esta cuestión es lo que los americanos llaman “moral hazard” (riesgo moral). En castellano de a pié lo podríamos traducir por amiguismo, subvención a dedo, tráfico de influencias, injusticia comparativa, etc. Tras salvar a American International Group (y los miles de millones que debía a la banca) quedó muy claro cual era el mensaje: “En este país/planeta no cae ni un banco (grande) más”. Lo contrario a la economía de mercado, a las reglas de juego establecidas que le han permitido a la banca ganar tanto dinero durante décadas. Contrarias a la asunción de responsabilidades, por los actos realizados, que exige la justicia social, y la prudencia para el futuro.
Hace tres años, nuestros gobernantes sacaron la bandera del “salvamos a la banca con dinero público por el bien común, pero es la última vez” (muchas empresas de sectores no privilegiados nunca tendrán esa segunda oportunidad). En estos tres años, los Bancos Centrales les han dado dinero casi gratis y suficiente para comprar este Universo. A cambio, les exigen capital (normas de Basilea III), transparencia (realizar algunas operativas en mercados organizados), separar algunos negocios que conectan unas actividades bancarias con otras y aumentan el riesgo sistémico.
Entonces, ¿dónde está el problema? El problema es que en el mundo real, el orden de los factores sí altera el producto. Los derechos ya se los han dado, pero las obligaciones están por llegar. Los privilegios empezaron hace un trienio, las exigencias de Basilea son para 2019, los CDS, dark pools, y otras muchas operativas opacas y/o de alto riesgo siguen cruzándose fuera de mercados organizados. Además, las operativas de banca de inversión y comercial siguen perfectamente conectadas. Según datos de la Office Of The Currency Comptroller, en EEUU hay actualmente $250 trillones en derivados de tipos de interés, divisas, acciones, materias primas y coberturas contra impagos (Credit Default Swaps) - te recuerdo que el PIB de EEUU son $15T -. Cinco entidades poseen el 95% del total (JPMorgan 31%, Citigroup 22%, Bank of America 21%, Goldman Sachs 19%, y HSBC 1,5%). Por otro lado, en Francia, los tres mayores bancos (BNP, Société Générale y Crédit Agricole) suman un tamaño cercano a 2,5 veces el PIB galo.
En esta línea, ayer, los gobiernos de Francia y Bélgica declararon que apoyarán a Dexia (gran entidad financiera que opera principalmente en estos dos países) si es necesario, ante los problemas de financiación que acusa dicha entidad. Bélgica tiene un PIB anual de aproximadamente €350B, y una deuda del mismo tamaño. Si parten Dexia en un banco bueno y otro banco malo, el malo podría ser de entre €125B y €200B, según publica un diario, a repartir entre Francia y Bélgica. No es de extrañar que estén cayendo los bonos belgas, y que la rentabilidad del bono a 10 años haya subido del 3,57% al 3,97% en 30 horas. En resumen, el riesgo sistémico sigue ahí, nunca ha dejado de estar, sigue habiendo una gran concentración de riesgos que asegura el "too big to fail". No importa si una entidad hace bien o mal su trabajo porque los gobiernos están ahí para asumir los riesgos y/o pérdidas en nombre y a cargo de los contribuyentes. También resulta fácil entender el poder político del lobby financiero mundial.
Hoy, muchos líderes mundiales dicen públicamente que apoyan a sus bancos y que los ayudarán si es necesario, y eso está bien. Así debe ser. Lo malo es lo que no dicen, ¿pondrán un precio justo a esa ayuda, por variar? ¿Cumplirán esta segunda vez con las normas económicas que rigen para el resto de mortales, es decir, que los accionistas y bonistas de dichas entidades asuman sus correspondientes pérdidas, o volvemos al moral hazard que conlleva el “too big to fail”?
Ojalá me equivoque pero, de momento, la historia sugiere que en este Titanic macroeconómico a algunos siguen regalándoles el billete en primera, lo que significa el derecho a salvarse. ¿Adivinas quién paga ese billete?
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