miércoles, 22 de agosto de 2012

VIVIR "CON" VERSUS "DE"

Son extremos diferentes, obviamente, con resultados diferentes. A largo plazo, vivir "con", es necesario, vivir "de", catastrófico. Nuestra sociedad lleva muchos años viviendo más "de" que "con". Tanto en la economía como en la vida personal es necesario vivir "con" ilusión (por alcanzar nuestros objetivos), pero no "de" ilusiones, como hacen los mercados financieros cada vez que un gobernante anuncia que va a crear por arte de magia el paraíso terrenal (y encima te lo dice un miembro de una de las castas sociales con mayor responsabilidad en sembrar y empeorar esta crisis).

Es bueno vivir "con" la esperanza de poder superar las adversidades. Pero no "de" esperanza como herramienta que sustituye al esfuerzo, sino como complemento de éste.Para casi todo es imprescindible el optimismo, pero es necesario también que éste parta de la estación del realismo.

Para mí, el optimismo no consiste en creer que el euro, tal y como lo conocemos hoy, "se salvará" (algo a lo que le atribuyo pocas posibilidades). Mi optimismo viene por la capacidad de adaptación del ser humano, no por la negación de lo que cada día parece más evidente. Aunque hubiera una ruptura, tras la convulsión inicial, nos adaptaríamos y volveríamos a crecer. Algunos creen que perderíamos mucha riqueza generada, mucho nivel de vida. Es cierto, pero probablemente inevitable, porque esa riqueza nunca fue totalmente nuestra, era prestada, estaba excesivamente sustentada en el crédito. La burbuja del crédito, mucho del cual se fue a los inmuebles y al (mal)gasto público, consistió en pasar de vivir "con" crédito a vivir "del" crédito.

Ahora, la sociedad culpa de todo a la falta de crédito (y a la banca por no prestar, y a los gobiernos por no obligarles a prestar), pero nadie dice que ha sido precisamente ese exceso de crédito (que tanto gustaba) lo que nos ha traído hasta aquí y que un exceso se soluciona a la inversa (en un plazo realista no una década como quiere Obama y los de su logia). Las autoridades no explican (por ignorancia o cobardía), que en algún momento, la realidad o nosotros mismos (vía las decisiones individuales) pinchamos la burbuja. Las casas no cayeron por culpa del Dios del trueno sino porque los ciudadanos empezaron a frenar las compras porque los precios, espoleados por el exceso de crédito, habían subido hasta niveles más allá de lo razonable/asequible. Los bancos también dejaron de dar créditos porque vieron que habían prestado más allá de lo razonable y empezaban a sufrir impagos. Ese freno económico hizo que las empresas descubrieran que sus bonitas perspectivas futuras, basadas en una prolongación lineal de los años de bonanza al hincharse la burbuja, tampoco eran realistas. Los mercados también empezaron a concienciarse de que ese exceso de gasto público que se suponía sería sostenido por una bonanza eterna, amena hoy la solvencia de muchos países.

Muchos reclaman medidas para que haya ya más crédito y crecimiento. Yo creo que se equivocan porque no se preguntan por qué no fluye el crédito y por qué no crece el consumo y/o la inversión. Ambos se basan en la liquidez y la confianza. La liquidez sobra en el sistema financiero (tanto la Fed como el BCE "guardan", cada uno, cerca de un billón de euros de la banca), aunque luego no llegue, por varios motivos, a la  economía real. Yo quiero tanto como el resto que fluya el crédito, pero de una forma sana, para que sea sostenible y no otra burbuja. Obligar a la banca a prestar por imperativo legal (y no por libre elección) no generará confianza y no funcionará (porque harán trampas para cubrir el expediente prestando a quien no lo necesita y casi no tiene riesgo).
 
Ludwig Von Mises, de la escuela austríaca, definió muy bien el proceso que hoy vivimos: No hay forma de evitar el colapso final de un boom creado por la expansión del crédito. La única duda es si la crisis llega antes, por el freno voluntario en el crédito, o después, con el colapso total del sistema monetario implicado. ¿Tú dónde crees que estamos? Si no lo sabes, mira cómo los políticos y los dirigentes de los bancos centrales intentan sustituir a la economía de mercado, a las libres decisiones individuales, creando billetes para darlos a dedo. 

Por desgracia, el sobreapalancamiento  (sobreendeudamiento) global es todavía tan alto (tras muchos años de crecimiento desmesurado del crédito), que necesitamos más tiempo/años de purga para que la situación se estabilice y vuelvan a darse las condiciones para crecer de forma sana, es decir, equilibrada social y económicamente. A mí no me quitan el sueño los ajustes que creo que inexorablemente veremos, sino que después de cuatro años de parches infructuosos, insuficientes, todavía no hayamos descubierto/aceptado la medicina que nos toca tragar.

Es muy sencillo: el sistema necesita ajustarse a la realidad del momento para funcionar bien. Cuando no se permite ese ajuste, hay que intentar inventarse la confianza con grandilocuentes y/o falsas declaraciones (políticas) e inflando una burbuja monetaria que haga que circule el dinero (aunque apenas pase de la economía financiera a la economía productiva). En una economía de mercado, sin el intervencionismo actual, una burbuja en el crédito se soluciona liquidando esos créditos malos. Sin embargo, para evitar que la banca asumiera sus errores, los bancos centrales mundiales, de forma similar a como hizo Japón hace dos décadas, optaron por crear trillones de dólares y bajar los tipos a cero (con los diversos riesgos/problemas que ello conlleva) para mantener temporal y artificialmente a flote esos créditos no viables. 

En mi opinión, hay tres ajustes necesarios y pendientes en gran medida ¡DESDE HACE CUATRO AÑOS! para que la economía vuelva a crecer de forma sana:
  • Obligar a toda la banca mundial a aflorar las pérdidas ocultas y a recapitalizarse, si es necesario, convirtiendo a los bonistas en accionistas (como mandan las reglas del juego mercantil). En vez eso, ha habido tímidas recapitalizaciones, una contabilidad más flexible para maquillar pérdidas, y unos bonistas intocables, que podrían haber absorbido muchas pérdidas porque representan varias veces el tamaño del capital. Esta solución, limpia y justa hubiera convertido, por sus propias decisiones, en clase media a muchos grandes millonarios y ejecutivos de banca de todo el planeta, una de las castas dominantes. Además, exigirle a la banca en plena crisis coeficientes de capital más altos era asegurar y prolongar la seguía del crédito.
  • Que los gobernantes expliquen que la superestructura laboral pública no es sostenible por la sociedad y que apliquen, no prometan, recortes de verdad (con reducciones de plantilla y cierres de empresas ineficientes), que es como se sanea el sector privado y la economía. (Para evitar desórdenes sociales, también deberían aplicarse el cuento en sus carnes y reducir su número ya).
  • Rebajar dos impuestos directos: IRPF (subiendo el mínimo personal exento) y Sociedades (vía rebaja drástica de las cotizaciones sociales, especialmente a las pymes). Esto sería una inyección de liquidez en vena para LOS DOS ÚNICOS Y VERDADEROS MOTORES DE NUESTRAS ECONOMÍA, los ciudadanos y las empresas. ¿De dónde se creen los que abogan por más gasto/endeudamiento público que viene el dinero de las Administraciones Públicas? Casi exclusivamente de la riqueza que generan empresas y ciudadanos. Aumentar su renta disponible es la forma más rápida y evidente de acabar con la crisis, porque mejorarían sus finanzas, el consumo y la inversión, que es la ÚNICA forma sostenible de salir de la situación actual. Lo demás es populismo cortoplacista.
¡Qué planteamientos tan diferentes de lo que han hecho realmente! Como ejemplo, en España, ahora empiezan a exigirles a la banca que aflore de verdad sus pérdidas por el ladrillo. El gobierno habla de recortes mientras reconoce que debe cerrar/vender/fusionar 600 empresas y que sólo lleva 2. A las empresas les suben impuestos, pero es que a los ciudadanos los destrozan subiendo, creando, y resintaurando impuestos, además de subir todos los precios regulados (agua, gas, electricidad, transporte público, etc). Pues nada,  a seguir sufriendo "con" paciencia a estos gobernantes ineptos que continúan llevándonos por el camino que consiste en seguir viviendo "del" crédito. Lo que empezó siendo una útil herramienta macroeconómica, el crédito, la marcada tendencia cortoplacista de nuestra sociedad lo ha convertido en nuestra droga.

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