Las dos principales agencias de rating a nivel mundial son Moody's y Standard&Poor's, ambas son americanas. Además, hay otras muchas pero de menor tamaño y/o reconocimiento. El papel de las agencias es certificar la calidad crediticia (el riesgo de crédito) de una emisión de un producto financiero, es decir, ponerle nota para que cualquier posible inversor en ese producto sepa cuan seguro se supone que es. Como nadie sabe el futuro y la economía no es una ciencia exacta, el rating viene a ser como la opinión de un experto, pero sólo eso, una opinión.
Las agencias de rating tienen dos problemas o potenciales conflictos de interés:
- Las compañías que emiten un producto, por ejemplo un bono, les contratan para que le otorguen un rating (una nota oficialmente reconocida) a ese producto. Si la nota es alta, significa que el producto es más seguro, y por tanto, lo inversores le exigirán un rendimiento menor para invertir frente a otro producto con más riesgo. El conflicto está en que, al igual que ocurre en las auditorías contables, la compañía que paga a la agencia de rating tiene un interés claro en que ésta califique muy bien a su producto, por lo que la independencia de la agencia para calificar sin ceder al interés del que paga no es tarea fácil. ¿Pagarías tú a alguien por decir que eres muy feo, malo y tonto, o le harías cantar tus virtudes a los cuatro vientos?
- Los gobiernos apoyan el negocio de las agencias a través de la legislación, obligando a contar con calificación crediticia para determinadas operaciones. Por ejemplo, el BCE exige un rating mínimo para aceptar determinados bonos como colateral (garantía) de sus préstamos. Los gobiernos critican (¿presionan?) a las agencias cuando éstas les bajan el rating porque entonces les resulta más caro financiarse.
Estos días, resurge entre los políticos europeos el clamor por crear una agencia de rating europea. El motivo es sencillo: a los políticos europeos no les gusta que las agencias de rating no pasen por alto la posible insolvencia griega. El hecho de que tanto Moody's como S&P hayan dicho que la propuesta de reestructuración de la deuda griega podría catalogarse como un "credit event" es algo que dificulta el rescate, pues esa deuda y/o el emisor (Grecia) verían rebajado su rating, con las consecuencias que ello conlleva. Por eso quieren una agencia propia, para poderla manipular a conveniencia. Al fin y al cabo, quién duda de la influencia política americana para que sus agencias sigan otorgándole la máxima calificación crediticia. Otra prueba más de lo poco que les gusta a los gobernantes democráticos la separación de poderes y la libertad del mercado frente al intervencionismo estatal "por el bien común".
Probablemente, pretender que las agencias hagan su trabajo cuando éste deja en evidencia a cualquiera de las dos manos que les da de comer, gobiernos y empresas (especialmente financieras) es casi utópico. Sin embargo, creo que las agencias deben resistir las presiones de los gobiernos si quieren sobrevivir pues claudicar ante éstos conlleva, en ocasiones, ir contra el sentido común y la coherencia de criterio, lo que genera importantes riesgos legales por demandas, como las que afrontan hoy por sus calificaciones excesivamente bondadosas de los paquetes de hipotecas que colocó la banca.
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