sábado, 2 de agosto de 2014

De ZIRP a NIRP: The Twilight Zone (la dimensión desconocida)

Cuando empezó la crisis, allá por 2008, los Bancos Centrales trataron de ayudar a la recuperación económica bajando notablemente los tipos de interés y otorgando cantidades ingentes de dinero a la banca y a los gobiernos. En aquellos años fuimos muchos los que, aunque compartíamos la buena intención, criticábamos los medios y medidas utilizados. Entre las criticas yo destacaría algunos puntos como:
  • Una y otra vez, los BCs estimulan burbujas al intentar maquillar temporalmente la situación económica. Y es que un problema estructural de exceso de gasto público y privado y de creciente endeudamiento acaba generando un problema de solvencia, no de liquidez. Un problema de liquidez se soluciona con un poco de dinero puntual mientras que un problema de solvencia requiere cambios estructurales hacia una modelo de crecimiento sostenible. Los BCs fomentan el mantener esos excesos al bajar demasiado los tipos de interés y durante demasiado tiempo. Eso ayuda a la economía en el corto plazo (a base de magnificar los excesos que nos han llevado a esa situación) pero siembra desequilibrios y más excesos en el largo, y al final, el largo plazo también llega.
  • Utilizar la política monetaria para hacer política fiscal, papel que corresponde a los gobiernos, que deben convivir de forma equilibrada entre sus ingresos y sus gastos, es muy peligroso y la historia dice que acaba mal. Acaba mal porque los gobiernos aprovechan para seguir viviendo desquilibradamente más que para equilibrar sus cuentas (aunque repitan que han aprendido la lección y que buscan ganar tiempo para reconducir sus déficits). La deuda pública de Occidente ha pasado de aproximadamente 60% del PIB, antes de la crisis, al 100% actual. La deuda crece tan rápido porque esos gobiernos siguen gastando cada año entre un 10% y un 30% más de lo que ingresan, lo que supone la mejor garantía de que esta crisis no amainará hasta que esta situación se arregle de una forma u otra.
  • Los economistas de la escuela austríaca ya lo decían: si haces billetes y se los das a alguien, a quien beneficias más que a la economía es a ese alguien. Ese alguien era la banca. ¿Qué hubiera hecho yo? Dar un crédito puntual y limitado al gobierno vinculado a un objetivo concreto: suplir la falta de ingresos que generaría bajar impuestos a las empresas y consumidores, principales motores económicos. Esto hubiera sido más eficiente para la economía y más justo para la sociedad, pero menos beneficioso para la clase privilegiada, la banca y las grandes corporaciones. Esta medida, aunque no me gusta conceptualmente, hubiera tenido sentido para hacer llegar liquidez que facilitara el ajuste a las pymes y familias, dado que el mecanismo normal de transmisión monetaria (BC>banca>empresas y consumidores) no funcionaba bien. 
El ser humano y su capacidad de adaptación muestran una característica curiosa: un cambio significativo genera inicialmente una gran reacción. Después, más de lo mismo ya no genera ni reacción. A todo nos acostumbramos. Al principio, esas políticas de los BCs generaban controversia por sus posibles consecuencia nocivas a medio y largo plazo. La política de tipos cercanos a 0 recibía el nombre de ZIRP (zero interest rate policy). Cinco años después, ya estamos en el medio/largo plazo y siguen sin poder normalizar sus políticas monetarias "temporales" mientras apenas vemos esa prometida recuperación que lo justificaba casi todo, por estúpido que fuera. De hecho, algunos BCs como el BCE han dado otra vuelta de tuerca a ese extremismo monetario y hemos pasado de ZIRP a NIRP (negative interest rate policy).

Hoy te explico qué subyace bajo esas bonitas siglas que harán pensar a los profanos en la materia que debe haber mucha sabiduría en esas decisiones. Tipos de interés negativos significa que, cuando el BC presta a las instituciones bancarias les cobra un tipo de interés (típicamente, un 0,25% sobre el tipo oficial cercano a 0). Además, cuando el BCs remunera el dinero que los bancos ponen en depósito en el BC, éste le paga el tipo oficial menos un diferencial (por ejemplo, 0,25%). Como el tipo oficial ronda el 0%, el pago que el BC hace a esos depósitos es inferior a 0, es decir, negativo. En resumen, a pesar de las políticas monetarias extremas de dar trillones de dólares a toda la banca mundial apenas ha circulado ese dinero por la economía, que era la ingenua retórica oficial de borregos y para borregos con que se vendían oficialmente esas medidas hace un lustro. Ahora que eso apenas ha funcionado (para la economía, no para los afortunados que recibían financiación casi gratis) intentan cobrar a la banca por los depósitos además de por los créditos. Por cierto, ¿acaso crees que la banca no traslada ese coste a sus clientes? En algunas divisas como el franco suizo ya está ocurriendo desde hace tiempo. La nueva estupidez hecha teoría: que ahora la banca moverá ese dinero en la economía porque tenerlo aparcado en el BC, como ha hecho durante estos años, le cuesta dinero.

Hace años que muchos ya sabíamos que estas medidas monetarias no eran la bonita solución que hasta algún Premio Nobel prometía. Y es que, antes que la economía, la retórica mediática o la manipulación social oficializada, se impone una cosa: el sentido común individual que rige el comportamiento humano. La banca lleva muchos años sin prestar por varios motivos y, si esperabas a que esos motivos desaparecieran solos, no tenía sentido confiar en ver una recuperación con caras y ojos hasta muchísimos años después. ¿El problema adicional de permitir que se alargara mucho el plazo de la recuperación? Que muchísimos años después previsiblemente equivalía a que los gobiernos, que iban a seguir gastando como si la crisis apenas fuera con ellos, acumularían muchísima más deuda pública (por el exceso de gasto combinado con la caída de los ingresos).

La banca no prestaba por tres causas: primera, estaba y está infracapitalizada dentro de un sistema llamado de "reserva fraccional bancaria" donde los volúmenes (y los resultados) son magnificados por el apalancamiento. Hasta que la banca no ha ido reduciendo su volumen de créditos (los vencidos y no reemplazados con nuevos) y acumulado más años de beneficios, no ha mejorado sus ratios de solvencia (ampliaciones de capital adicionales hubieran acortado drásticamente ese plazo de mejora económica pero hubieran cabreado soberanamente a los banqueros). Segundo, la banca no quería prestar porque la sociedad a la que debía prestar estaba endeudada hasta las trancas, lo que suponía un gran riesgo de aumentar las ya gigantescas pérdidas crediticias.

Si los dos motivos anteriores por los que estaba estropeado el vehículo de transmisión monetaria normal tenían que ver con los excesos acumulados por sus protagonistas, la banca y la sociedad, el tercer motivo tiene su origen en los gobernantes. No tenía sentido exigir mejores ratios de solvencia a la banca en plena crisis, bastaba con mantener los que había y hacer que se cumplieran en vez de aumentar su exigencia mientras les cambiaban la contabilidad para permitirles maquillar su situación todavía más. Por si todo esto fuera poco, como ya les explicaba yo a algunos clientes en 2010, el poco crédito que la banca concediera en los años siguientes sería para los gobiernos, ansiosos de dinero con el que financiar sus sobredimensionada estructura.

En mi opinión, ésta era una recuperación abortada y enquistada antes de empezar. Hasta Rajoy lo entendería si pensara durante un momento en algo más que en mantener, un poco más, su trasero en su silla: Occidente vive una recuperación mediocre en magnitud e insana en su fondo, porque esta forjada en un incremento de la deuda pública del orden del 40% del PIB (del 60% al 100%) en unos 6 años. Y para que semejante paso de gigante hacia la insolvencia pública sea aceptado con una sonrisa por todo el planeta, bajando los tipos de interés oficiales hasta cero, manipulando los tipos en los activos cotizados y confiando en que jamás suban. Si ZIRP es conceptualmente una de las últimas fases de lo que la Fed empezó hace aproximadamente cuatro décadas, cuando dejó el patrón oro y se embarcó en la anarquía monetaria actual, NIRP podría calificarse de "tiempo de descuento" en este partido amañado por nuestro sistema socioeconómico para disfrutar una riqueza que jamás hemos creado y cuyo saldo deudor incrementamos sin descanso día tras día.

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