El presidente de la Reserva Federal (FED), Ben Bernanke, hablará este viernes en la conferencia económica anual conocida como Jackson Hole. En este evento fue, hace un año, donde anunció el programa Quantitative Easing 2. Hoy, el mercado espera algo parecido tras la actual ralentización económica global.
Durante meses he criticado las medidas no convencionales de la FED así como algunos riesgos y consecuencias de dicha política. Pero, ¿cuál es fin de Bernanke que le lleva a utilizar esos medios no convencionales y contrarios a la economía de mercado? El cree que puede imponer a la economía el “círculo virtuoso”, que explicaba en un artículo el 4 de noviembre de 2010 en el Washington Post.
El círculo virtuoso significa que si las cosas van bien, aumenta la probabilidad de que vayan mejor. Si hay confianza económica hay más consumo, que generará más beneficios empresariales. Esto favorecerá más inversión, más contratación, más sueldos, etc y vuelta a empezar. Yo coincido con Bernanke en este análisis pero discrepo en la forma de conseguirlo. Para él, el hábito hace al monje. Cree que si manipula al alza los precios de los activos para que coticen como si las cosas fueran mucho mejor de lo que realmente van hoy, automáticamente se generará una confianza que hará que todo vaya mejor. Yo creo que eso genera burbujas, que hacen más mal que bien. Coincido con él en la necesidad de crear optimismo pero partiendo del realismo y no de una ficción inventada, de un espejismo monetario similar al efecto de una droga. El drogadicto disfruta el efímero momento pero choca con la realidad poco después. Acto seguido, este vuelve a necesitar otra dosis para negar la evidencia que le rodea, o sea, más Quantitative Easing.
Metafóricamente, Bernanke dice lo siguiente: hace pocos meses, Telefónica cotizaba a €18. Hoy, con el deterioro económico global cotiza a €14. Bernanke cree que si ZP promulgara una ley que prohibiera vender o comprar acciones de Telefónica a menos de €30 la crisis se acabaría. Yo creo que lo importante no es el número, los €30, éste sólo es el efecto, no la causa. La confianza existente es lo que produce el número y no a la inversa.
El puente que separa la utopía de Bernanke con la realidad es el mismo que separa al comunismo del cristianismo: la libertad individual, el libre albedrío. La libertad de elección es un medio imprescindible para conseguir esos fines. El mercado es la democracia económica donde millones de compradores y vendedores deciden precios y cantidades según sus perspectivas, necesidades, liquidez, información, etc. Bernanke ha impuesto la ley marcial en los mercados financieros, el autoritarismo y la manipulación, creyendo que eso generará confianza. Yo creo que es precisamente lo contrario. La burbuja creada entorno al oro y la plata como inversión refugio son, en gran medida, una muestra de la desconfianza en el futuro que crean las políticas de la FED y del BCE.
El puente que separa la utopía de Bernanke con la realidad es el mismo que separa al comunismo del cristianismo: la libertad individual, el libre albedrío. La libertad de elección es un medio imprescindible para conseguir esos fines. El mercado es la democracia económica donde millones de compradores y vendedores deciden precios y cantidades según sus perspectivas, necesidades, liquidez, información, etc. Bernanke ha impuesto la ley marcial en los mercados financieros, el autoritarismo y la manipulación, creyendo que eso generará confianza. Yo creo que es precisamente lo contrario. La burbuja creada entorno al oro y la plata como inversión refugio son, en gran medida, una muestra de la desconfianza en el futuro que crean las políticas de la FED y del BCE.
Por ejemplo, que los gobernantes europeos obliguen al BCE a contradecir sus estatutos y principios comprando deuda soberana no genera confianza sino todo lo contrario. La verdadera confianza la genera la coherencia de criterios, la racionalidad de las medidas, la prudencia ante la incertidumbre, la austeridad, etc y no el despilfarro público, la manipulación de los mercados y la información, la arbitrariedad de las medidas para beneficiar a unos a costa de otros, el irrealismo político, la falta de criterio, las continuas contradicciones, el cortoplacismo, etc.
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