domingo, 8 de julio de 2012

LA INVIABLE CULTURA DEL "ME TOO"

Cualquier grupo social, ya sean personas o animales, necesita de una serie de normas de funcionamiento (obligaciones), de derechos, y de responsabilidades (consecuencias por el incumplimiento de dichas normas) para poder funcionar, si no fuera así se impondría el caos y los individuos no verían rentable el formar un grupo.

En la naturaleza, son la leyes naturales quienes adjudican los papeles, los derechos, las obligaciones, etc. En la sociedad civilizada es el sistema socioeconómico elegido y diseñado por dicha sociedad. Cuando se percibe socialmente que alguno/s pueden saltarse las normas (importantes) sin que pase nada, el sistema empieza a perder eficiencia, porque la anarquía (funcionamiento sin normas) gana peso a medida que se instaura la mentalidad de "tonto el último". Si el sistema pierde mucha eficiencia, en algún momento, éste se colapsa económicamente, y suele acabar en revoluciones (cambios violentos del orden social, económico, y político).

Al crearse el euro en 1999, el Tratado de Maastricht imponía unas limitaciones (de deuda sobre PIB, de inflación y de déficit) que los gobiernos debían respetar (se supone que eran para dar sosteniblidad económica al sistema). Prácticamente todos los países las incumplieron reiteradamente en aproximadamente una década de vida de la moneda única. Casi todos los países hicieron un "me too" (yo también). Así, nadie veló por el interés del grupo porque incumplir lo pactado era políticamente beneficioso para el individuo, el gobernante. Nadie denunció a otros por incumplir, como si fuera algo irrelevante. En consecuencia, el sistema fue perdiendo eficiencia, se fue debilitando, y cuando llegó una nueva crisis coyuntural (periódica), encontró al sistema tan vulnerable por los excesos acumulados que se convirtió en estructural, amenazando con derribar los cimientos del sistema si no se hacen cambios importantes para reforzarlos.

En los últimos años, la falta de ideología y coraje, tanto político como económico, ha llevado a una inagotable secuencia de medidas improvisadas, lo que genera una constante incertidumbre para los agentes económicos (consumidores y empresas), que no saben qué habrá mañana, cuánto le subirán los costes de la energía, qué pasará con los actuales servicios sociales, cuánta renta disponible les quitarán, etc. La incertidumbre es el peor enemigo de la economía, y en consecuencia, del bienestar y la paz social.

Cuando rompes las reglas monetarias convencionales y las sustituyes por otras anárquicas y arbitrarias improvisadas a dedo, se genera una inseguridad y una falta de previsibilidad que entorpece la actividad económica y genera desconfianza. Por ejemplo, ¿de qué depende que Bernanke cree hoy $500.000M más y los utilice para manipular un poco más el mercado de bonos del Estado (algo que sólo ha dejado de hacer durante unos 14 meses en los últimos tres años y medio)? Si caen lo suficiente la bolsa o los bonos o la divisa, lo hará, sino no. Por eso, los traders (operadores de corto plazo) confían en que él les hará ricos, en que no dejará que aquellos caigan, independientemente de la economía. Es decir, los mercados pierden eficiencia al sustituir, el valorar los precios de los activos teniendo en cuenta la realidad económica y sus perspectivas, por el favoritismo sectorial del que controla la máquina de hacer billetes. ¿Crees que eso está ayudando al sistema aunque baje temporalmente los costes de financiación o enriquezca a los más ricos cuando provoca subidas artificiales en las bolsas? Yo creo que sustituir al mercado por un dictador benévolo (por llamarlo de alguna forma) es un fraude para el sistema y lo debilita. Prefiero una mala democracia que una buena dictadura, porque es más justa y eficiente.

Apliquemos nuestro riesgo sistémico llamado "me too" a este lado del Atlántico. Primero prestaron a Grecia (para evitar las consecuencias de sus libres decisiones). Nuevamente, algo contrario a Maastricht, que permitía préstamos one-on-one, pero no con dinero del conjunto de países (ya sabes, ese dinero que es de todos y no es de nadie). Después, Portugal e Irlanda reclamaron lo mismo, "me too". Más tarde, España e Italia pidieron que el BCE también les compra sus bonos. Ahora, España e Italia piden (o exigen en un órdago) que Europa recapitalice directamente a sus bancos. Mientras, Chipre también pide un rescate "me too", y Eslovenia anticipa esa posibilidad (con Eslovenia serán 7 de 17 los países-euro rescatados). Apenas tres días después del farol ganado por Italia y España a los países del norte liderados por Alemania, Grecia e Irlanda hacen otro "me too", reclamando esas mismas condiciones para sus bancos. Personalmente, estoy pensando cuánto tardará Francia en reclamar su "me too", primero para recapitalizar sus bancos, y más tarde para comprar su deuda soberana. Si esta retaila de irresponsabilidades, improvisadas para intentar evitar las consecuencias de otras irresponsabilidades pasadas, son la promesa del bienestar futuro, que Dios nos coja confesados. Por cierto, el fondo de rescate ESM (European Stability Mechanism), que debe transportarnos al paraíso terrenal, no funciona todavía, no tiene dinero que prestar, y no lo tendrá en meses. Si rompes las reglas una vez para beneficiar a dedo al tramposo, para premiar al incumplidor, los demás reclaman lo mismo, y te metes en una dinámica de difícil salida, pues todos reclaman sus derechos comparativos, es la cultura del "me too". Con todos los poyuelos del euro clamando periódicamente su "me too", dudo que los cumplidores estén tan locos como para comprometer sus próximos, pongamos, quince años, cruzando los dedos para que alguien cumpla de verdad lo firmado.

En resumen, nuestro sistema socioeconómico, lejos de enmendar los errores/excesos pasados, de asumir sus consecuencias, y de enderezar sus debilidades, continúa profundizando en esas prácticas que corroen el sistema y que nos trajeron hasta aquí. El sueño monetario que vivimos se basa en plantearnos un escenario temporal infinito, en cuyo plazo encontraremos el momento bueno/cómodo/agradable para cuadrar nuestras cuentas, y devolver lo debido. Bajo este mundo imaginario, el problema de exceso de deuda se soluciona con más deuda, cual ludópata que aspira a que esta vez sí gane la apuesta y pueda así pagar sus deudas y seguir viviendo como un rico. Esta reacción humana no es algo nuevo, Hans Christian Andersen ya la describió en "El traje nuevo del emperador".

Termino con una reflexión: algo me dice que las medidas "pro crecimiento" propuestas por Hollande (esa mentira de €120.000M) consistirán en darle más dinerito, que pedirán prestado en tu nombre, a nuestros gobernantes, para que puedan satisfacer al lobbie de las constructoras y de las autopistas, otro lobbie que reclama su "me too", tras los coches y las financieras.

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