sábado, 3 de noviembre de 2012

Y DALE CON EL "¿DÓNDE ESTÁ MI ORO?"

El Tribunal de Cuentas alemán ha obligado al Banco Central (Bundesbank) a realizar una auditoría sobre dónde y cuánto oro tiene. Como te comenté en ¿Dónde Está Nuestro Oro? ..., cada vez más países compran oro como instrumento donde canalizar sus ahorros/reservas, y auditan sus teóricas reservas.

Nuestra moneda es el euro, y el patrón oro se abandonó hace ya tiempo, lo que implica que no podemos cambiar los billetes por oro. Tampoco es el oro una forma de pago oficial. Entonces, ¿por qué esa "inquietud" colectiva de los países por hacer un chequeo de sus reservas? ¿No se fían de sus depositarios? ¿Les preocupa que haya más oro sintético en el mundo financiero (en los ETFs) que el que hay disponible (subyacente) para avalar esos instrumentos de inversión? Eso no debería ser un problema en un planeta donde una irresponsable política fiscal está siendo salvaje y peligrosamente parcheada por una política monetaria bananera. ¿Por qué tanta preocupación, si al fin y al cabo, los bancos prestan lo que no tienen, los gobiernos gastan lo que no tienen y avalan sin dinero que apoye el aval, las pensiones públicas prometen lo que no tienen, los banqueros centrales prometen la rentabilidad que no pueden garantizar ni deben, y el mundo de los productos derivados financieros vive apalancado hasta las trancas (pongamos 10 veces el PIB mundial)? Según parece, mi madre debe ser de los pocos verdaderos AAA ("rating triple A") que hay hoy, porque no gasta lo que no tiene, no avala con promesas sin respaldo económico, ni acumula deudas sin límite. En fin, un bicho muy raro en este sistema monetario piramidal.

Se me ocurre otro motivo para interesarse tanto por las reservas nacionales de oro: ¿Prefieren tener sus lingotes cerca por si hay que cambiar de sistema monetario? No, eso jamás, o por lo menos hasta ... cinco minutos después de contárnoslo.

Como inversión, sigo pensando que el oro es una burbuja, que seguramente seguirá inflándose durante algún tiempo, por eso no invierto en él. Su compra masiva en los últimos años no responde en absoluto a un aumento de su consumo, ni tan sólo a lo inversores que consideran que históricamente ha funcionado bien como protección contra la inflación (esa que pueden estar sembrando las extremas medidas monetarias de los Bancos Centrales a nivel mundial). Hoy es sencillamente la apuesta por el patrón oro, por huir del "fiat currency", que podríamos traducir como papel moneda.

Aunque no me gusta el patrón oro, ni plata, ni piedras, ni zinc, ni cualquier otro, sí me gusta la palabra patrón. Lo que cualquier patrón monetario garantiza, por el hecho de poder convertir legalmente tus billetes en esa materia prima, es que un Banco Central, achuchado por sus apurados gobernantes, no puede crear billetes como si jugara al Monopoly. Tener un patrón monetario exige tener más de esa materia prima para emitir más billetes, y para conseguir más materia prima debes crear riqueza con que comprarla. Es decir, los billetes que posees tienen un valor porque la sociedad se lo atribuye. No creo que necesitemos inexorablemente una equivalencia palpable físicamente para mantener ese "valor" en nuestras mentes, pero sí una coherencia y previsibilidad que nos aporte confianza (algo imprescindible para la prosperidad económica). Esa certeza te la podría dar un modelo de implementación como la Taylor Rule u otra referencia cuantificable.

Hoy todo se basa en cómo se levanten esta mañana nuestros dictadores monetarios, si su lobbie natural (el sector financiero) les pide más regalos (vestido de necesidades de liquidez para el sistema), si sus jefes les exigen más billetes para ganar elecciones, etc. Igualmente, si los consumidores no tienen suficiente dinero en sus bolsillos para provocar subidas en los precios, los gobernantes monetarios, a quienes aterroriza la deflación (caída de precios), vuelven a hablar de crear más billetes para inflar más la burbuja (financiera).

Cuando veo al mundo recontando sus reservas de oro, a los Bancos Centrales mundiales y muchos millonarios acumulándolo, y a gobernantes europeos que sugieren que el BCE cree más billetes de Monopoly para comprar deuda soberana a cambio de que los países rescatados aporten garantías con oro, me pongo a temblar. ¿Por qué? Porque implica que el mundo está perdiendo progresivamente la confianza en el sistema monetario occidental, que rige el mundo. La inconsistencia y arbitrariedad de actuación de los Bancos Centrales occidentales para buscar un pequeño alivio económico de corto plazo está sembrando un coste gigantesco que crece peligrosamente. En cristiano, para una parte creciente de este planeta, las monedas de muchos países occidentales son, cada vez menos, un reflejo de su riqueza, y más, una burbuja piramidal donde unos señores lo intentan solucionar todo imprimiendo más billetitos.

Desde que empezó las crisis, y especialmente en 2009, vi muy claro cuál es el camino para desactivar esta bomba nuclear monetaria que estamos inflando, pero cada vez albergo menos esperanzas en ello. A estas alturas del cuento, Occidente necesita sanearse para crecer de forma sostenida y sostenible, y ya no puede ser a base de crecimiento del crédito hasta el infinito. El problema es que el ajuste es tan grande para nuestro nivel de vida que la historia no nos avala.

Imagina que tienes hijos de 25 años a los que has acostumbrado a vivir en un nivel de vida altísimo a base de endeudarte hasta la saciedad. Ahora les has de explicar que deben recortar ese nivel de vida de forma brutal y durante muchísimos años. De hecho, es tanto el exceso acumulado que no sólo deben pasar de vivir como ricos a vivir sencillamente, sino que, además, una gran parte del dinero que ellos ganen/generen en los próximos años no lo disfrutarán, sino que irá a sanear aquellos excesos de la generación de sus padres. ¿Cómo crees tú que acabará este cuento? Yo no lo sé.

Como civilización, hemos evolucionado mucho tecnológicamente y hemos contrarrestado en buena medida la fuerza de la naturaleza, pero nuestro principal enemigo seguimos siendo nosotros mismos con nuestros defectos, y la esencia de éstos no ha cambiado, sólo el escenario.

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