domingo, 7 de abril de 2013

LOS RESULTADOS EMPRESARIALES

En las primeras 4-6 semanas de cada trimestre, el mundo financiero se llena de titulares con motivo de las publicaciones de los resultados trimestrales de buena parte de las empresas cotizadas. Los analistas de los bancos de inversión ("sell side") comparan esos resultados con sus estimaciones de ventas, beneficios, márgenes, etc, poniendo especial antención en la comparación, frente al mismo trimestre del año anterior, de los beneficios recurrentes (sin extraordinarios) por acción.

Hoy te voy a explicar una picaresca asociada a los resultados empresariales y, por extensión, a las recomendaciones de los analistas. Tras varias semanas y muchos resultados ya publicados se suele hacer un recuento, comparando si los beneficios presentados han sido mejores o peores de lo estimado por el consenso del mercado, formado por muchos analistas de diferentes bancos. En el índice S&P 500, los resultados de las 500 compañías que los integran suelen batir los estimados casi en un 70% de los casos, algo que suena bonito y genera buen rollo en el mercado bursátil, algo que hace que parezca que la realidad de las empresas es habitualmente mejor de lo estimado. A priori, este dato puede resultar sorprendente si tenemos en cuenta que los analistas se reúnen periódicamente con las compañías y que éstas además realizan presentaciones periódicas ante la comunidad inversora y comunicados cuando hay hechos relevantes.

Intuitivamente se me plantean dos posibilidades. Primera, ¿acaso la mayoría de analistas son muy malos haciendo su trabajo y por eso siempre tienden a quedarse cortos? Segunda, ¿engañan quizás las empresas sistemáticamente a los analistas que hablan con ellas diciéndoles cosas peores que la realidad? Ni lo uno ni lo otro. Los analistas no son ningunos ineptos y las empresas, aunque dosifican la información y siguen atentamente las estimaciones y recomendaciones de los analistas, tienden a sacarle tanto brillo a su compañía como razonablemente pueden. Incluso en cualquier supuesto, sería previsible que los analistas apuntaran al alza en la siguiente ocasión, y entonces bajaría sustancialmente ese ratio. Luego, ¿por qué sistemáticamente se siguen batiendo las estimaciones en más de dos tercios de los casos?

La picaresca es la siguiente. Las empresas saben que es importante no defraudar los estimados del conjunto del mercado a riesgo de sufrir un desplome en su cotización, algo que perjudica a directivos, accionistas y a la propia empresa. En consecuencia, las empresas hacen todo lo posible por superar aunque sea en un centavo/céntimo lo estimado. De hecho, muchas empresas, si ven que están muy lejos de las estimaciones, unos días antes de presentar los resultados, por ejemplo diez días, comunican públicamente que no llegarán al rango numérico que la propia empresa había dado, por ejemplo ganar $1.25-$1.30. A continuación, la empresa da un nuevo rango de beneficio para ese trimestre ya cerrado, por ejemplo $1.10-$1.11. Entonces, cuando llega el día de la presentación anuncian un resultado de $1.12 por acción y, oficialmente consta como si hubieran batido las estimaciones.

El batir recurrentemente los resultados trimestrales es algo que los directivos de las empresas saben que les ayuda a hacer subir el precio de sus acciones. De hecho, para la cotización en bolsa de una compañía es más rentable batir muchas veces, aunque sea de poco, y defraudar luego una vez en una magnitud mucho mayor. Esto ocurre porque el día en que se defrauda al mercado y la cotización cae, a medida que baja el precio, los inversores tendemos a pensar que esa acción está barata por el simple hecho de que el valor atribuido a una empresa está influido por la cotización que venimos viendo semana tras semana. Después, cuando la cotización es estabiliza en un nivel durante varios meses, tendemos a pensar que ese es su precio y vuelve a empezar el proceso.

Al contrario de lo que mucha gente cree cuando lee informes de empresas, recomendaciones y precios teóricos, el análisis financiero tiene mucho de objetivo, mucho de subjetivo, y mucho de visceral, como el resto de facetas del ser humano.

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