lunes, 7 de mayo de 2012

¿CONOCES LA BANCA DE INVERSIÓN?

Hace aproximadamente una década y media que empecé a trabajar en el sector financiero. Desde dentro, vas conociendo cómo es realmente, cuan diferente es de lo que la gente ve desde fuera. Es como si la gente normal creyera que la película que ve en el cine es así realmente, como si esos actores llevaran esas vidas, vivieran esas circunstancias, o sintieran lo que muestran en la pantalla. En muchísimos casos, cualquier parecido con la realidad es pura ficción.

Al empezar a trabajar en banca, yo tenía pocos conocimientos financieros prácticos, independientemente de que hubiera estudiado y leído libros sobre economía e inversiones. Como en cualquier sitio nuevo, te dejas aconsejar. Yo era comercial pero lo que realmente me interesaba era analizar y gestionar inversiones, por eso intentaba compaginar mi día a día comercial leyendo informes sobre empresas. Dos informes de dos empresas españolas llamaron mi atención. En ambos, el analista las deja maravillosamente bien. A su entender estaban baratísimas. Yo, como hoy haría cualquier cliente aconsejado por su asesor, compré acciones de ambas con unos ahorros que tenía, e incluso con otros que no tenía (pedí un crédito para invertir algo más).

En los siguientes doce meses, perdí algo más de la mitad de mis inversiones en esas maravillosas compañías, mientras el crédito iba cobrándome intereses. En los siguientes dos años, devolví el crédito. Mi codicia y ego inversor no fueron tan grandes como para aniquilar totalmente mi prudencia, es decir, aprendí que si te endeudas con algún fin inversor, debes hacerlo en una proporción en que, si te falla ese fin, el resto de tus medios te permita ir cancelando las deudas, para no tener que malvender ese activo. Tras varios años, pude vender mis acciones aproximadamente plano. Aprendí que, a menudo, la experiencia se forja dolor, y también que los informes son sólo una opinión de una persona sobre una posible inversión, de alguien que no necesariamente es un crack, y que suele tener una tendencia y/o conflicto de interés que le inclinan al optimismo. Hay que tomárselo como una orientación. Por ello, hoy, cuando estudio a fondo una compañía planteándome invertir, busco varios informes actualizados, realizados por diferentes entidades, y con diferentes opiniones (positiva y negativa) sobre aquella.

En aquella época, tras leer recurrentemente sobre la economía japonesa y seguir su bolsa pensé que era buen momento para invertir allí, y compré un fondo de renta variable japonesa. Unas semanas después supe que dos grandes bancos de inversión americanos habían invertido SU DINERO en bolsa japonesa en los últimos tres meses, lo que apoyó mi convicción y esperanza sobre la inversión. Cuatro o cinco meses después de invertir ganaba un 25-30%, y decidí vender. Fui a ver a mi asesor en la entidad donde yo invertía y éste me dijo: "Ha ido muy bien la inversión", como atribuyéndose algún mérito por algo que ellos nunca me recomendaron, y añadió "precisamente estamos recomendando invertir en Japón". Casi se me escapa en alto lo que pensé "mayor motivo para venderlo". Yo vendí, y Japón subió aproximadamente un 10% más antes de volver a caer con fuerza en los siguientes trimestres. La lección era clara: cuando esa recomendación de inversión llega al cliente minorista, el pequeño inversor como yo, y de la mano de sus asesor (que normalmente sabe muy poco de inversiones, básicamente se aprende un argumentario que repite como un loro a sus clientes), las probabilidades de ganar dinero son bajas. Pero tú  tranquilo, que a largo plazo todo sube y bla, bla, bla.

El pilar principal de la banca de inversión es el cliente institucional, por ejemplo la gestoras de fondos de inversión, de pensiones, y SICAVs, para invertir en activos cotizados, los fondos de capital riesgo y familiy offices para operaciones corporativas e inmobiliarias, o las empresas cotizadas para comprar otras o vender algunas filiales, etc. También aquí la negligencia, la opacidad, los conflictos de interés, y la falta de responsabilidad están a la orden del día.

Permíteme que te exponga un caso real. Hay una compañía americana que sigo desde hace unos cinco años. Es líder mundial en la fabricación de paneles solares. Yo, al igual que la mayoría, pienso desde hace años que ese sector tiene un gran futuro. El problema es que esa tecnología es hoy todavía muy ineficiente. A mitad de 2008, esa compañía cotizaba a $300. Como en otras de energías renovables, yo consideraba que eso era pagar unos precios/múltiplos propios de una burbuja, porque entonces vivían unas circunstancias extraordinaria e insosteniblemente beneficiosas: recibían grandes subvenciones, los proyectos resultaban rentables porque se realizaban con mucho crédito, y el líder del momento podía ser derribado por cualquier pequeña no cotizada que consiguiera una importante mejora en la eficiencia de sus paneles solares.

En 2011, ya cotizaba a $150. A medida que han ido reduciéndose las subvenciones de los gobiernos (recuerda que yo ya me temía en 2009 que sus finanzas se debilitarían), y la banca ha cerrado el grifo del crédito, que les permitía vender parques solares llave en mano (project finance), y la sobrecapacidad productiva se ha hecho patente, las cotizaciones de las empresas de energías renovables han ido evaporándose. Hoy cotiza a $17.

A continuación te muestro un gráfico del consenso de analistas en los últimos años junto a la cotización de la acción. Lo interesante de esta historia es cómo los analistas han ido bajando su Precio Objetivo (precio teórico) a medida que iba cayendo la cotización, siempre por detrás. Es decir, van de hombres del tiempo, haciendo predicciones sobre si lloverá o hará sol, pero realmente son como el comentarista de los deportes, que te cuenta los resultados de la jornada que todos ya conocemos.

Si tú o yo hubiéramos hecho caso a la veintena de profesionales que la valoraban en estos años entre $120 y $300, hoy habríamos perdido casi todo. ¿A caso crees que ellos han sufrido mucho profesionalmente por ese error de cálculo? Yo estoy convencido de que no, te lo dice alguien que ha trabajado como asesor comercial, como analista, y como gestor. Está muy claro, un sistema donde alguien toma decisiones o influye relevantemente en éstas, y apenas sufre las consecuencias de sus actos, no es justo ni eficiente. Donde hay autoridad sin responsabilidad, las crisis es sólo cuestión de tiempo (por ejemplo, las burbujas).

Termino con una reflexión, si la anarquía monetaria actual de los Bancos Centrales, destinada a prolongar la negligente gestión de las cuentas públicas de los gobernantes acabara en una gran crisis sistémica global que empobreciera a gran parte del planeta ¿qué consecuencias sufrirían en sus carnes los dirigentes políticos y económicos que nos han metido en este experimento planetario? ¿Irían quizás a la cárcel por su enorme destrucción de riqueza? ¿Verían fuertemente rebajado su nivel de vida, como el resto de la Sociedad? Contéstate tu mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...